Amor a través del Tiempo
Sobre rieles brillante de acero templado, durmiendo sobre maderos nobles, viajas nuestros caballo de acero , expulsando humo , liviano y sutiles como copos de algodón, que dibujan figuras transmutante en los celestes del infinito Universo .
La locomotora arrastrando sus amigos de juegos, y dentro de ellos seres provincianos, nuestros antepasados, nuestros abuelos.
En la estación de Sotaqui, Don Ociel Castillo, recibe al conductor del caballo de acero Nicolás Zepeda, y sus colegas Reynaldo del tránsito, Evaristo Cameros.
Bajan un sin número de Sotaquireños, el oficial del tren toca su silbato y todos arribas y comienza el girar de las ruedas de aceros sobre acero que resplandecen a la luz del sol nortinos regional .
Deja atrás el poblado de Sotaquí, y al niñito Dios, el sonido se transforma en letanías a la oración , pasa por puntilla, el guardalínea, hace el cambio en aquella pequeña Estación de Puntilla, y se dirige hacia Ovalle pujante urbe donde está la Maestranzas y una bella estación colonial, con sus dos torres de agua una de concreto armado y otra de planchas de aceros galvanizados con pernos con remaches.
Comienza a llegar El Tren de ensueños, los espacios que unen los elementos y las personas se llena del vapor energético, que hacen mover esas ruedas de acero que acarician los rieles paralelos.
Un letrero de color oscuro con letras blancas indican que llegamos a Ovalle.
Un sin números de comerciantes, se arrojándose sobre los que han llegado, en el horizontes unas llamaradas de rojos intensos , indican que el día se está retirando, en el litoral pacífico del océano .
Se baja una bella dama de cabellos claros y un cuerpo perfecto, con su baúl, ella no es de esta zona , se nota su hablar correcto, es una dama letrada, miro sus ojos y me trasladó por una simple mirada a otra época, a ella la conocía no se de donde ni cuando , mi nariz captan en su aura circulante, en que centurias lo conocí, nos conocimos, sus ojos grandes , su mirada es amor.
Quedamos paralizados, congelados, en las altas montañas comienza a mirarnos la coqueta luna , juntos con las estrellas..
Ella pregunta por un hotel o residencial , en la entradas de La Estación , varias victoria, con sus corceles negros, y sus conductores de una elegancia nunca vista.
Llega la oscuridad, la Victoria llevan a cada costado faroles a parafina.
La dama elegante, le ayudó con su baúl , y comienza el transitar hacia el hotel de esta ciudad .
La dama de un aura energética, de centurias, cada palabra, es una reiteración de verbo que estaban dentro de mi adn, esraba en los registros del Universo.
Su aroma, era nuestro aroma., nuevamente miré sus ojos , dentro de cada uno de nosotros protones y neutrones, explotaron en nuestros microcosmos, dialogando de , de épocas del 1700, en un lugar de Portugal, pero estábamos en Ovalle del 1935, era extraño lo que estaba aconteciendo . Me dice su nombre y porque está en esta ciudad, hay ciclos que cerrar, karma pendiente , era de otro océano, de otra categoría era una Reina de una fortaleza.
Me dice que llegó en un barco a vapor , luego cruzó la Amazonía, en cualquier medio de transporte, cruza la cordillera de los Andes y llega a la capital, y es allí donde viaja en ese caballo de hierro negro , hacia esta Perla del Limarí Ovalle .
En aquel hotel, nuestros cuerpos se unieron en una sola alma, fue un reencuentro de cientos de años, fue cerrar un ciclo.
Sobre esa cama quedo saldadas, la ausencia de centurias .
AUTOR
Oscar Gatica Araya.
Sobre rieles brillante de acero templado, durmiendo sobre maderos nobles, viajas nuestros caballo de acero , expulsando humo , liviano y sutiles como copos de algodón, que dibujan figuras transmutante en los celestes del infinito Universo .
La locomotora arrastrando sus amigos de juegos, y dentro de ellos seres provincianos, nuestros antepasados, nuestros abuelos.
En la estación de Sotaqui, Don Ociel Castillo, recibe al conductor del caballo de acero Nicolás Zepeda, y sus colegas Reynaldo del tránsito, Evaristo Cameros.
Bajan un sin número de Sotaquireños, el oficial del tren toca su silbato y todos arribas y comienza el girar de las ruedas de aceros sobre acero que resplandecen a la luz del sol nortinos regional .
Deja atrás el poblado de Sotaquí, y al niñito Dios, el sonido se transforma en letanías a la oración , pasa por puntilla, el guardalínea, hace el cambio en aquella pequeña Estación de Puntilla, y se dirige hacia Ovalle pujante urbe donde está la Maestranzas y una bella estación colonial, con sus dos torres de agua una de concreto armado y otra de planchas de aceros galvanizados con pernos con remaches.
Comienza a llegar El Tren de ensueños, los espacios que unen los elementos y las personas se llena del vapor energético, que hacen mover esas ruedas de acero que acarician los rieles paralelos.
Un letrero de color oscuro con letras blancas indican que llegamos a Ovalle.
Un sin números de comerciantes, se arrojándose sobre los que han llegado, en el horizontes unas llamaradas de rojos intensos , indican que el día se está retirando, en el litoral pacífico del océano .
Se baja una bella dama de cabellos claros y un cuerpo perfecto, con su baúl, ella no es de esta zona , se nota su hablar correcto, es una dama letrada, miro sus ojos y me trasladó por una simple mirada a otra época, a ella la conocía no se de donde ni cuando , mi nariz captan en su aura circulante, en que centurias lo conocí, nos conocimos, sus ojos grandes , su mirada es amor.
Quedamos paralizados, congelados, en las altas montañas comienza a mirarnos la coqueta luna , juntos con las estrellas..
Ella pregunta por un hotel o residencial , en la entradas de La Estación , varias victoria, con sus corceles negros, y sus conductores de una elegancia nunca vista.
Llega la oscuridad, la Victoria llevan a cada costado faroles a parafina.
La dama elegante, le ayudó con su baúl , y comienza el transitar hacia el hotel de esta ciudad .
La dama de un aura energética, de centurias, cada palabra, es una reiteración de verbo que estaban dentro de mi adn, esraba en los registros del Universo.
Su aroma, era nuestro aroma., nuevamente miré sus ojos , dentro de cada uno de nosotros protones y neutrones, explotaron en nuestros microcosmos, dialogando de , de épocas del 1700, en un lugar de Portugal, pero estábamos en Ovalle del 1935, era extraño lo que estaba aconteciendo . Me dice su nombre y porque está en esta ciudad, hay ciclos que cerrar, karma pendiente , era de otro océano, de otra categoría era una Reina de una fortaleza.
Me dice que llegó en un barco a vapor , luego cruzó la Amazonía, en cualquier medio de transporte, cruza la cordillera de los Andes y llega a la capital, y es allí donde viaja en ese caballo de hierro negro , hacia esta Perla del Limarí Ovalle .
En aquel hotel, nuestros cuerpos se unieron en una sola alma, fue un reencuentro de cientos de años, fue cerrar un ciclo.
Sobre esa cama quedo saldadas, la ausencia de centurias .
AUTOR
Oscar Gatica Araya.
Continuará