Hector Araya Rojas
Relator de historias de años mozos,
Aventureros, llegaste al Aconcagua, y muchas montañas más, en tus montañas cogiste un trozo de cielos , una ocasión un compañero, de la montaña subió al cielo, y uds , su grupo, sólo trajo su cuerpo inerte al Campamento de Chuquicamata.
Ahora tío, tu alma volará, con los vientos del Creador, volaras, como las aves del cielo, como el cóndor, que tú, si tú con tu vocación de Fotógrafo inmortalizarte, en aquellos negativos, de montañas, valles y Pampas abandonadas, tu imaginación germinaba en tus diálogos de historias de antaños.
Tus relatos quedaron en mi memoria, acarreador de agua en Pueblo Nuevo, ganaste el ir a buscar la bandera a la cima del cerro, para la pampilla de los Mantos ,obrero en los Mantos, empleado en el Club Obrero de Chuquicamata, luego trabajador del yacimiento, boxeador, coleccionista, amante de las historias de Rivera Letelier, que muchas se asemejaban a tu mismas vida.
Fuiste Fotógrafo, hijo , hermano, picaflor, padre, abuelo, conversador, como tanto de nuestra familia.
Tío Hector, por este medio, en memoria de mi Madre Lucila, su hermana, también contadora de historias sus almas de escritores vivirán en los relatos.
Recuerdo historias, que relato mi madre, mi papito Ramón partió a las Pampas en busca de trabajo, y mamita Olga quedó con sus hijos pequeños, en el poblado de Pueblo Nuevo, y todos los días como una gallinita con sus polluelos ella iba donde su madre Eloysa Alfaro, allí ella le preguntaba a Hector Arnoldo, hijito cuando me va a venir ayudar el con su voz pequeña e infantil le decía manana, manana.
Poseedor de una gran memoria, en el el verbo, se hacía imagen, y la imagen realidad.
Buscador de un pasado ausente, que pensantes en las cimas más alta de esta América Morena, que pensantes en las Pampas heladas de un Norte Grande, que pensantes en tus travesías por este norte verde.
Soñaste sentarse en tu casa con terrazas, con leones de fantasías, con una máquina antigua, y sobres albos papeles, dar vida a un pasado ausente.
Tío en el campo santo a los pies del Cerro Grande de Punitaqui, ese mismo campo santo , que siempre visitábamos, te esperarán tus Padres Ramón y Olga, mi madre Lucila, Tomás mi padres, quizás allí este tu regalo que el té ofreció siendo tu un niñito, tu le hablarás a todos ellos de nosotros, de las lágrimas que de nuestros ojos huyen por la pena de la partida.
Trataré de relatar pequeña historia en tu nombre, y de mi madre
Te queremos tío, jamás de ti escuché una mala palabra, en tu verbo era de un caballero, un honor ser su sobrino, bendiciones y buen viajé , no a la tierra del olvidó , uds estará en varias historias , que sobre papeles albo, que el tiempo, teñira de amarillos ocre, adiós lector de historias pasadas, te queremos tío con alma de niño
Descanse en paz tío Hector Araya Rojas
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