martes, 3 de octubre de 2023

Los Mantos

HISTORIA de un CAMPAMENTO MINERO.

LOS MANTOS de PUNITAQUI 
Provincia del Limari. Comuna de Punitaqui 
Región de Coquimbo. Chile

Amanece, la luna se esconde tras del cerro grande, los gallos, nos despiertan , más Don Toribio, hace sonar el pito, para que los turnos , entre tanto Don Toribio, dialoga con  Jelvez Delzo, de regreso hacia su casa ubicada atrás del Teatro, donde también vivía yo con mi Padres , Olga mi hermana, con un loro que se escapó en la una ocasión , con patos, gallinas , gatos, pavos, perro, volvamos a ese caminar de Don Toribio con  Jelvez Delzo  el dialogando con su propio yo , le decía tenemos que retirarnos de esta compañía, ya nos estamos poniendo viejo y estamos cansado. . Toribio, tenía grandes y entretenidos diálogos con Jelvez Delzo, su Sra Melanea López  y su hijo Óscar y sus mujercitas Melanea Jélvez López, Alba Jélvez López,  Olga Jélvez López,  Gladys Jélvez López, Virginia Jélvez López,  Lucía Jélvez López, conocía a Toribio, y sus peculiares diálogos consigo mismo.

Continúa el ese proceso de robarle las riquezas a la madre tierra, soy hijo de Tomas y Lucila,  él trabajaba en la Maestranza , en su torno dando forma a piezas con su girar eterno en ese espacio con olor a aceite y metal quemado, también bajaba a la fundición a darle nuevas forma al bronce y aluminio , también caminaba hacia la bodega donde estaba  Gallardo , a cargo de esas bodegas, más arriba estaban los laboratorios donde se realizaban el muestreo de los metales para saber las leyes, habían, también la planta con su torreón de acero donde estaba la jaula donde los mineros bajaban a las entraña de la tierra, a usurparle sus riquezas, desde la planta se veía completo el campamento, con su avenida de moras, , su hoyo con agua, su cantera, la pulpería, y sus campamento de oro que El Sol lo hacía resplandecer , con un Dorado de pepitas de Oro, también se veía la quebrada y su cancha de fútbol y el bosque,  esa quebrada que en años buenos bajaba bramando cuesta abajo, con la fuerza de la naturaleza, Mantos de riquezas , riquezas de tanta vegetación que el hombre con sus ambiciones va destrozando su habitad, por un monto de dinero, para satisfacer las hambres personales. 

Mi Padre con sus mamelucos de mezclilla, con su jockes,  sus camisas de lanilla, su pucho en sus labios,  no se lo sacaba, no se le caí su ceniza, mi madre en casa cuidando patos, gallinas, pavos , cultivando sus rosas blancas, cuidando sus nísperos, paltos, cedron, duraznos, damascos , cañas , parrones de unas uvas negras con sabor a cielo.

Por El Salto del Agua, viene El Padre  Sol, iluminando ese pequeño campamento de casa pintadas en oro y letras de plata, por sus calle corrían bolitas de mercurio, desde las chimeneas de los hogares mantinos comienzan a dibujar en el cielo figuras con las ayuda del viento, comienzan a llegar a nuestras narices olores al amanecer.

En cada hogar se preparar para comenzar un nuevo  dia, en la madrugada Don Jorge Roco, prepara su micro, para salir a las sietes de la madrugada, los dias lunes, miercoles, viernes se realizaban dos viajes y los otros dias que no eran de feria un solo recorrido, nuestra  locomoción para viajar a la gran ciudad Ovalle, en el viaje se recorrido por Pueblo Nuevo, luego la calle larga y única Caupolicán , de Punitaqui, pasar quebradas, para pasar por las ramadas, un allí había un desvío hacia Camarico, el camino era de tierra y lleno de calaminas veníamos dentro de una batidora, subiamos por la cuesta del hinojos, para ver bellos valles en ese tiempo remoto estaban deshabitado y sólo esperando las lluvias para la siembras de trigo a rulo , estaba Nueva Aurora, el cruce hacia El Altar, subíamos y llegábamos a La Cruz Colorada, y continuaba el gran viaje hacia Ovalle, pronto estaría Los Dos Aviones, para comenzar a ver a lo lejo en el valle la ciudad, los Leices asomaban a nuestras pupilas, el río Limari, pronto se cruzaba el puente nos recibían los olores del bosques a la entrada de esta pequeña gran ciudad, recorríamos cuadras más cuadras hasta llegar a la alameda, allí frente a Grandes Tiendas La Campana, se estacionaba el bus,  desde allí los habitantes recorrían todos los negocios, en tiempo más atrás me relata un tío Hector Araya Rojas, que todos llevaban sus cosas en unos sacos de harina del Molino Corral.  

Y subía el pioneta, el cargamento , le decían con la boca amarrada, pues el saco le hacían un gran nudo para cerrar el hocico de ese saco de osnaburgo, cuando los pasajero se bajaban quedaba la confusión, pues todos los sacos eran similares. 

En ese tiempo allí estaba la feria libre, estaba todo en esa maravillosa Alameda  , allí estaba un fotógrafo minutero con su caja para detener el tiempo,  llevar la plancha y el positivo con ese instante robado al tiempo, anterior  a esta micro de Jorge  Roco estaba la Esmeralda, anterior algunas góndola mezcla de camión , con micro .

Estaba  Marcos Godoy Ponce  le decian el tranquilin, muy caballero ,tierno amoroso amaba a sus 3 hijas Grima , Marta,  Ema  casada con Armando Garay  era albañil, como su suegro  , que siempre se saludaban como estay Garay bien Godoy.. Garay era carnicero y faenaba chancho, porcino , o puerco que es lo mismo.

Oscar Henriquez, más conocido como negrito Pino , quien era nuestro encargado del Teatro y de la música al atardecer, recuerdo a Javier Solís , Antonio Aguilar,  la música viajaba por los aire e invadía con sus bellas melodías alegrando el atardecer y crepúsculo de todos los habitantes del Campamento y sus alrededores , cuando soplaba el viento su música viajaba hasta media luna, y el salto del agua.

Recuerdo que con mi madre y Olga mi hermana, íbamos hacia unas minas de sapolio , a buscar ese limpiador de excelente propiedades, para las limpiezas de las ollas , para dejarlas como espejos. De regreso, pasamos a la bomba a buscar frutas, el bombero Montenegro, en ese instante estaba podando los blancos Rosales, y nos enseña , como hacer los cortes a las matitas de rosas, y asi ellas , se embellecen cual miss Universo.

El Teatro tenía dos palcos con sillones de cuero negro que se ubicaban cerca de donde se proyectaban esas mágicas películas del antaño, cine mexicano, europeo, de Estados Unidos ,  recuerdo una historia real llega al campamento una familia de un villorrio, donde nunca había visto la magia del cine, ni de radios, en ese tiempo aún ni llegaba la televisión al poblado,. Los hermanos lo llamaré Pedro y Juan , se instalan en el piso de tabla, al lado estaba quien hace este relata en ese tiempo de 7 años, es una película del lejano Oeste, comienza la función, todo era normal ,hasta que de pronto de esa pantalla viene un tren a lo lejos, eran un gran  telón y estos niños salen arrancando, gritando .

Todo el Teatro se comenzó a reír de risas de gran sonoridad, esos niños pensaban que era un tren de verdad que lo iba a aniquilar.

Aún recuerdo esa película chilena largo viaje, donde el protagonista es un niñito pequeño, que corre tras las alas de su hermano un angelito que falleció , antiguamente lo velaban de esa forma, en Los Mantos fui al velorio de un angelito, estaba frente al negocio de Liborio Rojas y su señora Lucila.

En ese tiempo cuando se proyectaban en Punitaqui y los mantos la misma película , así que había un ciclista que corría con los rollo de aquí para allá  de allá para acá, así se demoraba solo había que esperar , era los mismo para los dos pueblos, habían galería unas banca de madera, bien dura aquellas asientos,  los demás se sentaban sobre el piso de tabla.

Don Juan Escudero, era un comerciante de tela y ropa , casado con la Sra Elisa, él comenzó caminando vendiendo su mercadería , luego una bicicleta, para luego en su Hermoso cucaracho negro, un auto que se lo vendió un jefe de la mina del Delirio, que quedaba cerca del campamento , el con su cucaracho negro se estacionaba en la oficina de pago y allí los trabajadores con su sobre de pago , hacían sus compran, para llegar a sus hogares con telas multicolores y calcetas ropa interior de un todo, y también existía en el Campamento La Pulpería, y varias carnicerías,  Don Alamiro el mascalatabaca, con sus helados de canela, frutilla, no recuerdo si tenía de Mora, con su carretón tirado por su fiel asno recorría el campamento.

Osvaldo Cuello conocido como foto romance era el fotógrafo del campamento , llegando en su bicicleta Oxford, con su cámara fotográfica al cuello, y su bolso con las fotos a entregar, realizada por el mismo ,en su cuarto oscuro, en Pueblo Viejo, el también retrataba a los Punitaqui, Pueblo Viejo y Pueblo Nuevo, la delirio, los Perales, Manquehua.

Anteriormente varios años hacia atrás había un peluquero y fotógrafo Isaías  Ramirez.

Ester Donoso, peluquera vivía frente a Don Oscar Castillo, su Sra Nilda Vega, con sus hijos Vilma, Carlos, Betty , José, Gloria, Óscar, María, nacieron en El campamento ,la partera doña Olga Baeza, de Pueblo Nuevo,   Claudio y Patricio nacieron en Ovalle , son Ovallino de nacimiento.

Muchos mantinos después emigraron hacia La Perla Verde del Limari Ovalle, en las Poblaciones Fray Jorge , Población Limari, Carnelitana, José Tomás Ovalle, Atena, otros por Coquimbo, a Punitaqui un gran número de Mantinos.

Sra Ester casada el maestro Oscar Guerrero, gran Soldador de la maestranza., y bueno para empina el codo, junto con El Maestro Miguel Contrera, quien llegó primero , como administrador del casino, junto con su buena moza Sra Silvia de hermosos ojos verdes, allí llegaron con sus hijos, María José, y dos más que no recuerdo su nuevo mire, él debido a su vicio de bebedor , se retiraron del casino, quedando la Sra Uberlinda Egaña, su esposo Don Ernesto Jofre, en tanto Don Miguel se comenzó a desempeñar con mueblista.

 Hacia la planta cargado de metales un antiguo Ford, que para el arranque usaban una manivela, era conducido por Richard, lo recuerdo con sombrero de paño y un reloj de cadena, dicen que el le pasó billete a la compañía, pues Los Mantos estaba en quiebra entre los años 1965 a 1972 , a él le decían el billete largo.

Camino hacia El Salto del agua , había, primero subiendo hacia la Puntilla donde vivían Los Palmas, y más allá, la casa de Bomba, donde sacaban aguas para los 3 Estaques, que nos abastecían de ese oro líquido trasparente ese oro es vida, es sobrevivencia, había uno sobre El campamento , que se dividía en sectores, uno con una corrida de baños que los mantenía como espejo,y desinfectado con Kreolina, El Majunja , esas casa tenian los dormitorios, y comedor, en un sector, y saliendo hacia el frente la cocina, los baños eran comunes.

El otro sector estaba todo unidos, la casa completa, luego estaban las piezas de los solteros, la casa de huéspedes , la gran casa del administrador , y más allá estaba La Maestranza , las bodegas, fundición , planta, aserradero, retén de carabineros, nuestras Escuela, oficinas de administración , y esas casonas que estaban atrás de La Escuela.

Amanece en este campamento dorado, en la noche anterior Toribio Jelves, hizo sonar el pinto a  medianoche, en el Campamento hubo fiesta de año nuevo, en los cerros que atrapan al pequeño Campamento, se encendieron varios salitrones, que iluminaron  El Campamento, como a su vecino Pueblo Nuevo, al otro lado del cerro también había jarana, allí estaba la mina Delirio, con su campamento pero ellos estaban cerca del Cerro Grande.

En El Campamento se cerraba con Arrayanes y Maitenes, traído de Los Castilletes , donde los árboles enraizado de este paraje paradisíaco, todos mantinos tiene los aromas de Los Mantos, salvia, espinos, boldo, ñipas, quillalles, litre, y árboles emigrantes como Morera, pinos, eucaliptos, y en esa casa de bomba, allí el bombero, cuidaba un paraíso.

El lugar de la fiesta era entre La Pulpería, y el Teatro allí con piso de tierra, y lleno de ampolletas de colores y guirnaldas. Desde Ovalle llegaba la música, además el negrito Pino, era el dj con sus vinilos de los 50, 60, 70.

El trago corría como cuando bajaba la quebrada,  cuando el año era bueno.

Desde Pueblo Nuevo, llegaban los pueblerinos, a gastar las suelas de los zapatos, sus remesas del pirqui, a los Mantinos le entregaban un sobres con Los Escudos, billetes grandes , como el diario el mercurio de la capital.

Allí los habitantes se daban el abrazo de año nuevo, con salitrones ardiendo en los cuatros puntos cardinales, y negrito Pino con su vinilo del Himno Nacional, allí un gran emblema Patrios flameaban al vientos en las Torres una en la planta de molienda, y la otra en el huiches que estaba cerca de la cantera, en donde trabajaba Romelio Arrau, y Toribio mientras hacía sonar la sirena. Las aves despertaban en la cantera, esa noche nadie dormiría .

Jelves dialogaba con Toribio de historia que si uno recuerda es lo que está sucediendo ahora.

Pablo Gallardo Habitante del Poblado de oro , mercurio  cuarzo, herrero, músico con su violín, su batería llena de tambores... Hombre de piel clara, amigos de sus amigos, tenía una banda de tres músicos,  sus brazos fuertes, a la vez suave, para sacar melodías de aquel antiguo violín,  casado con la Sra Ester , su familia numerosa, vivían cerca de la Pulpería, a sus puertas pasaba la locomoción, y hacia atrás un camino que nos llevaba al bosque y a la cancha de fútbol, donde el equipo de fútbol era invencible, allí estaba Oscar Castillo, Israel  Pereira, el Pituco Arrau, muchos más, esa cancha era de grandes dimensiones.

Volviendo Donde Don Pablo, recuerdo una escena en el casino del campamento, donde estaba a cargo del matrimonio Jofre Egaña, allí mi Padre aficionado al vino tinto, que por su garganta corría como agua de la quebrada del campamento, allí la banda le tocaba música , allí Pablo Gallardo llevaba la batuta.

Pablo trabajaba en el taller mina, en el oficio de herrero con Valenzuela ,allí el acero se volvía mantequilla, en el crisol alimentado de carbón coke, el acero, se sometió a sus manos fuertes para rejuvenecer. 

Camino hacia el pequeño huiche, que lo operaba Don Romelio Arrau , Anerico , y El Huinchero Rojas. 

Si subíamos esa pequeña Loma encontraríamos la cantera, aún puedo oler , El Paraíso Verde,   ya no existe sólo quedaron los recuerdos.

Aliro Moya administrador de la Pulpería del campamento. Casado con Angelita 
Moya en un sinfín de viajar a la capital, en uno de los tantos viajes, se encontró en la ruta a la Señora Muerte, con su guadaña y su atemorizante traje negro, y su rostro de bella facciones , de un solo golpe cercenó de un solo golpe su cordón de plata, que unía su cuerpo físico, al etéreo. Hasta aquí llegó tu existir Arturo, y allá en esa rutas desoladas quedó tu cuerpo inerte, esperando su cristiana sepultura.

La administración del campamento se encargó de llevar tu cuerpo a la sede del sindicato.

Tu cuerpo vestido de un impecable traje negro, con una camisa alba virgen, como doncella de piel de seda y nieve.

Te calzaron de unos zapatos guantes de suela que a los que te pusieron el calzados le dio envidia. Y te querían hurtar, tus calzados, para tu caminar eterno.

Tu cuerpo frío y rígido fue puestos en aquella , urna de madera de álamo, con un forro de terciopelo negro, algunos adornos , hacían volar la imaginación , que parecía una noche estrellada, en ese pequeño Campamento minero de Los Mantos.

Llegaron los velones para alumbrar tu camino , Aliro, el espacio se inundó de varios olores, flores, humo, alcohol, pena, lágrimas, y el olor a vela encendidas, que consumía cera y pábilos de algodón.
Debajo de tu urna una fuente enlozada con agua cristalina, quizás para que.
Aquellas noches un sinfín de historia relataban los concurrentes, entre tabaco y navegado.

Aclara el día, tus familiares en vigilia, con ojeras oscuras, y mareado, con el olor a flores y alguna abejas, medias pérdidas buscan néctar en aquellas flores mortecina.

En la tarde el corteja se dirige ,hacia Pueblo Viejo, para su rito de sepultacion,  comienza el ingreso las personas que llevan la caja mortuoria con un rígido Aliro en su interior, el sacerdote inunda el interior de la iglesia de incienso, nuevamente se mezclan los olores, concluye, e rito cristianos, y el cortejo de dirigen al cementerios Parroquial, a los pies del Cerro Grande, entre Pueblo Viejo y el Poblado de El Toro, cerca de Punitaqui, con unos cordeles depositan en el sepulcro su última cama eterno.

 Comienza el polvo a inundar el aire de aquel campo santo, y el sonido de la tierra golpeando la madera rompen los sollozos y se comienza a oír el grito de la madera, hasta quedar en silencio y sólo el acero de las palas al lanzar la tierra, se comienza a elevar un montaña y en esa cima clavando una cruz de madera pintada de negro con una letras blancas que dicen tu nombre Aliro Moya tu fecha de nacimiento y tu fecha de partida.
Serás sólo un recuerdo.

El administrador del campamento a tu viuda la Sra Angelita y sus hijos Arturo, Elizabeth hermana Lupita soltera le ofrece que se hagan cargo del casino del campamento, ellas aceptan y ese lugar luego  los parroquianos le colocan el apodos de las cotorras.

 Entre cerros , con olor a salvia, a romero de la tierra, yerba de san juan,  ñipas, el compadre litres que al pasar le saludábamos, y yo le pasaba la mano.

 Mollacas, molles, palqui,  esos olor a bosques, pinos e eucaliptos,manzanillas,  quillay, espino, palqui extranjero, sanguinaria , la pichanilla, materia para hacer una buenas escobas, para dejar  el suelo mantinos,.lustroso , como calzados en fiesta, las moreras con sus moras de varios colores que teñían el suelo de mil matices, cuando los vehículos,  personas, trascurría sus pasos hacia su hogar de la faena diaria, o de la escuela .

El olor a lavandas,  que decir del fiel arrayán compañeros de fiestas patrias, en el Campamento, guallacan, que mi padre en su girar eterno me construyó un trompo,  a Olga mi hermana un collar con un rubí, gracias padre mio, que partiste tan  temprano en febrero de 1973.

En cada hogar habían centenares de árboles frutales, más plantas medicinales, más plantas para enriquecer , el alimentos de cada día.

Y ese paraíso encantado, la cantera, hogar de centenares de aves del inmenso cielo Mantinos, recuerdo ese canal de piedras con cemento, que bajaba de la cantera hasta llegar a la quebrada, donde era un jardín natural donde las campanita de diferentes colores , asemejaban miles de soles , en esa arenilla, que brillaba el oro.

Las Alcaparras, teñían el celeste del cielo, con sus amarillos anaranjados, monte Santo que con la infusión de tus flores, nos recuperábamos rápidamente de las enfermedades.

Y esa tierra era única, mezcla de arenilla de un tono ocre,  tierra suave,  ese hoyo con sus aguas color verdes esmeralda, donde soñaba navegar en una batea, desde la esquina contemplaba, ese pequeño lago.

Cuenta los antiguos pobladores del campamento, que no existía. Ese hundimiento o como llaman en la actualidad evento.

En ese terreno llegaban los circos, y instalaban sus carpas, para sus funciones.

 Bloques rectangular de casas amarillas, y café moro, cada con una letra, de color blanco, era oro al amanecer, plata al anochecer.

Recuerdo después de una gran lluvia, por las calles mantinas encontré pelotitas de mercurio .brasas de plata que en mi palma de mi mano, querían ser océano.

Habitantes,  cariñosos  unidos, que aún a pesar de décadas que emigramos de aquel sitio,  ahora no existe, sólo está en nuestros recuerdos, allí se proyectarán nuestras vivencias por las mágicas, palabras.

 Éramos uno solo, todos hermanos, no conocíamos la maldad.

Existían La Pulpería , El Teatro con sus funciones de cine, obras de Teatro,  giras de artistas nacionales.

Existían pequeños negocios para los habitantes de ese Campamento, la Sra Lucila esposa de Don Liborio Rojas, el negocio del villar, la Sra  Meneses.

Un lugar cerca del cerro donde El Billar, allí había unas mesas de Pool, y también era botillería,  negocios, allí se iba a comprar víveres  cigarrillos;  Nevada, Montaña .

Y bajaban de Manquehua el Sr Canivilo con sus burros con frutas de la temporada, y aguardiente que le traía a mi Padre Don Tomas Eduardo Gatica Fernández, casado co la Sra Lucila Mercedes Araya Rojas, ella era de Pueblo Nuevo, hija de Don Ramón Alberto Araya, Doña Olga Rojas Alfaro, ellos vivían en Pueblo Nuevo  cerca de la llave del agua , cerca de las llaves del agua y al lado de los estanques de petróleo, vivía la Sra. Laura, casado con Don Tomasin,  personajes de Pueblo Nuevo.

Tierra de oro, mercurio , de un colegio Eulogio Sánchez, con aroma a Mora, salvia, ese olor mágico , a tierra arenosa de la quebrada, con su mini selva en la cantera, con todos como una gran familia, no existía, la maldad, no existía la desconfianza, este era un mini a Reino, con sus casa amarilla, con sus letras, por Block, su pulpería, su Teatro, donde nos trasladábamos al mundo de la fantasía, viajábamos a otros países , su retén con tres carabineros a caballos, y sus uvas coco de gallo, y la casa de bomba donde habían árboles frutales,y flores uno subía hacia la puntilla y desde allí se veía verde , era la casa de bomba, que nutria agua para el campamento y para la planta con sus torre que la veíamos en nuestra infancias y también , la miramos cuando trasladarán el gran torreón , de acero , después me dijeron hacia Punta Arena, , yo soy  el Lalo Gatica, hermano de la Olga, hijo de la Sra Lucia y Don Tomás, con la música al atardecer, los boleros, Javier Solís, Lucho Gatica, etc.

Sus comerciante que bajaban en caravana desde maquehua, media luna, centinela, el huacho, agua amarilla, tiempos de glorias Mantos de Punitaqui.
Volveremos a  relatar, de los comerciantes, que  llegaban del campo a vender sus productos Igual la Sra Rosita con sus canastos  con huevitos de gallina de campo, y frutas de temporadas como las peras de Pascua, pera chancha, brevas con sus hojas lechosas, empanaditas de alcoyota con betún de clara de huevos y azúcar flor, granadas, y recuerdo un libreta donde anotabas las cuentas y en ella llevaba las tablas de multiplicar,  y una pesa de mano de broce reluciente ella llegaba en los buses que venían del campo y su meta era la gran urbe de Ovalle.

Recuerdo a El Señor Alamiro con sus helados de canela que él lo fabricaba ,  en su carretón añoso, tirado por su fiel burrito recorría el Campamento con sus obras personales, que aún que han pasado miles de décadas aun en mis labios están los sabores de esos ricos barquillos, y si. comenzamos a caminar, estaban los departamentos de los solteros,  allí había una carnicería que trabajaba Don Ruben Maldonado , casado con la Sra Olga Perez se conocía como filete.

 Estaba casa casa de huéspedes ,  cruzando la calle el casino, más allá las oficinas de administración , hacia abajo estaba la quebrada,  al frente estaba la planta de mercurio,  las minas de donde sacaban oro, mercurio, y mas minerales.

Si continuamos por la avenidas de moras, llevamos a la casa del administrador,  la casa de huéspedes.

Antes habían unas canchas de tenis, al frente una multicancha, donde desde la escuela nos llevaban hacer educación física .

Estaba la Maestranza ,   allí mismo estaba la fundición , y al lado  El Retén de Carabinero,  al frente  nuestras Escuela  Eulogio Sanchez, en forma de U ,  al lado una casonas mas grandes donde vivían Los Goñia, Los Zepeda, Silva, etc..  hacia el cerro que nos separaba de la Delirio, estaba la Gran Planta, con su grandes relaves de minerales que estaban lleno de oro, más allá exista el Campamento El Alba, con su Gran Casa de Fuerza con el enfriadero  y sus estaque de petróleo , y allí estaba Pueblo Nuevo.

El Campamento era de concreto armado con palos de Robles, y piso de madera en el sector del teatro y pulpería, las casa de los costado tenían su cocina y baño, con ducha y para el excusado sobre había un estanque de fierro fundido y uno tiraba la cadena, y en la cocina eran de 3 x 3 metros con una cocina de fierro fundido que se utlizaban leña, en ese tiempo estaban saliendo las primeras cocinas a gas licuado , esto era por los años 50 a 73 luego este campamento fue arrasado en el gobierno militar. Tenía una sala a la entrada , luego un dormitorio, la cocina el baño y un patio inmenso , en este campamento , tenias luz, agua, alcantarillado , cine , teatro posta, escuela.

Una pequeña capilla, a cargo de la Señorita Delia , recuerdo que pequeño recorría las calles del campamento, invitando a los feligreses al mes de Maria, o a una misa dominical, con una campanita de bronce, lo que es la vida, a pesar que han pasados varias décadas aún hago sonar una pequeña Campanita de bronce, ahora para llegar al presente al Aquí y Ahora.

Pulpería, carnicería, botillería, negocios, y una micro de Don Jorge Roco, en la cuales nos traen , al circo, a la fiesta del niño Dios de Sotaqui, fiesta de La Virgen del Rosario de Andacollo, a la Virgen de Manquehua, que hacen la fiesta el ultimo domingo de octubre, en esta micro nos traían a la Herradura , Tongoy, Guanaquero, y esta micro en ese tiempo venia a Ovalle pero se realizaba una sola vuelta nos traía templando en la mañana y retornaba en la tarde , y salíamos del mercado municipal de Ovalle.

Año 1955, llega al Campamento un circo los jotes humanos, con su domador de leones, su elefante Dumbo, y los monos motoquero.
Los niños corren al lado de la caravana , desde pueblo hasta cerca de los corrales por allí estaba El Teatro, la Pulpería y el Economato, un especie de mini Moll, con hortalizas, víveres, y módulos de talleres femenino, donde tenían máquina de coser, y gastronomía y pastelería.
 chilena.
Corren los pelusitas con su rostros radiantes de alegría, unos payasos gritan pasen el domingo hay función matinee,  vermunt, y noche.

Desmontaje del los cacharros, y comienzan el armado, cuñas, combos iban y venían.

Los Pequeños Mantino, miran a los monos , y de repente ven a uno que con un palo , hace como si está tocando un violín, uno grita el monito violinista, y otro grita Don Pablo toca el violín, la batería.
Y otro pelusa grita es El Monito Pablo.

La Sra Olga De Maldonado, le llega de los trigos , harina blanca y harina candeal, le dice a Rubén más conocido con Filete, pues trabajaba también en una carnicería y a todos le ofrece Filete de primer corte.

Ella comienza hacer masa madre, para hacer el buen pancitos amasado para el tecito, en ese campamento algunas cocinas tienen un horno, con grandes planchas de acero sus chimenea, con leña que traían en caravana, en burros y mulares desde Manquehua, media luna, los castillos, y algunos de viña  vieja.

Un kilo de harina, medio de harina integral, una malta , ante que se la tome  Rubén, y un litro de agua.y la guarda por 24 hrs en un aparador de la cocina.

Amanece cerca de la mina enviado oxígeno a las galerías subterráneas en la casa de compresores un trabajador conversar contigo consigo mismo.
Toribio le pregunto a Gelves, iremos a tomar al rancho, donde las cotorras.que dices Gelves vamos Toribio , a medio día en el descanso.

El Huichero Rojas , sacando y enviando a gente en la jaula, a las galerías

Braman las torrentosas agua , caídas del alto cielo, por un temporal de Julio, bajan por las quebradas de los Castillos, del Salto del agua , por aquellas rocas vivas pulidas por lluvias anteriores, pasa cerca de la casa amarilla, quedan aislada los habitantes de Los Mantos, Delirio, Pueblo Nuevo, Los Mantinos miran  danzar  las aguas turbias, que van en bajada a unirse al Estero de Punitaqui,  desde allí conocer ese océano Pacífico, fundirse , con las aguas saladas, llevando pepitas de oro, que codician los hombres, para amasar su poderío, aumentar sus egos personales. 

Quedan por la ruta esos minúsculos soles, de la Pachamama.

Varios poblados aislado, pero felices por las bendiciones del cielo, esas aguitas dará alimentos a las napas subterráneas, desde allí esos molinos de viento, girarán, sacando agua de las profundidades de la bendita tierra , para la sobrevivencia de la flora y fauna . 

También nosotros somos los depredadores, saqueadores de su vida y riquezas ,y somos contaminantes, por nuestra avaricia,y hambre de poder.

En las casa saldrá olores a picarones, con chancaca,  esas teteras de negro rostro, cantará llamando a tomar tecito, con picarones.

Después de los grandes aguaceros del invierno, llega la Señorita Primavera, con las llanuras, y cumbres tapizadas de una armonía en verde

La Administración del Campamento, tienen y en marchas en celebración dieciochera, comienza remozando, el Campamento , el Pueblo Vecino es pintado con cal, preparado con pencas de Tunas, más sal, ellos lo habían , dejado en remojo la cal, con los otros ingredientes.
En cada vivienda , por más humildes, flamea el emblema Patrios.

En la entrada hacia el Campamento , un gran letrero electrónico, de ampolletas, pintadas de blanco, azul, y rojo , con una sincronización de las luces, que los mantinos, nos quedamos atónito, por tanta tecnología.

En este tablero iba una lectura 
 VIVA CHILE
1810 *** 1969.

La avenidas de mora se pintaban de blanco, con cal, y se engalanaban de guirnaldas tricolores. 
Las acacias, perfuman cada rincón del campamento, los rosales de la administración, y de la casa de huéspedes; son un Arcoiris, en cada hogar la primavera, era una invitada de la naturaleza, los mantinos, le copian y vienen a Ovalle , en la micro de Don Jorge Roco, a comprar pieza de géneros , para tener sus trajes de China, y los varones, se mandan a confeccionar , sus pinta  , en las sastrería de la capital provincial, para las fiestas patrias.

En Pueblo Nuevo, van cobrando por pintar las casas, y está el acarreó de agua en dos grandes tarros con un palo con dos ganchos .

Varios niños, llevan las viandas, enlozadas, de un albo radiante, y una tapa negra, y gancho negro, y en la parte inferior un enlozado reforzado, con respiradero, donde iba brasas encendidas de carbón de espino, para mantener calientes , los porotos, con trigo majado, y un causeo de patitas de vaca, con papas cocidas, y un poco de ahí color, con comino.

Otros escarbaban la tierra, buscando en el pirquines, con su capacho, apilar una remesa, que le diera buena ley, y tener algunos Escudos, para gastas en esta próxima fiestas Patrias.

El Administrador Horario Gallo, entrega fondos al sindicato, para las fiestas del 1969. 

Parte una camioneta hacia la capital Santiago de Chile, a traer fuego de artificiales,  globos de papel, que con Calor se elevarán por los cielos del campamento.

Un camión con un par de trabajadores, con un par de machetes, se dirigen hacías la quebrada de los castillos, a buscar montes para ser la ramada oficial en en corral, en que estaba en un sector la Pulpería, en un sector, en el otro costado, una oficina,  el Teatro del campamento y un inmueble del sindicato, allí seria la fiesta por una semana de jarana.

Una media docena de trabajadores, comienzan a cerca el corral de maderos de color café moro, con las ramas de arrayanes, y alambrado, para afirmar, el cerco.

Comienza a pintar las ampolletas, y a colocar las decoraciones tricolores, y se publica , el programa, cada sector del campamento, tendrá que decorar su pasajes, el día 17 comenzará una comitiva a recorrer las calles, para que la mejor se llevará un trofeo, más otros premios , bebestible, y comestibles.

Los Maldonado Perez, comienzan hacer volantines, los Palmas hacen unos cometas gigantesco, que lo harán volar en La Papilla , de Los Mantos el 19, y el 20 a La Papilla de Pueblo Nuevo.

En La Escuela Particular n 20  Eulogio Sanchez Errázuriz, ( Eulogio, fue el Presidente de La Sociedad Anónima Minera Los Mantos de Punitaqui, el fue un gran aviador, cuando se le puso el nombre , el había fallecido,  en su memoria, La Escuela llevaría su nombre.
El Director en ese tiempo era Enrique Chiu
Profesores : Ana Maria Espejo, Nila Rojas, Ema Carvajal , Yolanda Toro, Patricia Guthie Veliz, Luis Salinas.

Y al frente El Retén con los carabineros Alberto Opazo, Oscar Bonilla

El invierno fue regado, entre junio y julio, las cuelgas para los santos, las Carmen, las Rosas, Juanes todos en alianza con Isidro, con su compañero El gigante vigía (Cerro Grande) , con su gorro de nubes, copiosas lluvias dejan  caer .

Cerca de la casa amarilla, hogar de Esteban Alfaro, el poeta del salto del agua, los goterones con sus círculos a su alrededor ,  esas gotitas de vida , bailaban en esa laguna donde Esteban se baña , juntos a los zorzales y codornices.
Más abajo en el campamento de las cocinas humaredas de sabores .

La Sra Antonia , trigo tuesta en la oscura cayana, pronto  aromas a harina tostadas, será el aire que vamos a respirar, la sra Claudina prepara lana de oveja, para rellenar un par de libros, tiene muchos pedidos, esos libros que te sumergen en el mundo de los sueños abrigadito.

Este año el año del amor 69 nueves que tratan de mirarse, pero son números de placeres eróticos.

En la calle principal riachuelo de mercurio saltan por esa arenillas típica del Campamento.

Bajan bramando por las quebradas de los altos de los castillos, en la canteras, se refugian aves del cielos,  las aguas de la cantera bajan rápidamente, van apresurada la señorita agua, a juntarse con sus hermanas en la quebrada de Los mantos, por las rocas pulidas del salto del agua, desde las alturas Miles de gotitas saltos mortales , digno de medallas de oro , olímpicos, saltan estás niñas transparente.

En El campamento escuchan las voces del agua que cantan vamos al mar .

Toribio en su trabajo en la sala de compresores enviando aire , a lo que están en los subterráneo de los mantos, escarbando la tierra, oro , mercurio, cobre, tanto elementos de la Pachamama, de pronto Jelves comienza a dialogar con Toribio, está linda la lluvia,  le dice te recuerdas de tu pensión en Pueblo Nuevo , que se llamaba "Los Mantos", allí también estaba el Molino Rojo, El Singapur, allí donde La Lupe , varios clandestino , donde La Sra Olga Baeza, Partera de Pueblo Nuevo, donde  se pasaba bien, sobres esos libros de lana , los parroquianos hacían el amor.
Cuentan que desde Ovalle traen las buenamozas de viernes a domingo y el lunes regresaban a la gran ciudad.
las Ovallinas, llegaban en El Patito,  la Esmeralda.

Pueblo Nuevo tenían faroles a carburo, que unos niñitos por unas chauchas, encendían farol tras farol, esos niñitos ,( mi madre Lucila, con mi tío Efrain y el Pepe eran aquellos niñitos que encendían aquellos faroles), cual luciérnagas aquel Pueblo Nuevo, con sus faroles brillaban en aquella noches noches estrelladas.

Entre los Mantos,  Alba y Pueblo Nuevo, estaba la gran casa de fuerza, de allí enviaban la energía eléctrica al campamento, de cuentos de hadas.

Toribio con Melania,tienen una  pensión a lado de los relaves, refugio de los renegados, Jelves tu señora Melania que cocina bueno, si le dice Toribio es el amor de mi vida, por ella late mi corazón.

Toribio toca el pito de las seis de la mañana , para el cambio de turno.
Se humedece la tierra, por los cerros del salto del agua , el Padre Sol, comienza a alumbrar caminos de oro, en los copaos gotitas de agua se transforman en Miles de colores con los rayos de sol.

El Padre Sol abriga esas semillitas dormidas, se lavan el rostro , saldremos a mirar el paisaje dice unas,  anañucas, las salvias reverdecen, las alcaparras, están radiantes, las moreras, miran el oro de las casa del campamento con sus letras de plata.
En la cantera El paraíso, las avecillas cual gallo despiertan al campamento con la fiesta que tienen, vamos a tener comidas cantan los pajaritos.

Manuel Rojo era el sereno de la planta de Mercurio,  vivían en donde estaba el puente, frente de la cancha de fútbol . La Señora Juana, manos de angel, era una chef, por su cocina,su Gourmet era comida energético, la cocina Mantina , era de los mejores restaurantes, ella tenía pensionistas, cómo Toribio con Melania, que en Pueblo Nuevo, tenían su Restaurante llamando Los Mantos por allá en la década de los 40.

José Rojas en el huinche , la Sra Malvina Cortés, con  sus hijos e hijas lleva la vianda con el  almuerzo, a quien todo conocen en El Campamento cómo Huinchero Rojas, este año las lluvias han sido generosa, habrán alfombras verde esmeralda, en la cancha vieja, se va a celebrar la Pampilla Mantina, entre el campamento  la quebrada, en aquella cancha de cordillera a mar, dónde juegan los valientes.

Deportivo con sus estrellas de los 50 , con el guardavalla Goñia, en la cantera ella Malvina Cortés trae un manojo de ramas de salvia, aromas a naturaleza, aroma a Reino de Paraíso,usurpado por la avaricia, para traer las joyas del Reino de La comarca del Los Mantos.

 Sra Malvina Cortés con una memoria prodigiosas, relata a sus hijos e nietos, la vida en aquel místico hogar,con olor a cielo, La Madre Reina , la Reina Sobreviviente,  ya partido sin ante dejar maravillosos recuerdos,es la gran Madre para sus hijos / hijas,nietos / nietas, bisnietos/ bisnietas, tataranietos/ tataranietas.

Reina Madre, madre de todos/ as .
José y Malvina, están reunidos.
José va al casino , allí los ausentes pero siempre presente, beben, dialogan.
Para ellos la vida continúa allí, aunque aquel campamento no exista en la forma física, en dimensión desconocida existe.

 Ayer en la micro de Jorge Roco, del mercado de Ovalle , la Sra Malvina, regreso a sus Mantos de ensueño, José le dice te vengo a buscar esposa mía , amada te extrañé, ella mira al interior de la micro azul, ella felíz va de regreso a su casa , en el campamento habrá fiesta, en el corral por los parlantes del sindicato ,hay música, de los hogares tenue humareda, con aroma, las otras madre, preparan, los bocaditos, hoy habrá fiesta ,arriba La Reina Madre, los Mantos con la tricolor en cada casa, en el torreón del huinche grande, está la gigantesca bandera tricolor, en la pulpería , están todos los Mantinos que vivirán por siempre allí, mi Padre Tomás, con su negrita mi madre Lucila.

Roble con su atuendo Albo, está con una guitarra, los Guthier, los Pereira, Gallardo, Órdenes, Maldonado, Olivares Tapia, Arraus, Astudillo,Jelvez, Pedraza, Newman, Meneses, Verdejo, Letelier, Muñoz, Montenegro, Veas, Billar, Montaño, Carvajal Elgueta Goñia, Quilot, Ureta, Rojas, Araya, Silva, Garay, Godoy, Jofré, Escudero, Valenzuela, Palma , está Toribio , a lado de Osvaldo Cuello, preparando para inmortalizar  con su cámara fotográfica con películas en blanco/negro,para dejar en negativo sensible .
La llegada de la  Sra Malvina Cortes y tantos que viven y vivirán por siempre.  

Gatica Araya 

sábado, 1 de julio de 2023

Ramón Rubina Gajardo Poeta

Tren a las nubes
Lo que mueve a una locomotora a vapor es el ciclo del agua. La naturaleza, su reproducción, encerrada en un cubículo de hierro para que el agua, antes de volver a su estado líquido, empuje a un émbolo y mueva la ferretería de aquel rinoceronte metálico, al que mi niñez vio desplazarse por los rieles, echando humo por la nariz mientras esperaba a los incautos pasajeros en las infinitas estaciones de aquel mundo, húmedo aún de paraíso. En las noches, desde la casa de mi abuela, podíamos ver su gran ojo de fuego taladrando el túnel lleno de estrellas por donde volaba. Sepan ustedes que, después del crepúsculo, los trenes ya no son rinocerontes embistiendo la lejanía y dándole cornadas a la luz mientras avanzan. No señores. En la noche las locomotoras a vapor se convertían en escamosos dragones, raptaban a los niños y abriendo la puerta de los sueños se los llevaban volando al fondo del mar. ¡Cómo! ¿No lo sabían? Bueno, les contaré que el mar era un estanque azul y lo que hacían estos dragones era abandonar a esos niños en sus jardines, precisamente para que al verse solos lloraran y, con sus lágrimas, el mar tuviera la sal necesaria para llamarse mar. Sólo cuando aquella extensión marina tuvo la sal suficiente, las locomotoras a vapor desaparecieron de la faz de la tierra.
Mi papá, en su niñez, sabía todas estas cosas. Por eso, casi adolescente, se arrancó de su casa, en realidad una pieza de tablas manzaneras, acompañado de su amigo Tomasino. Ambos se subieron al Longino, el famoso tren nortino, rumbo al puerto de Coquimbo donde esperaban embarcarse en un navío carguero, recorrer el mundo y, como los personajes de Joseph Conrad, aventurarse en los mares indescifrables de la vida. Estuvieron a punto de lograrlo. Mintiendo acerca de su edad, por lo demás cosa que a nadie interesaba en ese tiempo, consiguieron la cartola de embarque y para celebrarlo se fueron con su niñez a una función de circo, pues se despedían de ella y nada mejor que la magia de ese mundo de nunca jamás. Mundo en el cual habían conseguido varias patadas en el culo, dadas por los enormes zapatos payasiles, intentando meterse por los bordes de la carpa. Eran pobres y los niños pobres saben que para soñar hay que recibir muchísimas patadas en el culo. Aunque esa vez no fue necesario, pagaron su entrada.
Yo aún los veo. Sentados en las gradas de madera e intentando olvidar el miedo al porvenir, asustados por el fantasma de lo desconocido, en tanto el mar golpeaba las orillas cercanas, redoblando su llamado, cada vez con más insistencia y a ellos fingiendo reír con los tonis, asombrarse con los magos, sobresaltarse con los trapecistas, además de recordar la dura escarcha de la pobreza, colgando del harapiento racimo del cité, donde vivían con mi abuela. Y el objetivo final de su travesía: el pan, Ítaca de los infortunados. Y de todos aquellos navegantes, náufragos del oscuro mar de la miseria. Ahí están los dos, guardándose sus lágrimas, sin mirarse para que la eternidad del amigo no se entere de su flaqueza. El mar, conociéndolo todo, ha indagado el alma humana durante miles de años, entra en la carpa del circo y ellos escuchan el canto de las sirenas. O de Circe, la hechicera, ofreciendo un futuro de riquezas, atrayéndolos a esa otra isla, en el mar de las apariencias, donde esclavos de la avaricia serán convertidos en cerdos, como los amos de este mundo, sin darse cuenta. De pronto suena el pito de otra locomotora, un tren ha llegado al puerto. El mar, con sus encantamientos, traga sables, serpientes de oro, peces de fuego y espejos sin fondo, retrocede con su máquina de nubes. Ambos alzan la mirada y ven, con espanto, que mi abuela, inexplicablemente contaba papá, apareció en el interior del circo. La vieron caminar, levitaba al parecer, pues nunca, a pesar del silencio de los espectadores ante los malabaristas, escucharon sus pasos, ni su voz, ni los gritos con sus nombres, sólo el llanto de vidrios rotos que los buscaba entre el gentío y, para ellos, más fuerte aún que el vozarrón del “señor Corales” anunciando a los leones comedores de gatos, burros y perros en todas las provincias de Chile. Mi padre guardó toda su vida esas lágrimas en el bolsillo de sus camisas. Recordaba que su mamá, sollozando, lo abrazó, junto al Tomasino. Ambos amigos se miraron, uno de ellos debía quedarse. No podían dejarla sola. Y, como hijo, a él le correspondió tal suerte. Luego de despedirse, al borde del muelle, mientras el Tomasino se internaba en el océano, del cual nunca más volvió, papá y mi abuela subieron al tren para regresar a Ovalle. Años después, aún subía al mismo tren, llegaba a Coquimbo, se embarcaba en ese carguero y seguía los pasos de su inolvidable amigo. Pero siempre, antes de embarcarse, alguien lo detenía. Aunque esta vez no era su madre. Éramos nosotros, su familia, llamándolo desde el solitario muelle de sus recuerdos. Entonces bebía y, por ser tal vez su hijo mayor, me miraba con rencor, escuchando el regreso de la locomotora a nuestro pueblo. Y el sonido del mar que, en la desierta playa de aquel sueño, dejaba para siempre los cuerpos resecos e informes de las sirenas muertas.
Pero, curiosamente, fue mecánico de ajuste y montaje en la maestranza de Ovalle, trabajando para los ferrocarriles de Chile. Maestranza donde los destripó como a ballenas, para armarlos nuevamente, conociendo al dedillo su mecanismo de nubes y fuego. Y así lo conocí, sobre un tren, al que yo salía a encontrar en los faldeos del cerro Bellavista cuando volvía a casa, a las once treinta de la mañana. Mamá lo esperaba con el almuerzo listo, nadie podía molestarlo cuando lo hacía. Nosotros permanecíamos en el patio, jugando bajo el damasco, y éramos felices sin darnos cuenta. Me detengo ahora, me siento abrumado por esos años perdidos como los relatos de mi infancia. Más adelante les contaré como realmente conocí mi primer tren, el más inolvidable, el más perfecto y, aunque nunca me subí a su locomotora, soy el maquinista. Con él me pierdo entre las nubes de papel y palabras de carbón, recorro el cielo, entro en mi infancia, vuelvo a la escuela, al patio donde juegan elefantes, camellos, cebras, caballos árabes, ponis, domadores, payasos, malabaristas ¡El circo! ¡El circo! ¡Ha llegado el circo!
Los griegos pensaron mover la tierra con una palanca. Al no encontrar un punto de apoyo fracasaron. No se imaginaron que algo tan sutil como el vapor pudiera tener la fuerza no de mover la tierra, pero sí de levantar y movilizar pesos más grandes que los enormes bloques de sus templos. Durante siglos y siglos la tracción animal, como la humana, fue aplicada para levantar y trasladar los materiales necesarios para construir la civilización. Aunque el viento y el agua, en su forma líquida, fueron esenciales para aquellos menesteres no reemplazaron la tracción animal ni la humana. Ambas fuerzas eran volubles, manejadas por dioses caprichosos cuya ira desataba sequías, tormentas, inundaciones, todas de fatales consecuencias, paralizando el progreso, destruyendo los avances, produciendo hambrunas y, sobre todo, dejándonos a merced de aquellas bestias creadas por los dioses para que entendiéramos a quien pertenecíamos, cuáles eran nuestros límites frente a su reino.
Una tarde, en pleno verano, mientras conversábamos sentados bajo la sombra de un árbol, y capeábamos el sol, el cielo se llenó de nubes tan negras como la sala del Nacional, nuestro cine de niñez. Al mirar aquello, nuestro asombro palideció, vimos a un gran carro de cristal, con ruedas de fuego y tirado por cuatro caballos aún más negros que las nubes recorriendo el aire de los presagios. Sobre él, chasqueando un látigo de muchas lenguas un hombre de armadura, y tocado de plumas brillantes, recorría el espacio dando gritos mientras azotaba a las nubes. Lo seguía una multitud de guerreros emplumados, armados de hondas y lanzas. Con las hondas arrojaban enormes piedras que al atravesar el aire producían una gran luz y caían con gran estruendo en los cerros. Cada vez que el hombre hacía restallar su látigo, esas enormes leguas aullaban, se incendiaban y golpeaban la tierra. Viento y agua. Luz y fuego inundaron el valle. De pronto, el hombre, al darse cuenta de nuestra presencia, detuvo el carro. Sin bajarse nos miró. Nos pareció más sorprendido que nosotros. Tal vez porque podíamos verlo. Luego bajó del yelmo una especie de máscara, tenía forma de perro, para cubrirse el rostro, e intentó golpearnos con su látigo, pero falló, sus lenguas azotaron el pasto reseco y produjeron un gran incendio. Bueno no falló totalmente, al menos conmigo, me dijo el viejo Benito, mostrándome la cicatriz que recorría su mejilla derecha, internándose por el hombro hasta la cadera.
Fue una extraña y larga lluvia. Nadie la esperaba ese verano. Se perdieron las cosechas, la fruta se pudrió, los senderos se cortaron y los puentes carreteros decidieron partir al mar. Los camiones no estaban hechos para esos menesteres de barro y agua. Muchos fueron los que se arriesgaron, en mulas o carretas, tratando de llegar al alimento por huellas y recovecos, pero las inundaciones de los ríos, los despeñaderos de las quebradas, no tuvieron respeto con aquellos arriesgados. Desde mi casa, en un alto, los veíamos pasar como sombras, dando gritos para perderse tras la puerta de la lluvia. Sabíamos que no volverían. No, no morían en alguna orilla del frío, junto a sus animales. No regresaban, pues si llegaban a alguna parte, las cansadas bestias se negaban a la travesía y se quedaban quietos, a pesar de los guascazos, los insultos y los ruegos con olor a aguardiente. Y debían quedarse ahí, mientras sus familias temblaban de hambre y desesperanza. Otros simplemente se devolvían o se extraviaban, apareciendo días más tarde, sin mula, ateridos y hambrientos. Pasaron muchas cosas en esa lluvia ¿Se acuerda Amable? Usted estaba niño, le decía otro aún más viejo ferroviario, como don Benito, mientras tomaban vino y yo escuchando. El rio, enorme por la tormenta, encabritado, salió más allá de sus orillas. En las noches, retumbando, se llenaba de luces y en una de esas, mi comadre Juana, sus hermanos, también yo, vimos un enorme galeón subir corriente arriba. Podíamos escuchar las maldiciones, los gritos, las órdenes y el sonido de las velas del barco azotadas por el viento y el agua. Como estaba oscuro, atisbábamos algunas formas que se desplazaban en la cubierta con faroles en las manos, observando las orillas, las casas en tinieblas que tiritaban, desmayadas por el miedo, tratando de no hacer ruido, evitando los crujidos y redoblando el silencio para que los piratas no desembarcaran ante nuestras ventanas. No sé cómo fue más arriba, pero en la nuestra no se detuvieron.
Así fue, al amanecer empezaron a navegar en el cauce las ruinas de la tempestad. Berreos, relinchos y cuerpos hinchados de animales flotaban en el rio. Entre camas de bronce, muebles destripados, árboles con sus raíces al aire, desvencijo de construcciones, puertas e inútiles ventanas podíamos observar ataúdes corroídos, ya orinados por el tiempo y cadáveres que parecían huir de una desgracia más terrible. Los piratas decían las gentes. Habían desembarcado y saqueado los camposantos a lo largo de la rivera del Limarí, abriendo tumbas, despertando muertos a los que encadenaban, subiéndolos al galeón para venderlos quien sabe dónde, mientras le sacaban el oro de los dientes, aros y argollas de matrimonio. Y luego de acuchillar a los animales, bebiendo sangre fresca de cabras, ovejas, mulares, caballos, machos o gallos cantores, de todo lo vivo encontrado en su camino, y  arrojarlos a la corriente, se devolvieron rumbo a la nada, ese lugar más profundo que el cielo donde surcan alumbrados por estrellas negras. Aunque no es la eternidad. ¿No me cree? No sé, cuento lo escuchado y visto, a lo mejor no es verdad. Pero es cierto. Mientras esto sucedía, horas más tarde, a las seis treinta, después del domingo que le digo, sonó el pito de la maestranza. Entonces los trabajadores, los tiznados, a pesar de nuestras desdichas, y dejando a nuestras familias, acudimos a su llamado. Cruzar Ovalle era otro lance, el agua nos llegaba a la cintura, la gente apagaba la luz y cerraba las cortinas al vernos. Con esos trajes amarillos de látex semejábamos apariciones, seres emergidos de aquellas aguas retorcidas bajo la extrañeza del alumbrado eléctrico y los peces muertos de las sombras esquineras. Pero llegamos. Aun veo las locomotoras, recién despiertas, con sus focos encendidos, echando humo, nerviosas y dispuestas a entrar a la lluvia, rompiendo los muros de la humedad para llevar lo que necesitábamos, cajas de alimento, abrigo y carbón a la ciudad y sus alrededores. El maestrancino, el nuestro, el tren de los tiznados como lo llamaban, pues nos llevaba por la orilla del cerro Bellavista, dejándonos cerca de nuestros hogares. Almorzábamos y nos regresábamos  en su paciencia de coque y humo, parando en cada ocasión y tocando su flauta a vapor. ¡Ya es la hora! ¡Ya es la hora!, gritaba. ¡Salud!
Así no más era, bajo la lluvia recorrimos las estaciones, dejábamos la alimentación, las frazadas, colchones y carbón. Al llegar, el tren, como sombra bufadora, hacía retumbar la sirena. Eran estaciones abandonadas, el agua, y el pobre inspector, temblando nos recibían. En general los habitantes de los poblados, con la excepción de dos o tres ranchos de adobe, acostados eso sí, para resistir el peso del tiempo, vivían lejos de ellas, tras las lomas, desperdigados como lagartos en el invierno. Pero no sé cómo, apenas el silbato de la locomotora principiaba a sonar, la estación se llenaba de hombres, mujeres, niños, algunos con sus burros, la mayoría de infantería, para llevarse la necesidad a sus rucos de barro pajero. ¿Sabe lo que yo creo? Que se convertían en piedras, durmiéndose acuclillados, abrazándose las rodillas mientras duraban las desgracias, que eran muchas, y despertaban cuando las cosas empezaban a cambiar, sacudiéndose la pedrosidad de su letargo  y salían nuevamente a principiar la vida. Esa noche fue así. Siempre era así.  Aparecían, no otra cosa, en cualquier día y luego se perdían caminando, haciéndose transparentes, agujeros de aire, sostenidos por sus nombres, pues si no los nombrabas no podías verlos. En otras ocasiones se enrollaban bajo el calor, se empiedrificaban y salían a caminar por la distancia al llegar la fresca, después que el equipajero se iba traqueteando al mar. Pero ese lunes, en la tormenta íbamos de estación en estación y en todas la lluvia resultaba diferente, incluso su olor, en algunas el agua era verde, en otras morada con olor a cilantro, a cabra mojada en la siguiente, toda amarilla. La mejor, dónde la Mariquita, todo paico, men
ta, malvarrosa. Ah, era muy linda ella, su cantina parada obligada de los carrunchos. Dicen que no se casaba porque estaba muerta desde joven, virgen murió y, mientras no perdiera la telita, la muerte no venía a buscarla. Un día desapareció. Quién sabe quién fue el suertudo. Pero también en Ovalle entregamos lo importante, bueno al menos a quienes vivían en el cerro, una torta de barro y mierda cuando la lluvia. El canal se desbordaba y, los aledaños, faldeos abajo se llenaban de lo mismo. Tres días. Tres días fuimos y vinimos con el tren. Cuando se terminó el aguacero descansaron las locomotoras, tosían, enfermas tuvimos que repararlas. Sabe, los únicos puentes parados fueron los del ferrocarril, aguantaron, y pa que no se cayeran los trenes pasaban en puntillas. Si hasta daban su pasito de ballet. El último tren se suicidó, eso dicen. 
Resultó, como le dije, que el vapor, etéreo, informe, casi banal y asimilado a lo vanidoso y débil de lo que consideraban el mundo femenino, esa fuerza como un desmayo, amputada del agua, podía levantar pesos y acarrear masas muy superiores a los del esfuerzo humano, cuya energía estaba supeditada al látigo como la del vapor al calor emanado del fuego. Pero fue ignorado y relegado a las cocinas, lacayo de ollas, teteras y parlaefímero que anunciaba el momento del furor de su antiguo amo, el agua, lonja arrancada por los humanos a Poseidón. Así, el hombre y el mulo estuvieron durante generaciones en el mismo nivel social, utilizados como fuerza de trabajo por las castas dominantes. Durante un tiempo, nuestro héroe también fue utilizado en los baños públicos, para la limpieza del cuerpo, desollar contrincantes al poder político, en las representaciones teatrales y encargado de eliminar espinillas. Como ven, atado a actividades secundarias. Los ingleses, piratas del comercio, buitres del oro, entendieron que mejor esclavo que un hombre resultaba el vapor. Pues, en su apariencia debilucha, podía ejercer una fuerza de hércules y realizar los trabajos de cientos de trabajadores, ya el salario miserable existía y la conciencia de la alta burguesía quedaba en paz, abaratando costos, ganando tiempo y recurriendo a la caridad para que el viejo esclavo, ahora obrero mal remunerado, no tosiera sangre en las calles y muriera tras las paredes de horrorosos hospitales. Quede claro, no se culpe al vapor del estado de las cosas del siglo antepasado. Ni al petróleo del estado del siglo pasado, ni de este, a la energía atómica que amanece en nuestro horizonte de comercio y usinas. Este es el problema humano ¡La avaricia! Pero, bueno, en las fábricas comenzó el vapor, en conjunción con ejes, pistones y engranajes a revelar su potencia, sin látigo, sin salario, acuciado por el calor que el hombre aplicaba al agua, la que al sentirse desollada salía gritando junto a su piel, el gas llamado vapor, y pasando por émbolos que lo exprimían realizó el trabajo de cuatro obreros, luego de cien y de miles a través del mundo y las transmutadas industrias. Donde se precisaban veinte cabezas de familia, necesitados de llevar el pan a sus casas, se ocuparon tres. Lo que abarató la mano de obra, que tuvo que ofrecerse a precio de ganga, pues los trabajadores de estas fábricas  sobraron, como en todas las demás, produciendo, por lo mismo, hambruna, prostitución, delincuencia, hacinamiento y sobre todo, explotación y enfermedades. Como también grandes fortunas, mansiones, orgullo, vanidad, usura e indiferencia ante el dolor humano. Además las mejores novelas sobre esta situación denigrante, a la cual estaba sometida la aún llamada clase baja, del escritor Charles Dickens. Si bien el hombre huyó de la explotación rural a la ciudad, en esta no tuvo salida. Las ciudades son círculos concéntricos que a medida que se alejan del círculo más central, acumulan más pobreza en los  círculos más grandes y lejanos. Pocos son los puentes que unen estos círculos, la especialización y la educación parecen ser los más transitados, aunque no resuelven el problema. El ayer explotado, a su vez, explotará al del círculo inferior o ayudará desde su título profesional a que lo exploten. Son los principios los equivocados. No es precisamente una sociedad basada en la economía libre, ni de social mercado, una monja de la caridad. El oro es el becerro, los economistas sus sacerdotes, encargados de explicarnos los oráculos, mientras en la bolsa de valores nos dan o quitan los favores de ese becerro de oro ante el cual se arrodillan, pues no desean derribarlo, a lo sumo darle otra forma, de cerdo de oro o faisán dorado, todas las naciones del mundo. Quizás en este siglo reaparezca el verdadero revolucionario, el que por fin nos diga “El rey está desnudo” y comprendamos que el áureo vestido, tejido por la avaricia, ha sido y es una estafa y el mundo vuelva a ser lo que nunca fue, una comunión entre hombres libres, construyendo la senda de la fraternidad humana, por donde transitemos grabando en cada piedra la ley, la gran ley: “Amaos los unos a los otros”- Tenía yo quince años cuando, subiendo al tren, me lo dijo  Vicente, el viejo anarquista, ferroviario de tomo y lomo en la estación donde esperaba para marcharse, sin equipaje, rumbo al mar de donde no volvió jamás, una tarde de agosto. Entre los rieles, agitando su lámpara, el guarda agujas de Juan José Arreola, corría por las páginas del magnífico relato del mejicano a quién nunca he dejado de admirar.
Mi primer tren, sin embargo, no echaba humo ni pintaba nubes en el cielo del comedor en mi casa. Tampoco necesitaba carbón y me bastaba girar la llave que le daba cuerda para verlo recorrer la parábola de rieles por donde se alejaba, cruzando un puente en su regreso a la estación pintada, al borde de la línea férrea, donde lo esperaba el gentío de cartón con sus maletas, listo para subir a su único carro de pasajeros. Hombres, mujeres, niños y yo, nerviosamente lo mirábamos alejarse, cruzar un túnel, tocar el pito y luego detenerse para volver a traquetear siempre la misma distancia sin paisajes, como planeta alrededor de un sol apagado y eterno. Eso no me importaba, ni a ninguno de los pasajeros que subíamos a él. Bastaba darle cuerda, e instantes más tarde cruzábamos los pastos africanos, observando como los leones rugían entre los elefantes o nos atacaba, en el farwest, la pandilla de Jesse James. A mí me gustaba ir a la India, cruzar los manglares, ver a los tigres y contarle a mi mamá, en la noche, mis aventuras en esos países exóticos. En uno de mis regresos le traje un Kimono, encontrado en la China de los mandarines, el que mi mamá recibió ufana de tener a un hijo tan viajero, el cual le relataba sus aventuras antes de caer rendido y dormirse sin miedo a los selenitas, donde mi tren me llevaba a conocer los misterios del universo. Un día, mientras miraba a la vecina del frente jugar al cordel, mi ferrocarril, cansado de esperarme, o sospechando que ya no era un niño, se marchó para siempre, tocó el pito, los pasajeros de cartón subieron y la locomotora huyó por la ventana, sin mirar atrás, dejando la pintada estación vacía para siempre, con los ojos del boletero muy abiertos, rascándose la cabeza, interrogando a los rieles abandonados y sin saber si tenía que cerrar la boletería, marchándose a casa o debía seguir esperando mi regreso. Nunca más volví. Espero que se haya marchado y su jubilación sea justa. Aunque sospecho que, de vez en cuando, regresa y me espera con mi boleto en la mano.
Una de esas noches, con un sordo chirrido de frenos, llegaron a buscarnos. La calle estaba a oscuras, el toque de queda caminaba por las calles húmedas y un gallo negro anunciaba que no debíamos salir, pues la muerte nos esperaba con su uniforme gris entre las escasas luminarias permitidas en la ciudad. Patearon la puerta. Nos golpearon. Y mientras revisaban nuestros cuartos, entre gritos e insultos, nos dijeron que tomáramos nuestras escasas pertenencias, debíamos “acompañarlos” a la estación. Estábamos asustados. Mi padre, mi madre, mis tres hermanas y yo, sin oponer resistencia, seríamos trasladados a una fábrica, donde aportaríamos la fuerza para la producción. Nada más nos dijeron. Así que, en cuestión de minutos, estábamos arriba del camión donde otros iguales a nosotros permanecían llorosos, con esa máscara terrible que nos pone el miedo ante lo desconocido. Pero sabiendo que lo desconocido tiene un cuarto lleno de dolor para que lo habitemos. Llegamos. Tratábamos de no mirarnos, de no reconocernos y  fingíamos ser otros, avergonzados de ser nosotros mismos, para que el otro no se enterara que también estábamos ahí, en la misma situación. Sintiéndonos culpables, aún sin serlo, y por esa culpa desconocida nos encontrábamos con los demás, que si lo eran, pues por algo estaban ahí. Lo nuestro era una equivocación, sin duda, y con las luces de la mañana se darían cuenta. Habíamos sido buenos ciudadanos, pagábamos impuestos, cumplíamos las reglas, éramos respetables. De eso no había dudas. Podíamos demostrarlo y nuestros papeles estaban en regla. Eran los demás quienes tenían problemas. Seguramente pertenecían a esos grupos que se quejaban, echando a correr rumores o se negaban a cumplir lo establecido y por lo mismo estaban donde estaban. Eso tenía que ser. Muchos de ellos, desde el principio, se opusieron a cuanto nuestras autoridades nos dijeron que debíamos hacer. Eso trajo confusión. Y, finalmente, nos echaron a todos en el mismo saco, pagando justos por pecadores. Ahora, ellos y nosotros, estábamos en el mismo lugar pero, llegada la mañana y comprobaran nuestros antecedentes, todo se resolvería quedando en nada, al menos para quienes teníamos la conciencia limpia. No resultó así. Al presentar nuestra documentación, entre empujones e insultos, nos dijeron que eso carecía de importancia. Figurábamos en las listas y eso si era importante. Quienes insistieron en reclamar fueron golpeados y devueltos a donde estábamos hacinados, tiritando de frio y recluidos en el temor de los unos a los otros. Lo peor comenzó después. La estación donde estábamos comenzó a llenarse hombres armados, vinieron los gritos, para momentos después, entre ladridos de perros, ordenarnos en hileras de mujeres, hombres y niños. Nos daban culatazos, nos golpeaban con cachiporras ya que nuestras familias se negaban a separase. Fue inútil. ¡Aquí las mujeres! ¡Los hombres! ¡Niños y niñas! Mamá fue golpeada, repetidamente. Mi padre arrastrado y sangrando quedó tirado en el andén. Mis hermanas gritaban, pero finalmente cada uno ocupó su puesto. Uno de los pequeños, junto a mí, huyó tras su madre y los hombres que nos rodeaban soltaron a dos enormes perros. Vimos como corrían tras él, abalanzándose y, entre gruñidos, morderlo incansablemente. Parecía un muñeco, tirado de un lado a otro, por las dentelladas. Luego un silbido los apartó. Un grito terrible, un disparo. Y la sangre del niño corriendo en busca de la sangre de su madre, tirada unos metros más allá, sin poder alcanzarla. Todo quedó en silencio. Entonces el pito de la locomotora, mientras se acercaba al andén, resonó como un cisne y la nube de vapor, con su luna rota y húmeda, borró la escena deteniéndose  junto a nosotros. Luego nos subieron a los vagones, casi no hubo resistencia, sólo queríamos mirarnos, tocarnos y hablarnos con los ojos, pero rápidamente desaparecíamos al interior de aquellos carros para animales, a los cuales éramos empujados, quedándonos solos, encerrados en nosotros mismos y escuchando el ruido de las puertas. Absurdamente, en esos instantes, recordé el tren a cuerdas, el regalo de papá en mi cumpleaños, con su andén de cartón y los rieles que volvían con mi tren, después de cruzar un puente, al mismo lugar y yo subía para viajar por el mundo, contándole a mamá mis aventuras imaginarias. No quise llorar, sentí el tracatracatraca del ferrocarril saliendo a lo desconocido, rumbo no sé a dónde. Lo último que escuché, mientras  abandonábamos la estación, fue -¡Judíos de mierda!-
El vapor tenía sus días contados, pero no así lo injusto que sigue perpetuado en lo humano y es una cordillera infranqueable, incluso lo fue para las locomotoras. Esa locomotora que invadía la pantalla del cine provinciano al que acudíamos  recorriendo los paisajes de la revolución mejicana, entre corridos y balaceras para que supiéramos nosotros, los pobres, que allá en la gran nación del norte Antonio Aguilar, Miguel Aceves Mejía y otros habían recreado la magnífica y, quizás, la más pura de las revoluciones con hombres de la talla de Emiliano Zapata, Macías y tantos levantados que hicieron de la esperanza reparto de tierra y pan. Aunque después fracasaran y terminaran asesinados, devorados por el polvo o con su cabeza en un frasco ¿o no Pancho Villa? Así fue ese tiempo, con el ferrocarril se inició la época de las revoluciones. El vapor, hijo del agua, trajo el futuro, las desgracias y la esperanza. El tren, impulsado por la energía del fuego y la lluvia recorrió pueblos, ciudades, abrió la conciencia y estremeció la tierra. Unió y desató la tormenta en Rusia, vino a nuestra América, cruzó la India, gravitó en China, escondiéndose luego en las fotos desteñidas de nuestros abuelos. Su largo periplo de rieles nos reunió en las estaciones donde también nos separamos para ir en busca de mejores sueños y de los cuales muchos no regresaron jamás, convencidos que el mañana sólo existía más allá, lejos de esos pueblos sin más tiempo  que borrarse o quedar solos, abandonados a las orillas del mundo.
-¡No te vayas hijo! ¡No te vayas!-
- Es sólo por un momento. Ya voy a volver-
-Así nos dijo ¿verdad francisca?-
-Cierto viejo. Así fue-
A lo mejor estamos muertos y por eso no vuelve-
-¿Y cómo saberlo?-
- Cuando vuelva el tren, ahí lo sabremos-
- ¡Ay!, viejo, el tren es lo único que vuelve-
-Entonces hay que seguir esperando-
-A lo mejor estamos muertos, como dijiste-
-A lo mejor-
El tren recorrió Chile como a un esqueleto solitario al cual le brotaban pueblos y pueblos y pueblos, tan sin gente en su monotonía que duraban el instante en que la locomotora pasaba y uno escuchaba el silencio, su escritura de pájaros quemados en las ventanillas. Luego dejaban de existir, volviéndose polvo y despertando cuando el pito del tren les avisaba de su regreso. Para volverse polvo nuevamente, apenas el ferrocarril se alejaba como un caballo ronco y negro rumbo al océano del cual no tenían conocimiento. Excepto cuando encontraban peces, con aletas de sal y  huesos de piedra, nadando aún en la pecera coagulada de los roqueríos, como si no supieran que el mar sólo existía en los ojos de los muertos. O lo descubrían en esos fantasmas con espadas, mosquetes, grandes sombreros, cubiertos de caracolas y estrellas marinas tan resecas como ellos, a los que los arrieros solían ver en los cerros y esos hombres, acercándose, les preguntaban con voces de herrumbre, soles disecados y aguas muertas, donde quedaba el mar.
-El mar no existe caballeros, contestaban los arrieros, es un sueño que tenemos cuando niños. La tierra es un llano que el sol quema todas las tardes y el rocío vuelve a sembrar todos los amaneceres del mundo. Y esos hombres se alejaban llorando, mientras las aves picoteaban la estela de sal de aquellas lágrimas sin esperanza. Entonces, compadeciéndolos, les gritaban desde sus mulas ¡Pero si se van por ahí, lueguito encuentran el tren, aunque no sabemos para donde va, a lo mejor lo lleva! ¡Y si no, esperan el otro! ¡Los trenes siempre van para algún lado!-
Efectivamente, siempre iban para algún lado, y una de esas veces llegaron a Ovalle, mi pueblo. “Ciudad”, me dice un paisano, y la boca le queda ahí mismo. Para ciudad le falta mucho, le respondo, y para no ser pueblo le sobra poco. Y llegaron casi forzosamente, del árbol tendido de los rieles nosotros fuimos un ramal accesorio, pero necesario. Nos dieron el nombre de ciudad y nos dejaron el fruto de una estación. Y de agregado, por la escasez de trabajo, una maestranza, componedora de trenes, meica de bielas, zurcidora de pistones, sastre de carros, machi de calderas, sobadora de cansadas ferramentas y cuanto trabajo existía en la reparación de aquellas bestias de carga. Mi papá fue uno de aquellos, entre tantos, que las destriparon, reanimaron, armaron, cosieron y levantaron para que siguieran corriendo, atravesaran páramos, ciudades, villorrios, trayendo y llevando mercaderías, frutas, quesos, amores, féretros y animales de cuatro y dos patas por el territorio largo, terremotero, desamparado e injusto que se llama Chile.
-¡Viejo! Viejo!-
-¡Qué!-
-Ya no hay ni olor a tren-
-¿Estay segura?-
-Sí-
-Ahora si estamos muertos-
-¡Ay!, viejo ¿qué vamos hacer?-
-¡Nada! Eso vamos hacer-
De pronto, de algún bolsillo, el tiempo trajo las locomotoras diesel y las de carbón y vapor comenzaron a retirarse o a cumplir labores de segunda. Las estaciones no volvieron a esperarlas, se engalanaron para el mañana, las desecharon como a viejas decrépitas y Ovalle reinició la novedad pueblerina. Los maestrancinos volvieron a su escuela y sus cuadernos se llenaron de la nueva maquinaria, enorme como elefantes, cuya fuerza podía utilizarse para iluminar una población entera. Era el futuro, otra energía movía el mundo y de estación en estación pregonaron lo venidero. Autos, microbuses, camiones, atravesaron el territorio dejando en el aire su cometa de asfixiante petróleo. El vapor se retiró nuevamente a las cocinas, lavanderías y en las viejas teteras de las cocinas a parafina o de leña. Mientras huía tras las nubes, solía contar viejas historias de revoluciones, de viajes al horror de la muerte, llevando a viejos, mujeres, hombres y niños a los campos de lágrimas donde, otros hombres, los convertían peinetas, lámparas o huesos calcinados. Pero las viejas locomotoras no podían subir al cielo, desterradas, permanecieron en lo inmóvil, descascarándose, deshojándose como árboles de óxido, en un otoño sin redención, atravesando mis recuerdos en los que yo, parado al costado de la línea, esperaba a mi padre, a eso de las doce, cuando el maestrancino, viejo tren de patio, refunfuñando me lo dejaba cerca de la casa para almorzar. Y ahí persistía, bufando, echando humo, hasta que aburrido tocaba el pito y la húmeda sirena del vapor se lo llevaba de vuelta a la maestranza, devolviéndomelo a las 18,30, cuando me traía la revista Enviaje, donde conocí por primera vez a Jorge Teiller y a otros poetas que tren arriba geografiaban Chile, y a mis ojos asombrados por las palabras.
Pero todo pasó, esos trenes existen sólo en mi corazón. Las estaciones se fueron tras el vapor. La maestranza, derrotada, se volvió una feria libre. Mi padre acudió al silencio y no volvió jamás. Las locomotoras a vapor, como viejos dinosaurios extintos, se pierden tras la historia y quienes las conocimos también. Habitábamos el ayer y el mañana nos sorprendió con una pedrada en la puerta. Estoy aquí, nos dijo.
Pero estuvimos ahí. Y estamos aquí, en este futuro que agoniza y nos convierte en chatarra de lo que viene, un mundo sin historia, construida por los publicistas, esos profetas del áureo becerro, defensores de sus propias mentiras, construyendo la enorme prisión de la imaginación, el pensamiento y el hombre entero. Un hombre convertido en consumidor y reproductor, con la boca abierta frente al televisor, viajando en su sofá, comiendo papas fritas en bolsa, tomando cerveza y esperando el lunes como esperaban los viejos esclavos la jornada y el látigo. Eligió un amo, el dinero, y paga con sus hijos los favores recibidos. Las revoluciones, esas que viajaron en el ferrocarril, entre el vapor y el humo, fueron derrotadas, junto al carbón, por el petróleo. Las viejas locomotoras, como dije, fueron reemplazadas, como lo será el hombre por la tecnología. Pero el hombre ni siquiera tendrá un lugar en los museos, apiñado, entre basuras, caminará extendiendo la mano por un mendrugo, soñando con la posibilidad que su ídolo áureo abra los ojos y se acuerde de él. Lo que nunca más pasará. Sus amos no lo permitirán, blandiendo sus tarjetas de crédito, sus deudas de plástico, lo devolverán a la realidad. Y el hombre sin Dios, esclavo de sus semejantes, con la boca abierta, los ojos cerrados, esperará un tren a las nubes, pero no tendrá ningún cielo al que viajar.


Autor Ramón Rubina Gajardo.

miércoles, 21 de junio de 2023

ENCUENTRO CON DON SERGIO

  ADORANDO A DIOS

CAPÍTULO  UNO

En busca de lo místico y espiritual por los 90 , tenía un amigo en la misma búsqueda el se llama Marco Taborga, y Don Amable Rubina, en ese tiempo ellos dos ya asistían a un curso de Kinder Planetario Yoga Artesanal Ovalle en La Casa de La cultura de Ovalle , allí el instructor ya que al nunca le gusto que le dijéramos Maestro ...
Las cosas de la vida por un librito blanco, se produce la transformación del total, mirando hacia atrás, como Don Sergio llegó a la casa de la cultura.
Carlos Tapias ( Capitán Araya , porque Capitán Araya en cierto ocasión Don Sergio en un dialogo con Carlos Tapias, le dices tu me embarcaste y te quedaste en la playa ).
Carlos en cierta ocasión se encontró con un hermoso libro artesanal realizado a mano con tapas de lino, La Realidad y le llamó la atención la energía que producía ese pequeño sol resplandeciente, y comenzó a asimilar cada página, allí estaban datos de culturas milenaria, como los árabes explicaban las leyes del Universo.

Cierto día en alguna calle de Ovalle Carlos observó a un señor delgado con un morral cruzado a sus hombros con un cargamentos de soles blancos, eran los libros que el ya conocia,  se produjo un diálogo,  allí pasaron a sentarse en un café.
 Carlos era presidente de La Casa de La Cultura , Don Sergio le explico su vida y a que se dedicaba,  Carlos lo invita a dar un curso a la Casa de la Cultura, el se comprometió realizando el segundo martes de cada mes. Allí fue donde por primera vez llegué por invitación de Taborga y Amable Rubina amigo en la búsqueda.

Pasaron años y surgió una amistad por el paso de los años y allí el me fue relatando como nació un encuentro con un texto clave para el La vida Impersonal.

Era Don Sergio, quien enseñaba el segundo martes de cada mes desde las 20 hrs hasta las 22 hrs, allí el estaba enseñando por Carlos Tapias quien en ese tiempo era Presidente de dicha Corporación , y el se contactó , con Don Sergio, por un pequeño texto de tapa de lino blanco, y hecho en forma artesanal, en una conversación de Don Sergio , con Carlos Tapias, me entere de como se produjo este feliz y cósmico encuentro, ya que el le dijo Capitán Araya, me embarcarte y tu te quedaste en la playa.

El Capitán Araya , nos trajo a este marinero delgado , y con su cargamento de joyas espirituales de edades remonta, que llegaron en ese pequeño velero de velas de papel, a este puerto seco de Ovalle. 
Allí este Almirante Don Sergio Larraín Echenique , nos enseño, muchas disciplinas , y nos heredo muchas riquezas para compartir, y entregar a todos lo que quieran llegar a esta pequeña Isla, en medio del océano .
Le pregunte a Marco como era El Maestro, el decía es un señor de unos 55 años delgado, que vestía en forma sencilla y con un morral, donde llevaba sus textos que el mismo escribía , en cierta ocasión mis pies  el sincronismo me llevo a ese mágico lugar , allí esta el sentado sobre un poncho chilote, con la Luz de una vela sobre una palmatoria enlozada, una pequeña campana de bronce y una flauta dulce, y varios asientos tibetanos, siempre en círculo .
Recuerdo llegue un martes a las 20 hrs, el sentado en sus talones, me comenzó a explicar datos de edades muy remotas , este trabajo es para conectarse con Presente, instante mediante técnicas. Y meditación , los elementos son simples, en el circulo no hay jerarquía no hay maestro, ni discípulos , el que llega al ultimo ese es el nivel del grupo en ese presente, y el trabajo consiste en entregar lo máximo de herramientas para que cada uno pueda alcanzar ese nivel y poder ayudar a otras personas, cada uno irradia su nivel por sus acciones.
En el circulo el con su sabiduría , y bondad, cariño nos va explicando, paso a paso las técnicas para llegar al presente, saludamos y nos colocamos en las manos de Dios.
Explicas y nos entregará hojas de oficios con datos y figuras , nos explicas que tenemos 3 centros Kath, Oth, Path.. Centro Motriz, Centro emocional, Centro Intelectual y que 4 cmts debajo del ombligo tenemos el Punto Kath que se conecta con la tierra, y en ese mismo punto tenemos es un trípode que por leyes físicas nos unimos a la Madre Tierra y somos uno con Ella.
Son 3 Instintos

Conservación
Relación
Sintonía.

Nos explica un axioma cuando 
El Uno esta en el Todo, todo esta en armonía , pero cuando el Todo baja al Uno se produce caos y desarmonía .
En cada clase entrega un cargamento gigantesco de información y nos explicas de su Maestro Oscar Ichazo.

En La Casa de La Cultura, comenzaron a llegar muchas personas tanto de Ovalle , como del extranjero , allí estaba Mabel que tenía todo pintado de color violeta, con un Señor Bruna de Pirque y Don Sergio, y Don Amable Rubina, comenzamos con la Kinerritmia , los primero ejercicios altos de este Kinder, y así fueron pasando los años y comenzaron a llegar y partir personas, Christian Peter Wille , Omar Javier Said Duran , Rebeca Miranda, Ivan Araya, y Señora, Marta, e hijas y nietas, Jacqueline Hernández , Ivan Rubina, Víctor Arena, Edmundo Castillo, Luz Mar, Momo , Mercedes Orellana Lillo con su hija Valentina Yáñez Orellana, su hija Gregoria Larrain, Ana Beatriz Calderon Bustamante , Doris Bustamante y tantos que estaría escribiendo aquí todo el día, y fue pasando el tiempo, y cierto día lo vi por la plaza , iba desde el correo hacia su hogar, y le dije si me dejaba que le ayudará a llegar esos libros tan grandes, y allí conocí su hogar, su convento, que lo cuidaban Gracia, y Satori, y había una persona que fue muy importante en su vida aquí en esta zona en Ovalle la Señora Norma Ferrada, que trabajaba en el hotel Roxi, donde el llegó por primera vez y se quedo a vivir como un año, con su pequeño hijo Juan José , la Sra Norma fue una persona muy importante para el ella trabajaba en su casa de calle socos, y en Tulahuen estaba Aroldo Villaruel , que era como un familiar más, igual que la Sra Norma .
Su casa de calle socos en la ciudad de Ovalle, unas de las casas de Don Sergio Larraín, esta morada el la compro en la década de los 80, era un sitio con algunas matas de uvas, y uno que otro árbol frutal, El quería volver a su época de infancia, cuando vivía, en el fundo de sus abuelitos por parte de su padre del mismo nombre Sergio Larraín García Moreno, El en este sitio de Ovalle, transformó un basural en el paraíso, primero en una citroneta , partió hacia un vivero a Santiago, y llego con sus cargamentos de joyas verdes, que fue distribuyendo en ese sitio abandonado , que era el patio de una mueblería, allí cada rincón, tenia una historia, lo que lo conocieron pueden relatar su historia, en este mismo sitio, ese lugar era un lugar de sanación , era el paraíso, primero había altos muros y nunca se sabía si Él estaba allí o en Tulahuen , o en su ermita en las altas cumbres de la cordillera . Si él te habría esa puerta frente a un pool allí pasabas por una pieza grande de altos muros de piso de madera de pino oregon, y te llegabas toda la luz que venia del patio, pues tenía conchilla traída desde tongoy y guanaquero, allí en medio del patio una mini casita de 2 dormitorio, un baño, y una sala con chimenea con un ventanal de 2 pieza que se presentaba ese jardín majestuoso celestial, con los siguientes árboles frutales, nogales, perales, higuera , membrillo , níspero , naranjos, mandarinos, tunales, morenas , duraznos, damasco, paltos, ciruelo ,parrones, frutillas, y flores rosas, jazmin , violetas, azucenas,flor de la pluma, álamos,sabilas, matas de pitas, pinos que eran hoteles de tantas aves, cañaverales, hiedras, magnolia ,cardenales, olivos, eran tantas naturaleza, vibrando y danzando en calle socos.
En un punto central una palmera, que según las leyendas donde habita un sabio, existe una palmera, y ella aún vive en ese lugar ahora ,si Uds va a ese lugar que ahora es público, la puede mirar, pero sentirá la ausencia del Sabio, y con El su Jardín se proyectó hacia otra dimensión , solo existe en el recuerdo de quien algunas vez, caminaron en el Presente en aquel mágico lugar.

Esta casita de juguetes era para dividir el gran patio, cuando uno salía hacia esa Luz , que el mismo relataba era el sol en el patio, había un pasillo de madera que conducía primero a un baño gigantesco , más allá cambiando de mano hacia la derecha estaba la cocina, y dentro de la cocina un cuarto oscuro, y sobre este cuarto oscuro una pieza donde tenía una biblioteca, después uno salía de la cocina y había una escalera de 3 peldaños, y se abría esa puerta azul de dos hojas otro pasillo con grandes ventanales de pequeños vidrios, que la Sra norma la mantenía como diamante de Luz, , allí las paredes albas el tenia óleos de su autoría, y una colección de grandes poetas, místicos, fotógrafos , pintores, novelistas, toda la sabiduría del planeta estaba en ese pasillo de luz, en eses pasillo se conducía a grandes espacios de luz, en esa gran pieza de luz con sus cristales resplandecientes cual diamante que refleja la luz del astro rey, se llenaban esos pequeños rectángulos transparente de su maravilloso jardín convento danzan las hiedras, jazmines, y cañaverales con sus brazos los bambú sobre el cristal componían melodías de meditación , para mantener ese convento girando en medio del Universo en un eterno presente.
En un costado de esos ventanales de cristal había una puerta de cristal que conducía a través de una escalera, que se podía ascender por dentro de la habitación,o por el patio a su pieza, que el más quería su celda de monje, y que casi nadie conoció , allí el estaba en meditación , allí en esa pieza consagrada para Dios y el mismo también involucrado en esa consagración . En esa casa convento refugio de un gran hombre sencillo, a pesar de toda su sabiduría, y conocimientos en todas las artes, era simple un anacoreta en su ermita, con sus dos patos GRACIA y SATORI, habitantes privilegiado de ese trozo de cielo, lugar sanador para mentes dormidas, allí uno conocía que nada es todo, y que la realidad se toca, y no es verbal. Así fue pasando el tiempo pasaran varios décadas ese jardín fue echando raíces , llegaron aves , mariposas , nubes, lluvias, sol, luna , estrellas, el viento y sus invitados, era el paraíso , una madrugada a las 9 de la mañana en ese mismo jardín , él nos dejó un 7 de febrero de 2012.
Con el tiempo, me dicen que el es un gran fotógrafo , y yo como sacaba fotos, le lleve mis trabajos y el solo lo mira y no omite ningún comentario, pasa el tiempo, en cierto momento lo llaman de la oficina Mabel y le dice si puedes exponer en dicho Centro Cultural, yo con la escoba en mis manos haciendo aseo antes de comenzar la clase de yoga , el me dice que los dos trabajamos para dicha muestra.

Recuerdo el me dijo que fuera por la mañana del día siguiente , allí el llego con una colección libros de su biblioteca personal, allí comenzó a explicarme lo que el sentía en cada fotografía que observa atentamente , y me dice aquí en el salón tiene capacidad para 22 fotografías 11 el y tu las otras 11, me pregunta si se fotografiar e imprimir en blanco y negro , yo simplemente le digo que no , porque no sabia, así que saque las 11 en color, luego en el montaje nos ayudo Felipe Enrique Castillo Carvajal, midiendo y en el montaje junto con la secretaria Mabel , y se realizó la muestra y quedo. Como él decía top top.
Continuamos en La Casa de la Cultura, y seguía el ir y venir de personas.
Un día 14 de Octubre de 1997 a las 22 hrs, estando Don Sergio, la Sra Marta, y yo justo ese día fue martes y nos correspondía , Rodrigo el curso, y comienza un gran Terremoto, que dejó a casi toda la región en el suelo, y se nos vino abajo el lugar donde nos reunimos , hacer Yoga, a pintar, a armar los textos del El Sol de Los Talleres.
Sin tener un lugar donde reunirse, emigramos a una multicancha en la población Villa los Naranjo parte baja, dicho lugar es la multicancha Luis Jure, y aun continuamos en aquel lugar gracias a las personas de buen corazón de aquel lugar.
En aquel lugar os establecimos los días martes, y comenzó a llegar mas personas , como Aquiles, que luego el quedaría a cargo del día martes, hay que señalar que los principios del curso esta que todo tiene que ser hecho como servicio, y el lo hace como servicio, a este lugar llegaron Dayana Angélica Araya Pizarro , Rodrigo Gustavo Molina Julio , Rodrigo Huanca Gatica ,Eduardo Huanca Gatica, Paz Huneeus, Clementina, Paula Izquierdo, con sus padres , y sobrina, Ronald , Ana Avilés , Margarita Ester , Lorena Santibañez Zanforlin, Humberto Larrondo ,etc, etc.
Don Sergio, nos entrego, su conocimiento, en muchas artes, Yoga, Poesía ,nos heredo, toda su sabiduría a todos los integrantes del Kinder.
Nos entregó el método de llevar, la realidad a la tela con un método entregado a el por Adolfo Couve.

Capítulo DOS

Adolfo Couve le entregó el método que con 3 pinceles 8 colores más trementina y aceite de linaza mas trementina , y una tela cada uno era capaz de entrar en meditación con este método al óleo , en ese tiempo Adolfo Couve se suicida en Cartagena ciudad costera de Chile, y se comenzó a trabajar para realizar una muestra en la ciudad de La Serena en el salón Gabriela Mistral, dependiente del Ministerio de Educación , y en esa muestra trabajo Don Sergio Larraín , Christian Peter Wille, Rebeca Miranda, Oscar Gatica Araya, esta exposición se realizó el año 2000 en Memoria de Adolfo Couve , recuerdo la municipalidad de Ovalle nos llevo en furgón fueron muchas personas de Ovalle, en esta exposición nos ayudo Carlos Newman, Don Peri Marín amigo de Don Sergio desde su infancia, la exposición se puede ver en te Facebook en el álbum en Memoria de Adolfo Couve, con el fuimos armar la exposición, mas Rebeca y su esposo, y tenía música de fondo de su gran amigo y persona que el admiro siempre David Ogalde genio de la música , igual que Rodrigo más conocido como Momo.
La exposición fue un éxito , los óleos no tenían autor , ni siquiera salían de donde eran los lugares, era trabajo del Kinder Planetario Yoga Artesanal Ovalle.
El curso continuaba en La Villa Naranjo parte baja, y siempre llegaba gente nueva, Ivan Ramirez, y sus amigos , Ana Aviles
, Miriam ,Angelo Parada Adaros, Daniela Huerta.. En ese tiempo , Luis Poirot, le envía un pequeño libro de fotografía, y a el le parece muy buena la presentación y mira que Editorial es y es LOM , y se comunica con los administrativo de aquella Editorial , comenzó a editar varios libros ; Reconciliación, El Reino , El Manzano, El Reino, En el día, Manual de Auto programación, La Realidad , El Velero, Aquí y Ahora. En ese tiempo se realizaron una exposición en España por gestiones de su amigo Plossu, de dicha exposición a el le enviaron muchos libros que el nos regalo a todos sus conocidos, y continuaba todo como si nada , en el Tulahuen, donde Aroldo Villaruel era su trabajador. ,pero era mas que su trabajador era su amigo, discípulo , guardián , era su seguridad y el estaba tranquilo y sereno esta todo ordenado y tranquilo Aroldo en Tulahuen , la Sra Norma Ferrada, en Ovalle a cargo de su casa de calle Socos, su Convento.
El bajaba a Ovalle una vez al mes en el asistía al curso el segundo martes de cada mes, a retirar plata al banco para pagar a sus medieros, y subir al correo a su casilla 167 , luego pasar por El Kiosko de la Sra Sara Lucy Perez Sanders, desde allí al Café Central o al Café D" Oscar, y de allí caminar a su casa a una cuadra de la Plaza de Armas.
En su Convento con la compañía de Gracia y Satori, allí recibía a sus conocidos cuando el se encontraba en Ovalle, venían muchos del extranjero a conocer la leyenda , el Ser que dejó todo para vivir en la sencillez de un monje, con lo mínimo , su casa no existían teléfono , televisión , radio, era todo sencillo en la sala de la chimenea , tenis colchoneta, y la pared eres su respaldo, una pieza llena de Luz del Universo, esa pieza era con un punto central del Universo, allí había una figura que el la logró haciendo juego con las baldosas celeste y blanca, sus paredes serán de tierra y arena en una estructura de palos de viña y el cielo cañas con barniz , un ventanal que dejaba ver el milagro de su jardín creado por el . En este pedacito de cielo, que habitaron en armonía aves , patos , gatitos, y lo poco visitantes que el le abría su puertas, para decir que es posible el milagro de construir el paraíso aquí en la tierra, el vivió con su hijo Juan José , en este tiempo llego su hija Gregoria o Poki como el la llamaba .El trajo plantas de Santiago y codos que sacaba en cualquier jardín y los arbustos que compraba donde la Sra Digna Estela Pèrez Sanders, era su paraíso en la ciudad.
Y así crecía su paraíso y también sus alumnos del Kinder Planetario, llego recuerdo por el método Mercedes Orellana Lillo, desde la Serena, ella pintaba mejor que todos nosotros, pero quería conocer el método, que era un trabajo al aire libre, Rodrigo Gustavo Molina Julio, Maribel Alejandra Cortez Chandia, Carlos Tapias, Pamela Tello, Christian Peter Wille, Aroldo Montalvan, Ana Beatriz Calderon Bustamante ,Ivan Ramírez , Jorge Rodríguez , Matilde Rojas y mas personas practicamos el método de Couve.
Por invitación de Mercedes Orellana Lillo, Kinder Planetario , con Don Sergio nos dirigimos a La Serena a realizar en dos oportunidades el domingo completo, un trabajo que se comienza con la Psicocalistenia, luego La Pampa, para luego pintar con el Método de Adolfo Couve, luego descanso para alimentarnos, y en la tarde realizamos el curso que continuamos realizando aquí en Ovalle, con la gran ayuda de Aquiles, y las nuevas personas que han llegado al grupo. Terminando como las 20 hrs, este domingo completo lo realizamos dos veces una en La Serena, y otra vez en Coquimbo.
Con El Método más la La Pampa continuamos en ese tiempo practicando en diferentes lugares, Aguas Buenas, Guanaquero,Cerrillo de Tamaya, Camino para El Palqui, Limari, Los Peñones, El Bosque de Chañares en Tulahuen, Combarbala, Huamalata, Villaseca, Punitaqui, Ovalle, Agua Buenas, Estación las Cardas, junto al gran artistas Ovallino Manuel Veliz, el también realizó, La Pampa en el centro de Ovalle, y después practicamos óleo con El Método de Adolfo Couve., Manolo en el en vez de sangre tiene trementina y óleo en su ADN están las tierras limarina, su vida es pintar siempre evolucionando, en la feria modelo tiene un puesto de frutos secos y sus óleos con olor a la Perla del Limari, con Don Sergio y Manolo fuimos a La Estación las Cardas, allí Don Sergio pintó un óleo maravilloso , que después se lo obsequio a Marco Taborga, Taborga fue su primer discípulo en Ovalle gracias a Marco y a Don Amable yo llegue a La Casa de La Cultura, Manolo también su óleo fue muy bueno el mío fue mediocre , no se podía pedir más entre dos excelentes artistas, , yo estaba recién comenzando a pintar al aire libre, y usar la paleta.
Y así fue pasando el tiempo y nos fuimos haciendo más conocido, el grupo fue creciendo, y nos invitó a su casa de Tulahuen, allí fuimos con Don Ivan Araya, un fin de semana, a su Convento . Y tiempo después con Maribel ! Allí también compartimos con Aroldo Villaruel. El allí también recibió a Rebeca Miranda con su esposo, Ana Beatriz Calderón , Riter Iriarte , Philippe Seclier, El escribió un gran libro de nombre Camino a Tulahuen.
En Ovalle continuaba llegando gente como Michael Jones, Daniel Silva, Priscilla Andrea Guerra Silva, Marcela Escobar periodista del mercurio, y un fotógrafo que no recuerdo su nombre, también llegó un fotógrafo de Magnum Photos de nombre Patrick Zachmann.
Cierto día llego una bella Lola que traía dos libros del kínder Planetario, y esta dialogando con Don Sergio, y en plena noche lo fui a visitar, y me encuentro. Con ella, primero me pareció raro, yo llevo muchos años viviendo en esta ciudad y a ella nunca la había visto, se le entregaron libros y se la invito al kínder Planetario, ella nunca llego, con el tiempo nos encontramos con la sorpresas que el diario The Clinic , salía un reportaje de varias páginas sobre Don Sergio Larraín, era

Capítulo TRES

Con el diario The Clinic , voy hacia Tulahuen donde estaba Don Sergio, le explicó que aquella señorita era periodista, y nos engaño a los dos, pero lo que escribió cuando estuvo con Don Sergio, era lo que paso en ese instante, ella entrevistó a varias personas, Don Sergio el primer ejemplar que le llevó Riter Iriarte , lo destrozó en mil pedazo, partía con el mismo temor que el ni leyera el reportaje, así que en la feria de Ovalle me embarque en los buses que suben hacia el poblado de Tulahuen , viaje que dura casi dos horas , por una parajes de gran belleza natural, el bus va serpenteando las grandes montañas se pasa por Sotaqui, Carachilla, Paloma, Montepatria, Flor del valle, Agua chica, Juntas,
Chilecito, Dos Ríos, El Coipo, Las Greda, Caren , Chañaral de Caren, Vado Hondo, El Cuyano, El Peral, hasta llegar a Tulahuen, siempre acompañado por el Río Grande con su caudal majestuoso y que nunca se seca.
Allí me bajo en El Callejón del Guido, y comienzo a caminar su casa es la última de ese callejón, es una casa de adobe con dos ventanas y sin puerta, esta casa la construyó Aroldo, su fiel y sincero trabajador, más que trabajador es su amigo, su guardián.
Golpeó los cristales de una ventana, y me observa desde adentro y sale de la casa, esta casa por la parte de atrás es de dos piso y por adelante deben tres piezas dos dormitorio y una sala, por un portón me recibe y me pregunta porque vine a su casa, le explicó que la jovencita era periodista, y le traía el reportaje , le muestro una fotos de un reportaje que el realizó para el hogar de cristo, era una secuencia de unos niñitos, pidiendo comida, el comienza a mirarckas fotografías sin leer el texto, da vuelta hoja tras hoja y al final hay una foto de valparaiso de los 80, y al lado hay una bella mujer con su parte inferior desnuda de espalda, y se sonríe , dice el mal gusto de los editores del diario. Me dice que le deje el diario y que tenía muchas cosas que hacer, así que me retiró, para separar la próxima micro que baje hacia Ovalle.
El curso continuaba en la sede de la Villa los Naranjos, los días martes, y El asiste a la clase el segundo martes de cada mes, allí la velita en su palmatoria sigue brillando en aquella sede.
Se comienza con el saludo Om y nos colocamos en las manos de Dios, luego se hace el traslado de La Luz , el instructor se lo entrega al de su derecha con la frase Recibe esta Luz hermano/as y bendito/as seas , la última persona la coloca nuevamente en el centro del grupo, así este pequeño círculo en medio de esta ciudad se transforma en espiral y su meditación abarca a todo El Universo.
Aquí se le explica lo que el nos enseño de La Escuela , Don Sergio en los años 68 a 69 en La Ciudad de Arica, junto con un grupo de varias personas , llega a esta ciudad a trabajar con Oscar Ichazo , a quien lo preparan para entregar a la humanidad estos nuevos datos,
Don Sergio nos enseña que no hay Maestros, ni Discípulos , y todos somos capaces y Don Sergio en su inmensa sabiduría le gustaba delegar , y cuando uno enseña lo enseñado se hace propio.
Aquí se comienza a mostrar un gráfico con una figura, humana llena con círculos que llevan una numeración de 1 al 9 , estas figuras se llaman Eneagrama, y representan La Leyes del Universo.
Esta entre la numeración. 9 - 3 - 6 , La Ley Trinitaria, que la representan por un Triángulo Equilatero.
1 - 4 - 2 - 8 - 5 - 7 - 1 es La Ley Septenaria .
Todo en El Universo está en estas Leyes, la Leyes puede ser ascendente cuando hay acuerdo y unión se llega al TODO.
Y si hay caos , desacuerdo se llega a la NADA , todo girar en estas Leyes.
En nuestros cuerpo nosotros tenemos estas Leyes La Trinitaria en nuestro cuerpo dos veces
Primero en 3 Centros son:
1* Intelectual,
cerebro y sistema nerviosos (Path ).
Se ubica en el Coronario
2* Emocional,
corazón , vasos y pulmones . ( Oth )
Se ubica sobre la tetilla izquierda y por ese Centro Dios nos envía La BARAKA
3* Motriz,,
huesos y músculos ( Kath ).
Se ubica debajo del ombligo 4 cms debajo hacia su anterior.
1* Conservación,
en el ombligo, ( donde estábamos unidos con la madre ).
2* Relación,
en la base de la columna.
3* Sintonía / Sexo,
entre el sexo y el año ( El Perineo ).
La Sociedad es una proyección del cuerpo humano.
Los Instintos se proyectan en 3 formas política;
1* Conservación,
en capitalismo; en que la riqueza es lo importante.
2* Relación, en socialismo y comunismo, en que compartir es la cosa.
3* Sintonía/Sexo, en Teocracia y fascismo, en que la meta es lo importante.
Una sociedad/humanidad armoniosa debe tener los 3 factores cumplidos y equilibrado.
Compartir lo que se produce juntos para vivir en paz en el presente, ( como meta ).
Cuando los instintos funcionan bien:
Conservación : Todo es seguro en tu conservación.
( Saben alimentarse bien, ganas dinero en tu profesión etc . )
Relación: Todo es amor en la relación.
Sintonía/Sexo : Todo es consciente en tu sintonía y sexo.
El Ego, ( lo que hace el caos ), son los instintos
que se suben a la cabeza como 3 Problemas:
1* Instinto de Conservación,
sube como miedo y como identificación, ( yo y lo mío ).
Crea las armas, la avaricia, etc.
2* Instinto Relación/Social,
sube como mentira
( imagen idealizada de Si ),
y como consideración, ( llevarle el amén a la mentira de los demás ).
Hace compararse, competir, excederse, en vez de compartir y convivir.
3* Instinto de Sintonía/Sexo,
sube como deseo interminables, y como justificación.
Hace el consumismo, el saqueo, la polución, la promiscuidad, etc.
( Siempre imaginando algo, los deseos; descuidando lo que ES )
estos datos. están en el librito LA REALIDAD,
Del Kinder Planetario Yoga Artesanal Ovalle, luego de explicar los datos de La Escuela se hacen Los Ram, luego Psicalistenia, Las Virtudes para luego cerrar los ejercicios con una saludo Om y luego un Alham du lilah.
Don Sergio continua escribiendo sus grandes textos del kínder planetario, que los manda a imprimir a Santiago a la Imprenta LOM, continua enviando correspondencia a todo el planeta , con su casilla 167 del Correo Local.
El curso esta compuestos de los siguientes pasos:
1 Yoga Artesanal
2 Mentaciones
3 Kine - Neumo.
4 Eido
5 El W U
6 Tantrayama y Reducciones de Ego.
Y los domingos se hace La Pampa, a veces se sale a pintar.
En su casa de Ovalle y Tulahuen , la naturaleza están en su máxima expresión llegan tantos invitados que en las tardes le dan concierto de trinar todas las aves de estos parajes, y las nubes coqueteándole , le trasforman los cielos de ese celeste intenso de las alturas y esas majestuosas montañas se tiñen de colores del atardecer, y comienzan a danzar ellas , que todo puestas a soñado con sus titilar en esos cielos negro con un higo, comienza aparecer El Universo, en aquellos parajes místicos que Dios esta siempre en su hogar, allí esta escribiendo sus textos y armando su curso del kínder planetario, pinta esos mágicos paisajes
Don Sergio recuerda con gran cariño a Hector Frenandez, quien fue el primer adulto que no mentía a Hector Fernández le dedica su libro Clave La Realidad, a Adolfo Couve le dedica su libro En el día, y su última Obra Aquí y Ahora la dedica a TODOS.
En ese tiempo hace varias maquetas de sus libros de el de LONDRES, y una joya que esta en fotocopia VALPARAÍSO o Rosa Inmunda como le llamaba PABLO NERUDA, amigo de Don Sergio con cual realiza dos libros Una casa en la arena, de su casa en Isla Negra, y puso los texto para su Obra culmine VALPARAÍSO. Volviendo a esta maqueta en fotocopias este libro El se lo dedica a sus 3 Maestros
Fotografía. Henri Cartier Bresson
Yoga. Oscar Ichazo
Pintura Adolfo Couve.
Continuamos en su curso del kínder planetario, el asiste a la exposición en El Museo de Bellas Arte, en Santiago , con Mercedes Orellana Lillo, Rebeca Miranda, y Paula Izquierdo, yo voy en solitario a ver Lección de Pintura de Adolfo Couve, allí me encuentro con un gran pintor ovallino Manuel Veliz, y tiempo después Don Sergio compra 4 libros de dicha exposición , y lo entrega uno para su hija Gregaria Larrain , Rebeca Miranda , Oscar Gatica , y el otro para El, una joya en edición y contenido,

Capítulo Cuatro

Transcurre el tiempo, se continúa en la villa los naranjos parte baja, en el Centro Deportivo Luis Jure, continúa el ir y venir de tantas personas, El asiste el segundo Martes de cada mes.
Don Sergio continúa imprimiendo sus textos del Kinder, gracias a un fotógrafo Luis Poirot, quien le regala un libro de tamaño pequeño, a El le gusta y comienza a imprimir sus textos en LOM Ediciones, El envía a imprimir como 11 textos, allí se hace amigo, aunque nunca se vería con Elizardo Aguilera, también sería parte del El Sol de los Talleres, el vendría tiempo después en el año 2012, allí Don Sergio ya no estaría, En esta fecha Julio del 2012 también se encuentra Maribel Alejandra Cortez Chandía, quien conoce a Elizardo y su familia , Claudia Aguilera Monjaret, y su hijo Luciano nieto de Elizardo , entre todos vamos a visitar a Don Sergio a su casa eterna , en 2013 Claudia nuevamente llega a Ovalle, para asistir al Kinder Planetario Yoga Artesanal Ovalle y sube hacia Tulahuen , a ver de nuevos esas cumbres maravillosas, sus montañas, y ese gran Río Grande que baja desde las altas cumbres
Volviendo a la vida de El , comienza a buscar una ermita, con su fiel mediero, amigo, que El lo consideraba parte de su familia Aroldo Villarruel, en caballares, recorren las cordillera de los Andes en busca de la ermita.
En Ovalle se continúa sembrando textos, y su Imprenta artesanal, continúa, dando vida a más ejemplares, de tapa blanca, con una introducción que siempre decía Adorando a Dios, o Alham du lilah, las matrices se confeccionan en la más mínima sobriedad, en una máquina de escribir, con cinta de algodón, allí las teclas pequeños soles de marfil blanco, acariciaban con sus letras lanzadas con sus largos brazos, a través del impulso del alma, allí el papel rectangular, espera el verbo sanador, cristalizar la palabras, para que ese instantes perdure para la eternidad, luego con un plumón, se completaban las palabras sanadoras, y allí estaba la matriz ,
Luego La Matriz mandadas a fotocopiar, y en ediciones mínimas, para ser el segundo trabajo encuadernar esas pequeñas joyas albas, como estrellas en estos cielos de las altas cumbres de Tulahuen.. y si se mantenían por su calidad, aumentaba su tiraje a 10 ejemplares, el revisaba, siempre todo el material, y si continuaba en la viña, se enviaban a LOM a imprimir ediciones de 1000 ejemplares, que El lo obsequiaba, a quien se se cruzara en su camino.
Cómo continuar escribiendo si su ausencia duele , sé que no existe la muerte, su legado continúa vivo , a través de nuevos compañeros que llegaron después de su partida, Luz Veronica Jofre Diaz, Sebastiàn Alfaro Robles, Fernanda Pasten Flores, Nataly Rodriguez Godoy,Cintya Olivares Romero, Marcela Valenzuela Cofre, Angelo Parada Adaros, Alvaro Cortes Toro, y tantos más que le han dado. Al Kinder Planetario Yoga Artesanal Ovalle, nuevas fuerza para continuar, a pesar que nuestro Maestro, partió a unirse con La Luz Cósmica .
Somos hijos del rigor, El nos legó su sabiduría, nos dejo en este velero de papel, en este mar sin océano , en este mar imaginario y eterno
Alham du. Lilah
Don Sergio, gracias a Uds somos lo que somos