miércoles, 23 de mayo de 2018

sábado, 12 de mayo de 2018

José Santos Araya.
En las alturas , en un poblado desolado, y alejado de las manos del Creador, realiza una oración al ocaso del aquel día martes, se va el sol por el horizonte, en las serranías de Litipampa, algunas estrellas , se sonrojas, con esos últimos rayos del sol.
José Santos Araya, en aquel momento su edad era de 27 años, de piel bronceadas, y ojos de halcón, buscando , sus auras mágicas.
En su humilde de rancho de chilcas embarrados , y tierra, paja y agua, y después busca en la gran ciudad fonola para cubrirla, del calor y frío y días lluviosos,que el en cada invierno volvía a cubrir con alquitrán.
En aquel acaso , luego de la oración, recibe una visita inesperada, ! La. muerte !.
La Sra Muerte seduce a José Santos, y con su guadaña corta su cordón de Plata, que une su alma a su cuerpo físico.
El notición , vuela por las Serranías, y preparan los condiciones para velar el cuerpo del inerte de José.
Sobre el suelo arenoso y con trozos de cuarzo rosado, arrojan al suelos unos cueros de ovejas, eran cuatros, entre negro y otros color claro .y en cada esquina unos cirios, con una protección para que el viento de la cordillera intermedia, no extinguieran, esa llama que conducen su alma en su ascensión, hacías El Creador Supremo.
José Santos , no era una persona corriente era especial , dominaba, las misteriosas magias de la sanación, era medios místico, medio chamán, de antepasados indígenas, conocedor de los secretos , más secretos, reservados solo para algunos, que dominaron los miedos y el temor a la muerte.
Llegan las lloronas como un riguroso negro, que se confunde como la negrura de aquella noche, de despedidas del cuerpo de José Santos en estar tierra Limarina.
Con un traje oscuro , con olor a naftalina, y su camisa blanca almidonada, y su cordón, que se asemeja a una corbata.
En su pecho una medalla con la imagen de la virgen de Monserrat , él sabía las palabras redobladas, para ahuyentar al maligno.
Descalzo para elevar su alma a los altos cielos, era noche de tristeza y de dolor, el aromas a flores silvestres, se aproxima su perrita una quiltrita de pelaje oscuros y de una mirada profunda e enigmáticas, y sus colmillos de marfil, ladra y re ladra a los visitantes que rodean aquella humildes mortaja de cueros de ovejas , con olor a humedad, y encierro.
De la oscuridad de aquella noche, emerge una quiltra aullando, que salta sobre el cuerpo del inerte de aquel aspirante a Chamán ,y saltan de sus pezones leche perla , nutrientes ,que caen en la cara y labios del inerte, parroquiano José Santos.
Sus ojos comienzan a vislumbrar, a las lloronas, con su riguroso negro, y mira que un maceton cargaba un féretro pintado con brea, y para transportarlo unas sogas de grueso cáñamo ! gritan las mujeres ! , al ver que José Santos salta de su mortaja.
Comienza a vociferar, palabras de mala calaña, para las mujeres, y hombres ,que se encontraban en dicho lugar, le exclamaban que eran adúlteros y aduladores, cínicos, , de lenguas de víboras , llenos de maldad, y de malos pensamientos.
Ya no es el mismo , en su paso por el desprendimiento de su cordón de plata, y su tiempo en los mundos incógnito , han cambiado a José Santos Araya Araya , los asistentes a su velatorio, en las serranías limarina , no encuentran explicaciones, y huyes despavoridos, cerro abajo, en aquella noche oscura.
Sus hermanos Ramón estaba con su Sra Olga , y su pequeña hija Lucila ,Luis, Teleforo, Herminio, Juan de Dios, Sebastián, Pabla, Agustina, Dionisia , Virginia, se quedan frente a José Santos, sus Padres Celestino y Mercedes, , son iluminados por un extraño Rayo de Luz Violeta encandilador.
En su mirada , era un misterio, sus ojos , reflejaban, dudas, emociones, y su rostro, ya era diferente, sus cabellos nieves poblaron sus sienes y algunos mechones , eran lingotes de plata, su voz, era pausada, y de un extraño acento, observar, a sus hermanos, y solo lo mira.
Los Araya, descendientes, de antiguos Chamanes, que deambulaba, en estos solitarios rincones, eran andantes , meicos, parteros , innatos, conocedores del lenguajes de las estrellas, conversadores con nuestros hermanos los anímales.
Sus Padres, presienten, que su José, por circunstancias incuestionables, regreso , y su enlace, se restauró, como quien a una lagartija, se regenera sus miembros amputados, su enlaces cósmico, que une su alma con su cuerpo vehículo terrestre, para llevar a cabo una misión.
Los Padres , en ellos por sus venas corrían adn, de antiguos hechiceros , conocedores de los secretos de la naturaleza, y los signos del Universos. Viajeros de mundos paralelos, dominaban las aperturas a portales desconocidos, eran sencillos en su actuar, hablaban el lenguaje del silencio.
José Santos, en su partida y su inesperado regreso, él ya sabía , cuánto tiempo, El Creador Supremo, tenía para , limpiar su karma, para poder ascender en su escala evolutiva, comenzó a dominar su anclaje, y también con las asistencias de los elementales, dominar la sabiduría ancestral, vivirá en formar humilde, en un ranchito a orilla del río Rapel, e un pueblo del mismo nombre. José Santos era temido y querido.
Todos sabían de sus poderes curativos con solo sentir su miradas sobre ellos.
Su hermana Virginia, se aislada en un sector al interior de Punitaqui, en Scorza, allí se trasforma en una gran Meica , que sana, y sana, a centenares de personas que acuden a su rancho , ella lee las aguas amarillas, orina , viste un riguroso negro, sus ojos celeste, brillan en el luminoso caserío al interior de Punitaqui .
José Santos, cultiva plantas alucinógenas, para tener contacto, con sabidurías de mundos infrahumanos, seres elementales, que habitan en los vegetales, y en los mundos de los sueños, el en su tiempo, que permaneció, en estado inerte, y que recorrió el túnel de Luz, hacías las manos del Creador Supremo, percibió, muchas alucinaciones, de sueños y realidades .
José Santos Araya, deambula por caseríos de la Provincia del limari, entregando sus conocimientos de la naturaleza, los elementales de los silvestres vegetaciones, y de los barros,llenos de minerales y vitaminas, para los decaídos transportes del alma, leías las aguas, y las bóvedas celeste, era sus oráculos , que cada noches en alguna loma elevada, en estados de meditación ancestral, logra contacto y penetra portales oculto, para que los incrédulos ,proyecta su cuerpo astral, en hacia lugares que están en otra vibración de energía, donde sus átomos, neutrones y protones, se desintegran y luego se vuelven a alinear, a si su transportes de su alma, puede estar en sitio a la vez , viaja en forma astral a otras dimensiones paralelas que el racionamiento no alcanza a comprender .
En los bosques húmedos del Bio Bio, habita una mujer de gran sabiduría de cabellos castaño, su piel alba se refleja la luna, su cuerpo seduce a José, en sus viajes paralelos tienen encuentros carnales y astrales.
Ella tiene miedo al amor, ella conoces las artes del amor , en ella habita un volcán de pasión, que no quiere que haga erupción, José la amo con locura, en el mundo de los sueños, llega a sus aposentos de sabanas bordadas, a ella la cuidaban Los Ángeles, de los árboles milenarios de las selvas húmedas del sur.
José Santos, en la capital , viaja en tren desde la Estación Central , arriba en La Estación Mapocho, el desde la estación de Montepatria, se sube a ese Caballo de acero que respira vapor, blanco como las nieves de Los Andes.
José quiere ver a esa extraña mujer, de cabellos castaños, y piel iluminada por la luna.
Llegan a una Estación de Coelemu, el día es gris, José extraña la sequedad del norte chico, usa sus conocimientos ancestrales, y se elevan sobre el poblado, ve aquella misteriosa mujer, ella es de una estatura alta, en su mano izquierda, un extraño cigarro, que deja una nube de ese extraño tabaco, José usa su magia y se ancla en una esquina cerca del terminal de Coelemu, el de riguroso negro, con un sombrero de paño.
Ella sobre su cuerpo de sinuosas figuras , un vestido sencillo de color tierra húmeda, una ruana de lana de ovejas de Trehualemu, que ella misma hilo, y con un telar de sus antepasados urdió , y urdió, a lograr terminar esa ruana, su capa o esfera de protección magnética, lleva un morral, que en su interior llega una libreta de apuntes donde escribe poemas de sanacion para el alma.
José Santos reconoce, a ella la misteriosa mujer, que amo, en los mundos de los sueños, y ahora quería , sentir su piel, su respiración, oler su sudor, acariciar su piel Fresca y lozana, como el rocío al amanecer.
Lucia es su nombre, unos ojazos color miel castaños.
Esa mujer era hechicera de los bosques húmedos del sur, era pasión encendida, era fuego y hielo, domina su cuerpo astral, viaja en los mundos de los sueños, en cualquier momento desnuda está a su lado , José Santos y Lucia Chandia , se entregan lujuriosamente , al placer de los sentidos, viajan en estados altos de conexión a otras galaxias, mundos que no se pueden describir, pero son reales, no son fantasías de los sentidos del Paraíso , que se producen al amar.
Se entregan mutuamente, conocimiento de hechizos y ancestrales, de dos latitudes opuestas, norte árido, y sur húmedo.
En estados altos de conexión José y Lucia, recorren los mundos paralelos del sur esmeralda ,desde allí viajan a tierra Chilota, se embarcan en El Caleuche , navegan por los inframundos , en sus camarotes, José y Lucia se entregan a los placeres carnales, después de un bacanal festín de productos Del Mar en cubierta, un curanto , con chicha de manzana , los demás invitados eran reencarnaciones de curanderos de los tierras húmedas del sur, Lucia Chandia, la luz de a luna, resaltaba su desnudes mitológica, sus cabellos se tornaron de plata, visualizamos otras galaxias, los dos viajamos a la velocidad de la Luz.
Como todo tiene un principio, también hubo un final, ella dijo tenemos que separarnos pero estaremos ligados por la eternidad, y más allá.
José se embarcó rumbo al norte chico, la tierra y sus raíces buscan la tierra gredosa de la Region de Coquimbo.
El viste un riguroso negro, con un sombrero de paño negro, y una camisa blanca , como su dentadura y sus ojos de halcón.
De sus ojos de chamán rudo, emergen de las lagunas de sus ojos, lagrimas de dolor.
Su corazón se agrieta , ya no será el mismo hechicero, fue hechizado , por una hechicera de los bosques húmedos del sur.
Vivirá con su dolor, su corazón se vuelve de acero.su rostro de torna frío, como las aguas cordilleras.
Autor
Hector Araya Rojas.