Capítulo
I
1949 en un ramal cercano al poblado de
Combarbalá, llegan cuatro jinetes de negros riguroso, en cuatros caballos, un gigantesco
perro negro de aspecto siniestro , de
gran ferocidad llamado cancerberos.
Un Temporal de aquellos que parecen
de no creer en la pre cordillera de La Perla del Limarí… Silban las espinas de
los copaos por los ventarrones que casi hacen
volar a los jinetes de sus
caballos.
Tesforo, su sombrero de copa, voló
quedando en la cabeza de un erguido
copao solitario, los hermanos sueltan un gran risotada, Herminio grita
_ Mira donde está tu doble Tesforo _
Sus mantas al viento se volvieron
albas, el frio calabas los huesos, de su
existencia.
Sobre los caminos, mantos de minúsculos cristales,
caen sobre los Candelabros Pre
cordillerano ellos cambian de traje, la
tierra bendita se tiñe de blancos
cristales caídos del cielo, se le cambian la faz a los hermanos Araya con sus caballos, la ruta es un mantel albo, que van dejando a
las espaldas de los jinetes sus huellas.
La
Estación de Combarbalá , se cubrió con medio metro de mantos de nieve… El Tren
379 no podrá salir a la hora señalada en el ticket, tendrán que pernotar en la
Estación o en los carros.
En los cielos cubiertos de nubes
cargadas de aguas, minúsculos cristales de hielo caen, sobre la tierra del
norte chico, son truenos, relámpagos,
estruendosas tacas, los cielos están furiosos, la nevazón es
apocalíptica, todos tendrán que esperar
que aminore el Temporal.
En los pueblos cercanos precipitaron 60 mm de
lluvia, bajan las quebradas, estero, el río Huantulame aumentan sus caudales.
Las aguas serpenteando bajan
ruidosamente llevando todo a su paso rumbo al valle del Limarí.
Son los hermanos Araya Araya…
Ramón su rostro el que nunca sonríe,
cuando hablaba, le brillaba un colmillo de oro, era la mirada de un halcón chamánico, de
cabello negro, nariz aguileña, su tono de voz es intimidante, vestía con un manto de castilla, sombrero de paño
negro, pantalón de tela bellavista tome, con una correa con una cartuchera de
cuero de cabritilla, la ropa la compraron en un almacén de Quilitapia.
Un revolver colt de empuñadura de
nazca, se lo vendió un gringo, por unos pocos pesos de platas con treces balas
de platas, si por los caminos se le cruza el Maligno, camisa blanca de cuello
almidonada, una especie de corbata con un Halcón de plata, una chomba negra, zapato de cuero negro.
Herminio era calvo a pesar de su juventud, de ojos
oscuro se rasuraba con su corvo, su compañero amigo inseparable... en su mejilla izquierda
un corte de navaja por una pelea en un bar de Punta de Rieles por allá por el
1945, por una damisela recién llegada a la casa de remolienda, llamada Mireya,
de cabellera natural… A la rubia, la deseaban todos.
Todos quería pasar la noche con
ella, Herminio fue su primer Hombre, que recorrió su geografía de mujer, por eso tenía esa cicatriz en su rostro.
Un cafiche capitalino, que quería
ser el primero en mancillar esa flor del desierto, le dejo ese profundo
recuerdo.
En un rudo enfrentamiento entre Herminio, con su rival de amores, le ocasionaron ese
corte, al capitalino no fue su día de suerte, simplemente lo despacharon de un
certero corte del corvo en la yugular, al más allá fue enviado el pije.
Su vestir era un terno negro, con una
camisa rojo, con corbata negra, con su poncho hilado por su hermana Pabla, en
su rancho, en la Totorita, cercano al poblado de Manquehua.
Con su corvo de plata, por el mismo
forjado en su fragua en Litipampa, templado en sangre de una doncella virgen de
su primera menstruación, su empuñadura
era de un metal extraño de color negro, de una roca de un pique, en un lugar llamado Centinela… la cartuchera
de su corvo, la compro a un artesano de Soruco.
El tercer hermano el mayor José Santos recién
regresado de la muerte. Su arma era sus
conocimientos enseñanzas de Chaman. Era sencillo su vestir, poncho negro, con una camisa sin cuello de
color ocre, pantalones de petate, un par de botas sencillas, siempre a su pecho
un morral de lana de oveja negra… Su cabellera era larga, trenzada con una soga
de color negro, al final todo oculto en un sombrero de ala ancha de paño en
color negro, su rostro era misterioso,
con una seriedad distinta desde que llego del inframundo.,
Los tres eran altos, de músculos de
acero, forjado por su duro entrenamientos en las minas, agricultura… ellos eran
limarino de acción.
Eran cuatro jinetes que llegaron
aquel martes 13 de Julio al ese ramal, esperando aquel Tren que iban rumbo a la
Estación Lo pintado... Ramón, José Santos,
Herminio, el cuarto jinete que después
regresa a Litipampa con los cuatros caballos, y su perro cancerberos es Tesforo Araya el cuarto hermano… era diferente a sus
hermano, sus ojos son celeste, igual que su hermana Virginia Rojas, de piel
clara cabellos de oro, su rostro alargado
con una muesca en su sonreír, su vestir era más elegante, un abrigo, un sobrero de copa y un bastón de guayacán, una
perla negra en su empuñadura.
José Santos cuando visito los
mundos desconocidos de la muerte, le habló un Ente de una Ciudadela Omega, que
en la zona de Atacama la conocen como Tololo Pampa.
En esa visión, el conoció la
entrada secreta, al inframundo de lo
desconocido, en su morral un atado de yerbas
alucinógenas, para comunicarse con su Chaman
interior, conocía los viajes al inframundo,
no tenía problemas al cruzar los portales energético iba de aquí para allá y de
allá para acá.
Tres boletos de cartón piedra
con el logo de ferrocarriles del Estado de Chile, compra Ramón en la boletería
de La Estación, cancela por un valor de 20 mil pesos o una sabana (dícese al
billete de 20 mil peso por su gran tamaño), destino Estación Lo Pintado, donde
irán a una oficina salitrera en busca del oro blanco, pues la Ciudadela es realidad
o mito, eso lo descubrirán más al norte.
Ramón Alberto Araya Araya
lleva algunas monedas de plata, un doblón de oro encontrado en un entierro… en
un pequeño saquito de cuero de cabra, que en su interior pequeñas pepitas de
oro de las quebradas de Litipampa.
Suben a un carro que tiene
una salamandra con una pequeña fogata en su interior, cerca del carro del
combustible, para hacer marchar aquel Coloso de acero, que expulsa vapor por
sus narices… algunos colocan sus manos entumecidas, para abrigarla.
Los tres pasajeros eran de
pocas palabras, José Santos que en una robusta libreta, su bitácora de
anotaciones del viaje no se cansa de anotar, realizar bocetos.
Observa a una elegante mujer,
de extraño acento, estaba admirada por la nevazón, tenía mucho frio, alguien le dice
_ venga para acá, esta abrigadito_,
ella le dice _ muito Obligado _.
Ella tiene una elegancia nunca
vista por José Santos, ella de ancestros africanos, portugueses, de La
América Morena… Lucia Vera de Sao
Paulo Brasil, es de una rara belleza, es
una mulata, pero su piel es bronceada
ojos verde limón, sus cabellos ensortijada de un negro carbón, de aroma
a la amazonia… de una estatura de 1.65 metros de medidas venusianas en su pecho,
un colgante circular con una cubierta negra, en su interior una Virgen Negra,
su protectora, ella de 26 años de una belleza voluptuosa, unas caderas que en su vaivén caminar es pura
sensualidad, un poderoso imán, José fija
sus ojos de Chaman de las animas en aquella hembra, embriagado por tanta
belleza, José queda atónito.
Se sienta a su lado, le pregunta su nombre… Ella casi no comprende
sus palabras, él le habla en forma más
lenta, es Lucia de una playa de Iguape,
donde tiene una casona de piso de piedra, las cubiertas de sus mesas son de
mármol, el océano atlántico en mareas altas, a su casona la convierte en una isla, en las noches aves de las
tinieblas la invaden... Cercana a la Ciudad de Fortaleza.
Lucia Vera Nacimientos dos Ríos de gran fortuna,
hechicera, una Bruxa, Sacerdotisa de macumba, hace varios meses que está
viajando por muchos medios de transportes, quien cruzo en Tren Trasandinos de la República
Argentina desde allí a la Capital de Chile, su destino final Estación Lo Pintado.
Comienza en La Estación de La Calera
en El tren Longitudinal de trocha angosta, rumbo al Norte Chileno, hacia esa pampa ardiente.
El Ferrocarril número 379 con
varios carros de pasajeros de primera,
segunda, otro dormitorio el carro comedor casi al final, un carro extra para el personal de 12 funcionarios a cargo de Nicolás Zepeda
Gonzales, Ovallino del barrio ferroviario.
Allí están atrapado por la nevazón
de Julio, se abrigan en unas pequeñas salamandras, algunos beben mistela, para
disipar el frio que le esta congelando su respiración y su humanidad... Avisa
el Jefe de Estación que por la mañana del día miércoles partirá rumbo al norte…
le entrega unas mantas de castilla, unos chalones, más leña
para salamandras.
En la lejanía, se escucha el ladrido de
cancerberos de regreso a su hogar con
Tesforo Araya.
Los cuatro caballos, un perro, un
jinete sus figuras se recortan a la luz de la luna que se escabulle entre los
negros nubarrones, por caminos cubiertos con minúsculos cristales de vida rumbo
a Litipampa.
Media noche en el carro de cocina le
preparan un consomé para abrigar los cuerpos de los entumidos pasajeros
de aquellos carros, algunos que tenían pasaje de primera clases, pasaron
a dormir a sus asientos cubiertos con mantas y chalones, entre ellos Lucia
Vera, algunos terratenientes que
viajan pal norte, los hermanos Araya
Araya se quedaron tomando mate con
aguardiente
Aclara el día, todo es albo,
comienzan a echar carbón piedra a las calderas, la nieve comienza a derretirse
con el calor del vapor.
Comienza
en las altas montañas nevadas a nacer el Padre Sol, los pasajeros
vislumbra la cadena de la cordillera de Los Andes, la luz encandila por la
brillantez de la nieve Limarina.
El Jefe de Estación grita
_¡Pasajeros al Tren en marcha, primera
parada en La Estación de Huatulame! __ .
Comienza a moverse aquel coloso,
desplazando la nieve hacia los costados, la travesía será larga, el paisaje es
lumínico por la limpieza de aquel Temporal acontecido en este de mes de Julio.
Vera Lucia va sentada en los carros de primera en asiento
forrado en cuero café… frente de José
Santos, él embelesado, la mira aquel monumento de mujer.
La vegetación nativa, brilla por las
lluvias torrenciales, que acaban de terminar, charcos, pozas del aguacero, se
refleja las nubes blancas, que se confunden con el vapor de aquel Tren, pasan
por Estación Mostaza, un guarda vía, hace el cambio, la maquina continua su
camino a 200 metros un monumental Puente.
Los candelabros erguidos de los copaos
contempla aquel coloso de fierro que va pasando por el Puente Mostaza de forma
curva, se asemeja a la sonrisa de la luna, los carros la maquina casi no le afecta ese puente de
piedra curvo, pasajeros por las ventana
ven aquel espectáculo de la Pachamama.
Unos sonidos a las distancia de los
trashumante, alerta a los pasajeros y al personal del Tren.
De pronto el conductor Nicolás, alto de
unos finos bigotes ve a lo lejos un arreo que viene bajando de las veranada de
la cordillera, caprino, ovejas mulares, caballos, unos pastores de cuatro pata acompañados por
trashumante, van cruzando por la ruta del Tren.
Nicolás
Zepeda frena bruscamente esa caravana de
carros.. . Lucia Vera cae en los brazos
de José Santos, su cuerpo es un llamado al pecado, lujuria a la pasión.
Allí en su brazos esta toda su
humanidad Lucia Vera mira con sus ojos verde limón a José Santos.
José palpa su cuerpo, siente su
corazón latir en sus mano, la otra está en su cintura, la aferra, le roba un
beso ella se enfada lo insulta por su atrevimiento.
Algunos caen por el pasillo, se
escucha el arreo de los Trashumante, hombre rudos, con sus ganado caprinos, ovejas, sus caravana de
caballos, mulares.
Las ovejas balan, los perros ladran,
el Tren toca sus campanas de bronces, van pasando lentamente los jinetes con
sus voces cantarinas y sus únicas posesiones su ganado.
Las ruedas de acero nuevamente comienzan a
girar sobre esas líneas de acero van recorriendo Los Valles Limarino, se ve una virgen en los roqueríos es una
gigantesca piedra que a lo lejos parece la imagen de La Virgen María, algunos
se persignan ante aquella imagen en la Piedras.
Isla
de Cogoti, Puente La Patona, imponentes puentes de piedra, pasan por la
Estación de San Marcos, mas allá a la distancia un túnel en el cual el día se
vuelve noche, Estación San Lorenzo del Pueblo
de Chañaral alto.
El Tren va dejando nubes blancas por aquellos valles de la Perla
Limarina. El rio de plata besa la tierra
mojada gredosa del norte chico, las techumbres
se han lavado sus rostros.
Unos niños ven pasar el tren por la
Estación Nomuco, sueñan viajar en aquel coloso de acero, rumbo a la fortuna.
Estación de Huatulame a la vista,
el cortador de boleto con su elegancia, avisa que están llegando.
La salida será a las 18 hrs, rumbo
a Montepatria, para llegar a medianoche a la Ciudad de Ovalle.
Doña Maruja la dueña de la casona del
Tomate en Huatulame, revisa las bodegas de víveres, pasaran a su Pensión a
Almorzar los pasajeros del Tren, había dejado unas carnes en remojo, sus hijas
había preparado el pino, para la especialidad de la casa las empanadas calduas,
que uno se chupa los dedos, el ají color que chorrea por los codos, leña,
carbón, vino todo reluciente, la leña la tenían bajo techo por las lluvias.
Avisan que en Huatulame se
detendrán por un tiempo de cuatro
horas, pueden pasar almorzar, a La Casona
del Tomate al lado de La Estación a la orilla del Rio Huatulame.
El Tren, es cargado con carbón
de piedra, que le inyecta la fuerza transformada en vapor para mover esos
colosos de acero por esas líneas paralelas que el sol nortino, la trasmutan en
líneas de luz, donde se ponen en movimientos ese caballo de acero.
Los Pasajeros bajan, Lucia Vera se había cambiado su
traje, encandila con un traje rojo con un
escote de rfente y reverso, su piel carioca atrae miradas de deseos, su sobrero
rojo, el quitasol son un fuerte impacto visual, rebosante de sensualidad.
Que José queda babeando por la mulata, Lucia Vera, ella es
una Diosa del país de la samba, un país muito grande del Mundo, ella sabe de su
belleza exótica, es una Bruxa de Aguape.
Capitulo
I I
La Casona del Tomate, el aroma
embruja a los pasajeros de la maquina 379,
una cantora con su traje de China da la bienvenida. Un piso de tierra, rociado
con el agua de la lluvia, Rosa María
alegra a los parroquianos.
José Santos Araya, ya había
besado esos labios carioca, invita a Lucia Vera Nacimientos dos Ríos a una mesa,
su hermanos se acercan donde está la cantora Rosa María, con su traje de china
de vivos colores se ven unas hermosas añañucas, flores nativas de la Perla limarina en ese
género, un gran escote que dejan a la
vistas sus atributo de hembra.
La silueta de la guitarra, ella lo
acerca a su cuerpo de mujer y sus atributos
rozan la madera de la guitarra, se ensamblan a la perfección.
Los hijos de la dueña de La
Casona del Tomate, comienza anotar los pedido, pasan churrascas pequeñas con
pebre, cebollas, tomates, ajíes, cilantro, perejil, limón son de las hijuelas
de Huatulame y el Tomé, un buen tinto
traído desde El Cuyano.
Los vasos chocan por los aires,
limpiando las gargantas de la sed de los
parroquianos, se secan las Dama Juana de 15 litros.
Aparece humeando una cazuela de pava, con chuchoca, papas,
zapallos, morrón, zanahoria, una rama de
apio para que no caiga mal a las tripas de los parroquianos.
Ensalada a la Chilena con tomates del
Palqui, cebolla de Huatulame, con aceite de oliva del valle de Huasco, secan los vasos con ese tinto que se parecen
a ese vino que Jesús, llevo a las Boda de Canaán, los hijos preguntan si desean
empanadas calduas, la especialidad de la
casona o pastel de choclos.
Lucia Vera quieres empanadas José
Santos, pide empanadas y más vino, mira a esa hembra que está a su lado un bocado,
jugoso como el vino.
Se puso amoroso con Lucia Vera esos
ojitos verde limón lo hipnotizaron y esos labios de frutilla lo enloquecen.
La Paixao la hacer sudar, esa piel
late quiere estar desnuda, como en su playa de Iguape, con el mar color Turquesa.
Ella en noche de luna llena se
bañaba como Dios la trajo al mundo, dejando unas velas en la playa, ella es
Bruxa Carioca.
Ramón se saca su manta de castilla
de color negro, dejando a la vista su revólver colt, un rayo solar ilumina el
corvo de acero inmaculado de Herminio, una cicatriz en su rostro... Lucia Vera
observa que está bien armado.
Deja a la vista su pierna que cubren con medias de encajes rojas
que van sujeta a un portaligas de color negro azabache, una pequeña señorita
violenta de acero reluciente… José Santos mira esa pierna, Lucia Vera la tapa rápidamente.
El aire trae aroma a empanadas,
es un elixir para los sentidos, Lucia mira con alegría y ansia esas empanadas
de una cuarta, que vienen volando por aquella Casona, la miran José Santos, la toma entre sus manos, Lucia
quiere utilizar el servicio, y José Santos le dice Señorita ese repujado son
las asa de la empanadas de allí se toman, la empanada es tu cuerpo, bella
Señorita… el jugo tiene que corren por tu piel, ella le dice que nunca se ha
servido una empanada.
La empanadas, calduas, en los
labios de Lucia Vera, sonríe y deja ver esos marfiles de la sábana
africana esa sonrisa derrite los hielos,
ella en portugués exclama que maravilla,
tiene cebola, ají de color, orégano,
comino, el jugo corre por el cuerpo de aquella mujer, sus dos atributo
coronados por unos pezones de ébano, se tiñen del pino de esa calduas empanadas
de Huatulame, por sus codos corren ríos de ají de color de la tierra de las
Brujas de la raja de Manquehua de Salamanca.
José le toma ese brazo, comienza a chupar ese torrente de pino que
baja por sus brazo, desde alli salta a
sus pechos, coronados por ébano que sudan por la pasión, ella se moja de pasión, quiere ser poseída, quiere
eliminar su ropaje, solo quiere estar desnuda, José besa esos labios de granada
fresca.
Ambos se retirar afuera hay
humedad, hay poza en el patio del aguacero que acampo de madrugada, ellos están
calientes van por un pasillo de la Casona, casi ya van desnudos, ven una
pieza con las puertas abiertas, un catre de fierro fundido, en una cama
desecha, se lanzan a ese campo de pasión, ella se despojas de lo poco y nada que le estaba quedando, solo esta su piel dos medallas en su pecho, aroma que huele a
lujuria con pasión.
Allí esta Lucia Vera una Diosa, una mulata
con sus cabellos largo rizados que caen en cascada sobre sus espalda, un bosque
de la Amazonia cubre su tesoro con
torrente de ríos sagrados, sacerdotisa de Igaupe, está allí un bocado de pasión,
José se aferra a Lucia besándola por
completo, quedan con sus labios resecos, baja a ese rio de la amazonia a calmar
su sed y pasión, se vuelven a humedecer sus labios con torrentes sagrados.
Los dos solo son un corazón latiendo es
un encuentro esperado por centurias,
José vibra en el interior de Lucia su valle sagrado, es un Universo de
pasión, ella sangra grita de júbilo, sus vellos púbicos, se tiñen de sangre,
hacen el amor hasta quedar agotado sobre esta cama con aroma a tomate y
empanadas calduas, llave que abren las puertas del paraíso.
En aguas cristalina de lluvia… Piel
con piel se bañan, y se secan a los rayos del Sol Limarino de invierno,
rápidamente se viste, un pito le pone en aviso, que el Tren 379 está próxima a continuar su
marcha.
Herminio, Ramón, notan la
ausencia de su hermano José Santos, quien rápidamente sube rápidamente con
Lucia Vera.
Se escucha un silbato y el
tren continua su ruta, ven un poblado llamado El Palqui, con su Estación, el
cortador de boleto le avisa que están por llegar a Montepatria, allí se
detienen para que se bajen algunos parroquianos que viene de La Calera, Illapel
y de la Capital.
.
-
III
Mientras tanto Helena Denis Tamango Huanchicay,
de raíces; animas, molles, diaguitas quien vive en el Valle del Encanto (en las
piedras tacitas ella lo llena de agua
por sus vórtices energético entra en trance, Los Entes Arkeís de La Ciudadela Madre, la dominan
mentalmente, es un títeres en las manos de ellos, tiene que viajar en El Tren
379 rumbo al norte.
Un Ente
amorfo de La Arkeís de nombre
Cyaneus, tienen planes para Helena Denis Tamango Huanchicay.
De madrugada se embarca en un carreta
desde El Valle del Encanto a La Ciudad de Ovalle, por caminos polvorientos pasan por
Potrerillos Alto , cruzan el rio Limarí
en el sector de Los Peñones por el Puente Fiscal, de allí por el camino
del Romeral, se ve El Castillo de los Rojas, con grandes extensiones de tierra
donde siembra trigos, cebadas, tabaco, plantaciones de alfalfa donde pastorean
ganado de cabeza blanca, el Sr Hacendado en su caballo recorre sus territorios, ella continua
deja su maleta , saca un ticket rumbo pal, norte el Tren sale a media
noche.
De La Estación se va a la Alameda a comprar algunos engaños para
el viaje, de la Alameda baja por calle Independencia hacia el Mercado, que en 1945 fue su apertura , un edificio
nuevecitos de paquete, allí se va servir un almuerzo, luego se va a dar unas
vueltas a la Plaza de armas tiene toda la tarde para pasear por La Ciudad, su
Hermano se despide regresa al Valle del Encanto, ella camina y camina por la
ciudad pronto llega la hora de la oración los cerros se tiñen de tonalidad
violeta, comienza aparecer sobre su cabeza miles, millones de estrellas, espera
que llegue el Tren a La Estación.
Avisan que en la media noche
estarán en la ciudad de Ovalle capital de la provincia del Limarí, granero del
norte chico.
Ramón Alberto, va sentado por
el lado izquierdo, va mirando el paisaje a la luz de la luna llena, Paloma,
Carachilla, van pasando ante su mirada de halcón, a su lado Herminio, afila su
corvo, con una pequeña piedra para afilar, de un morral de cuero saca una
botella de aguardiente de Chañaral de Caren, que el compro en La Estación de
Montepatria.
Ve unas cúpulas es el hogar del
niñito de Dios de Sotaqui, Hacen una nueva parada de media hora, para continuar
rumbo a Ovalle City.
El cocinero de la Maquina en Sotaqui
compran porotos verdes, paltas,
de los paltales del niñito Dios.
El jefe de Estación toca un silbato,
el tren continuo su marcha, se ven
parronales podados para la próxima cosecha a la luz de la luna.
Ramón ve de pronto un gran puente
de acero, con miles, millones de pernos remachados, sobre un rio que viene de los valles de Rio Hurtado, es una obra de
la ingeniería humana.
Es una Torre Eiffel, dormida en el lecho
del rio.
Llegan a una pequeña Estación de
Puntilla donde el guarda vías hace el cambio para La Serena o para Ovalle Ovalleeeee.
Ovalle gran ciudad de La perla
del Limarí, lo baña un rio con el nombre
Limarí, que significa siete ríos. Metrópoli de los
antiguos habitantes Ánimas, Molles, Diaguitas, esta tierra era su tierra.
El Tren, baila sobre esas líneas de platas, se dirige rumbo a la Perla del Limari, pronto
otro Coloso, de concreto Puente Fiscal, construido
por los años 1937, Coloso que algunas
pequeñas góndolas o camiones mixtos van
rumbo a la Capital Santiago de Chile.
Por la parte posterior de la
Calle Romeral se escabulla cual serpiente, en el Cruce del Puente Los Cristis, un
majestuoso Castillo de la familia Rojas.
El tren con sus carros, va pasando
por la Maestranza, de pronto sus ojos ven un gigante de concreto que en su
interior duerme ese vital elemento que es el agua sangre cristalina del Río
Limarí, que baja jugueteando desde la cordillera de los andes.
Por la parte posterior de la
Calle Romeral se escabulla cual serpiente, en el Cruce del Puente Los Cristis, un
majestuoso Castillo de la familia Rojas.
Capitulo
I V
El tren con sus carros, va pasando
por la Maestranza, de pronto sus ojos ven, un gigante de concreto cual cáliz de plata observa a la ciudad, Ramón ve esa copa de agua, un letrero de madera de fondo negro con letra de madera en blanco que dice
Ovalle, centenares de personas, que
esperan aquel caballo de acero, que son iluminado por la luz de la luna llena ,
aquellos faroles de base de concreto con esfera de cristal, y aparece una Estación
de Arquitectura Neo Clásica.
Un fuerte sonido, La Maquina 379 se
dirige a un gran tornamesa, donde girara,
cargan carbón, agua.
Un funcionario de Ferrocarriles
del Estado de Chile en su mano un farol a grito cantado avisa.
__Medianoche,
Estación de Ovalle Capital de La Perla
del Limari_
Y comienza a bajar algunos pasajeros,
que rápidamente salen rumbo a los estacionamientos de los coches con sus
cocheros llamadas Victoria tirada por
caballos bayos.
Ahora en la Estación la estadía
será tan breve como un suspiro del alma.
Los pasajeros del 379 bajan a mirar tan bella Estación Neo Clásica a la
Luz de la Luna Llena.
Los hermanos bajan en compañía de Lucia
Vera… se confunden con los Ovallinos que
están esperando a familiares , despidiendo a otros.
Helena Denis Tamango Huanchicay, está
allí rumbo al norte por mensajes en trances por Ente de La Ciudadela Madre, es
de pocas palabras, pero de gran belleza ancestral, nació bajo la sombra de un espino en el sector de
Camarico Viejo, se crio en el valle,
ahora está subiendo al Tren rumbo al norte Chileno.
Hilda Salfate Salvatierra, hermosa
hembra de ojos de verde olivo, labios de rojo pasional, de cabellera de fuego,
un cuerpo jamás poseído… Se dirige a Iquique, tiene prohibido enamorase, es una
mujer solitaria, viene acompañada por su fiel mayordomo Eugenio Venero Hui Chang,
de tez casi amarilla, de ojos orientales sus cabellos rasurados solo se
le destaca una larga moña trenzada que le llega a la cintura. Impecablemente
vestido de un terno de un vivo color purpura, con
camisa celeste, corbata amarilla, y un sobrero de copa del
mismo color del terno, Eugenio Venero Hui maestro de artes marciales japonesa,
es descendiente de una casa samurái, una katana con empuñadura de oro, algunos zafiro, esmeraldas, tiene el alma de
un gran Maestro Samurái, en un bolso
lleva oculto aquella milenaria arma mortal.
Ramón queda encandilado por eso ojos
de verdor de las aceitunas de Azapa, una colorina, viste un inmaculado traje de
dos piezas de tonos azul turquesa con bordes en rojo magenta, pero su lencería
era del mismo tono de sus labios, una enagua de rojo magenta con bordes de azul
de turquesa, su sostén ocultan sus
montañas virginal jamás escaladas también del mismo tono.
Su lencería resucita a los
muertos, porta liga en dos tonos rojo
magenta y ese azul de turquesa.
Hilda bella , sensual romántica,
belleza menuda …en sueños profundo recorrió la Ciudad Imperial hogar de sus
ancestros , la ciudad prohibida, es
Ovallina de adopción , vive en Las Revueltas, llega a La Estación en una
carroza tirada por caballos alazán, con un pequeño baúl, de cuero de tonalidad
negra, Hilda sube al carro.
Ramón, saluda se saca su
sombrero
__le dice Señorita aquí esta su aposento__.
Ella
sonríe, un aroma a paraíso llega a los sentidos de Ramón.
__él dice ese es el aroma de los
Ángeles celestiales __.
Recorre con su mirada aquella creación de Divina, Hilda se incomoda
con aquella mirada lujuriosa de Ramón.
El Tren va pasando de Estación en
Estación, Recoleta, Higuerita, Agua Buenas, Las Perdices, Las Cardas, Pan de
Azúcar, luego oliendo aroma a Océano Pacifico.
Avisan que en la madrugada arriban a
La Estación de Coquimbo, de allí a la Ciudad de Cien Campanario.
Capitulo
V
La
maquina 379, hace su ingreso a Estación
Coquimbo, donde se aprovisiona con víveres , producto del mar, papaya
de la ciudad vecina, el vapor de las calderas cubre sus calles céntricas del
Puerto, por Calle Aldunate, pleno centro
del puerto, tierra de Changos y Piratas.
En
Puerto atraca, un Velero Ingles de nombre Drake, con un Ilustre Lord Zoilo Butterfield , viste
un terno de tonalidad atigrado, en lana escocesa con una bufanda blanca,
guantes del mismo color.
Llega a La Estación del Puerto, compra
su ticket rumbo a la Estación Lo pintado.
Bonachón
rucio de mirada felina misteriosa, su andar es felino, inteligente,
observadora, muy intuitiva de bigote blanco refinado, muy parlanchín bueno para
la buena mesa.
Se embarca
en el carro de Primera Clase, digno de un Lord Ingles.
Pronto estarán en la Ciudad vecina de La
Serena a pocos kilómetros de Coquimbo los pasajeros del lado izquierdo van
mirando el Océano Pacifico, aun no aclarea.
El tren llega de madrugadas a La Serena
Ciudad Colonial, aún el gallo no canta
5 .15 am, de las penumbras del
Campo Santos de las alturas de La Serena, bajando raudamente un Carruaje tirado
por cuatro caballos negro, con adornos de cuero negro con incrustaciones en plata, el cochero de un negro lustroso entre
tanta tonalidad oscura solo se ve su
leve sonrisa, el cuello de su alba
camisa, es Judas.
Juan Bartolo Cruces
Caídas de elevada estatura de una
fina estampa, sus ojos intimidan al
verlo da un escalofrío, su rostro se
asemeja a una calavera con la piel que esta adherida al hueso, sus manos
huesudas la izquierda va un anillo de
oro con un rubí, en su mano derecha sostiene una pipa en forma de calavera de
marfil, que se la lleva a su boca el humo cubre su rostro, solo se ven sus ojos que hipnotiza a quien mira.
Lleva un bastón con la imagen de una
serpiente, en oro con ojos rubí, un
anillo con el rostro de la calavera en
las cuencas de los ojos dos esmeraldas
en su mano izquierda, un reloj con cadena de oro, que está oculto en un
bolsillo de un traje de un negro no descriptivo solo brillan algunos eslabones
de oro… Sobre sus hombro una alforja de cuero con su nombre en plata JB, en su
interior, solo él sabe lo que contiene.
Hilda le llama la atención este
pasajero enigmático.
Juan Bartolo, se da cuenta de la
mirada de Hilda, ve la hermosura de esta
enigmática mujer que se subió en La Estación de Ovalle, el quiere poseer a esa
diabla, él se siente atraído por la belleza exótica de Hilda.
Del Valle de Elqui un Pseudo Profeta,
solo llamado El Cristo de Elqui, de
apellido Zarate oriundo de la localidad de Rio Hurtado que vestía una media luna sobre su cabeza…
una túnica, de un color entre un blanco que alguna vez fue alba, delgado alto
de 1.75, de barba y cabello largo que se asemejaba a Jesús, muchos decía que se
escapo de una casa de orate de Putaendo, pero era sincero en su hablar de su
boca salían predicas, sermones, bendiciones
alabanzas a su Padre el Señor Dios,
con tres discípulos, dos mujeres, las damas eran trabajadoras del placer
escucharon el sermón del Cristo Elquino,
sobre el encuentro de María Magdalena con el Nazareno, quien con sus cabellos seco, los pies después de lavarlos, masajearlos con finos
aceites y perfumarlos al Maestro Jesús
el Cristo.
Un hombre un penitente, que estaba
pagando sus errores en una cuerva al interior del valle de Rio Hurtado, de
nombre Sabatt del Rosario, sin luz en sus ojos amigo de Infancia de Zarate el
Cristo.
Él Cristo de Elqui va a predicar a la
Oficina Salitrera Flor de Hojalata, ubicada en un ojo de agua, en medio de la
nada, el administrador es un terrateniente de Fortaleza una ciudad Puerto al
norte de la república de Brasil, de nombre Enzo Cayetano Vahéense.
Es una pequeña ciudad con todos sus
adelantos para aquella época, al interior de Iquique, allí están esperando un
acarreo de peones, trata de blancas, para una Burdel flor de hojalata, cuya
regente Doña Dolores Encarnación de Las Mercedes , llegada de la Ciudad de la
Paz (Bolivia).
Herminio tiene una querida en aquella
Oficina Flor de Hojalata, que lo espera.
El es matón de aquel burdel, todo le tienen miedo a sus puños, a su corvo mortal, que ya tiene la sangre en
su filos de varios parroquianos de
Incahuasi, Inca de oro, de las salitreras y también del puerto de
Coquimbo.
Para septiembre tiene que estar en
aquella oficina, con ese Sol abrasador,
esa luna fría que congela la sangre por esas noches.
Herminio no se imagina la
cantidad de parroquianos que va pal norte.
Casi la mitad de los pasajeros
se dirigen al desierto más seco del Planeta, Pampa del
tamarugal, que sus napas subterráneas reciben aguas de los inviernos
del altiplano, en los veranos, por
aquellas lluvias milagrosas, sobreviven pequeños vergeles en el desierto más seco del planeta.
Este Coloso a vapor lo dejara en La
Estación Lo pintado.
Desde allí a buscar las Oficinas
Salitreras, algunos bajaran a Iquique.
La administra el Sao Paulista Enzo Cayetano Vahéense un hombre
elegante violento de 45 años. Su bastón
oculta una hoja de un filo, que
corta, hasta un árbol de un certero golpe, el en su abrigo oculta un revolver,
con un cargador de doces municiones de
oro… las balas van marcada con el rostro de una calavera y una escritura que
dice “Bienvenido al Infierno ja ja ja”.
Su dueño, la gano en una partida de
naipes en un Burdel de Iquique por el año 1940. No es de confiar, Lucia Vera lo conocía de
Sao Paulo donde eran amantes, ya que con dos eran casados, el cada dos años
regresaba por breve tiempo a Sao Paulo, en uno de esos viajes, la invito a su nueva
adquisición una Oficina Salitrera, Enzo
le obsequio una nueva Oficina llamada El Delirio.
Ella será señora ama de esta Oficina El Delirio, ella quedo
prendida de José Santos.
Le comenta que lo invita a
participar, con ella de la administración de aquella oficina en la Pampa del
Tamarugal, a partes iguales.
Lucia Vera nacida de Sao Paulo,
pero vive en fortaleza, ve la sequedad del paisaje, llanuras de tierras
inhóspitas, busca con la mirada a José Santos, aun recuerda su encuentro en La
Casona del Tomate de Huatulame, le llega el aroma de esas empanadas afrodisiacas, que la llevaron
a las puertas del paraíso.
Tuvo una regresión llegaron a su mente recuerdos de su vida hace
400 años hacia atrás, un plebeyo intocable para ella era.
Ella de la corte real de Portugal de alta alcurnia.
Ella lo desea como hombre en
reencarnaciones se amaron en forma salvaje, se le acuso de herejes, fueron condenados a morir en la hoguera
por la santa Inquisición, que de santa
solo tenía el nombre.
Fueron quemado, sus lamentos de dolor
e impotencia retumban, en aquella plazoleta de Lisboa… maldicen a los
presente a sus descendencia a las penas
del Dios verdadero y no al Dios castigador,
el Dios del amor, tienen la seguridad de su reencuentro para vivir su
amor único verdadero.
Frente a frente mirándose como sus cuerpos arden con gritos
desgarradores, se consumen hasta el
último aliento se juraron amor eterno en un Puerto de Portugal en rl año 1549,
en el año de
de
nuestro señor Jesucristo.
Ellos al encontrarse en aquel
encuentro que Lucia Vera, llega a los
brazos de José Santos, al ver esos ojos verde limón su pupila se reencuentran
en aquella ruta por los valle Limarino cercana al Puente La Mostaza,
centurias más centurias, saltan de un
brinco a ese instante, que se cristaliza con aquel beso robado por José.
Con aquel beso de súbito se ven en
aquella hoguera maldita, ven a los culpables de la corte de La Santa
Inquisición, ven a un hombre una mujer
cómplice de aquel crimen doble por la ignorancia, poder de La Santa Inquisición.
Aquel hombre su mano le acaricia el cabello,
solo se ve un anillo de calavera con esmeraldas en sus cuencas, a una mujer con
un rosario, con el Cristo invertido en la cruz en su pecho, observa a los
enamorados que mueren de dolores atroces,
mirando a los culpables, ellos son inocentes.
Que no los dejaron que se amaran, para
ellos era un amor maldito, que no debía dar frutos.
Ambos eran seres espirituales de gran
poder, 400 años después se rencuentra en
la época de 1949, en aquel Tren 379, rumbo a las Salitreras Nortinas.
El Jefe de Estación, hace sonar una
gran campana de bronce, del tiempo de la colonia
Y grita
_¡¡ Pasajero al Tren!!_
Comienza Bramar el Caballo de acero,
Juan Soldado a la vista, se comienza a distanciar de la costa pronto llegaran a
la Estación Almirante La Torre en la misma desolación, la aguada se mezcla con el vapor expulsado por aquella
maquina 379.
Flota entre nubes, más al norte a la
lejanía divisa un mineral de fierro, llamado El Tofo, donde sus habitantes
viven colgados de las nubes de las alturas, de lejos la gente cree que viven en
la nubes, allí está la cordillera de la costa, rica en minerales de hierro cercana a la Ciudad de los Cien
Campanario.
Las Tres Cruces en plena desolación, se ha
dormido en el tiempo, unas cuantas casas, soportan airosa el paso del
tiempo, ven pasar aquel Coloso de acero,
cual espejismo de la nada.
Lentamente dejan a sus espadas aquella
loma con Tres Cruces, y su túnel de tramo corto, donde los parraquianos relatan
pequeñas historias , que resaltan con aquel celeste luminoso único, de aquel Norte Chico.
Las líneas de acero, encandilan con la
incandescente luminosidad solar sobre ese árido paisaje del desierto chileno.
Aquel Coloso de acero lleva al grupo de
pasajero al poblado de Incahuasi,
Cachiyuyo, por la Pre Cordillera
se interna rumbo aquel norte desolado, pero rico en riquezas.
Helena mira la sequedad del aquel paisaje,
y se pregunta porque estoy aquí.
Ella
está en trances hipnóticos por Los Arkais de La Ciudadela, le tienen una
misión.
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