viernes, 25 de noviembre de 2016

FOTÓGRAFO CALLEJERO


CIUDADANOS OVALLINOS FOTÓGRAFO CALLEJERO






FOTÓGRAFO CALLEJERO


Kinder Planetario




SL Alham du lilah












Flores Callejeras Ovalle Chile



Paulo Escobar-Elorza





Bocetos de un caminar

vagar por caminos polvorientos, donde el viento dibuja , en tierras rojas de arcillas.
el caminar, de madrugada, mañana, tarde, ocaso y noches, allí el tiempo transcurre,y la suela de los zapatos se han ido gastando , con el paso de los años.
aun el caminar continua por las sendas de un pasado ausente.

jueves, 24 de noviembre de 2016

lunes, 21 de noviembre de 2016

Pantaleón Santos y La Piedra de Oro
Al comenzar las primera explotaciones minera del yacimiento de Los Mantos.

Comenzó en forma artesanal con muchos pequeños pirquineros de toda la zona , el mineral se llamaba al principio Minera Moya,
de los hermanos Fariña, los pirquineros con su torso desnudo, y un pantalón cortito bajaban al interior de los piques , bajo tierra habían laberintos , llenos de escaleras de madera nobles , allí los hombres sudaban traspiración de dolor, y sus ropas se llenaban de barro, con pequeñas luces de oro, que brillaban en las profundidades de las minas de Minera Moya .

 En su espalda su capacho y en sus tirantes cubierto con pedazos de cuero de oveja, para amortiguar, los grandes pesos que en un sin fin de vueltas le hurtaban su riquezas a la madre tierra , con su capacho 50 kilos capacidad los cargaban de metales , que sacaban con la ayuda se sus machos y barrenos de punta templadas, rascaban en las profundidades de aquella tierra de riquezas, con los cuales emergían del fondo de la tierra , como luciérnagas con sus lámparas a carburo, con su pantalla de bronce reluciente cual sol desde las profundidades, emergen cual semilla con sus primeras lluvias revienta las semillas, allí Pantaleón, patalea para ganarse unos míseros pesos , para alimentar a su familia que vivía en viña vieja, en estas labores Pantaleón, era para todas las pegas posible, él siempre pedía un aumento de sueldo, pero nada de nada, los patrones se hacían los lesos, y el continuaba, laborando en esos cerros de riqueza , de oro, mercurio, cobre , en sus múltiples labores, el continuaba con su pesado trabajo, y en la hora de choca, colocaba su tacho al fuego en la pata de cabra, allí sólo se alimentaba con su sopa negra, con su tortilla de mil hoja , con chicharrones de puercos , higos rellenos con mariposas de nueces ..así trascurría sus andanzas , un día en la moliendas achicando los metales, y en su cacho de chivo cabron, cortado por la mitad, se asemejaba a una media luna en la mitad de la noche, allí Pantaleón veía brilla la colita de oro, para saber la ley de la tonelada de metal , que le vendían a la minera, y subían con unas tropas de burros , cargadas de sacos de cáñamos reforzado, allí los arrieros, con sus ayudantes los maruchos, entre ellos estaba El Roto Pije de Punitaqui; se encargaban de llevar los metales, subían hacia la cantera y desde allí a la planta.

En su esquelético burro, y con su miseria a cuesta Pantaleón, bajo con su capacho hasta el tope de piedras, del fondo del pirqui, y dejo el capacho sobre el montón de material a moler y camino para tomar un tacho de agua de yerbas de su terruño, en ese caminar tropezó, con una bola en forma de Piedra, y lanzó esa piedra sobre el macho, y notó que no paso nada, y la comenzó a observar y notó un pequeño brillo, y trata de romperla y esa bola nada de nada, y el brillo le iluminaba su rostro, y noto el gran peso , a medida que le sacaba la tierra, ella brillaba como un sol entre sus manos cual grande fue su sorpresas era una pelota de oro, no era una pepita, y se subió a su fiel burro , el se las escondió en sus ropa hecha jirones, y partió sobre aquel rayo veloz, que de veloz no tenía nada , hacia  su mísera morada que sostenía por la gracia divina , allí estaba su adorada Desideria, con su prole de hijos. Con su familia al día siguiente tomó esas góndola que de milagros llegaban a Ovalle , Pantaleón, se fue para el país trasandino, y de el nunca más se supo, sólo que en día siguiente unos parroquianos vinieron a buscar al burro, y de Pantaleón Santos nunca más se conocieron noticia de el.

En esa minera Moya, que más tarde sería compañía minera de Los Mantos de Punitaqui S.A

domingo, 20 de noviembre de 2016

sábado, 19 de noviembre de 2016

Desde Quirihue a Coelemu
En un terminal de Quirihue, después de haber bajado desde lo alto de Trehualemu, El Carmen, Chillán, quedamos esperando un bus que tendría que pasar hacia , Coelemu, allí varios personajes en el andén, un herido con un hacha en su cabeza, una mujer que venía a beber y a embriagarse a este pequeño Pueblo de la 8 Región, y dos bellas mujeres, y un afuerino del norte chico de la región de Coquimbo.
Todos esperando el bus que tendría que pasar.
Pasaba raudamente el tiempo y el frío congelabas los huesos.
Llega en un auto negro , como negra era la noche un conductor de nombre Bartorlo, nos ofrece trasladarnos de aquel lugar.
Era el único medio para salir de Quirihue.
Éramos 5 y el auto tenía cupo para 4 .
El muchacho que lo atacaron con un hacha estaba pálido, la Sra Encarnación su rostro se percibe embriagadora con los caldo de uva sureña, estaba en los brazos de Baco el Señor del vino, las bellas damas en ella todo era paradisíaco, mi amiga un ángel nacido en Chillán en el mes de Septiembre,
La otra dama una bella de los bosques que crecen y crecen en esos parajes
En el andén se pasea con su manto mapuche, la Sra con varias décadas de vida, el joven con su vendaje en su cabeza , con un palidez, que su rostro resaltaba en la oscuridad de aquella noche.
Mire la majestuosa y Nevada cordillera de los Andes, en aquella pequeña cajita, toma un fósforo y raspas con sus dedos femeninos y sus uñas de un rojo fuerte y se iluminan al raspar la cabeza del fósforo, con el raspador de la cajita Andes, encendiendo el cigarro que está en sus labios sensuales de un rojo pasión .
El humo del cigarrillo inunda el pequeño andén.
Bartolo nos indica cuanto nos saldría el viaje.
El sonido del tiempo, nos indica que ya es un nuevo día, se nos fue el domingo.
Y Bartolo sería nuestros conductor en aquella noche sin Luna, que la oscuridad sería nuestra invitada.
Nos acomodamos en aquel pequeño vehículo.
La niña del Zul va adelante y nosotros cuatro en los asientos posteriores.
El vehículo rápidamente sale del pueblo, y la carreteras se confunden con la negrura de aquella noche, una leve neblina, va empañando el parabrisas, lo le digo a Bartalo que de donde yo era originario al Demonio le decíamos Bartalo, el sonríe y se le ve los dientes de oro , en la carretera éramos los seis en aquel auto negro en medio de un camino solitario, solo nosotros eramos los únicos existentes en aquella ruta solitaria entre Quirihue y Coelemu..van bajando de a uno los pasajeros, nos invade un frío, continúa la llovizna, a Bartalo le relato como es mi tierra, nuestro modo de hablar, por esos lados sólo conocía a mi amiga de cabellera larga , manos suaves de gran inteligencia, observadora, de hablar suave , y lleno de sabiduría .
Sólo quedamos nosotros tres, Trehuaco, poblado con sus calles nos ilumina e ilumina el auto, allí miro la belleza de aquella mujer del zul, de esa tierra de los Parras, de Neftali Reyes, tantos poetas que El Creador le dio por cuna aquella región

Queda poco para llegar a Coelemu, la claridad se escabulle, entre los árboles y los cerros.
Pasamos el puente llegamos a la casa de mi amiga...Cerca del terminal cancelados la carrera,y nos abrigamos con aguardiente de Guirilihue, luego nos espera unas camas de sábanas celeste con encajes blanco, en el velador un pequeño ángel, nos observa y se da la vuelta hacia la pared

sábado, 12 de noviembre de 2016

ROBERTO BOLAÑOS SOBRE SERGIO LARRAÍN:

¿En qué consiste la lucidez en la fotografía? ¿En ver lo que
se tiene que ver y no ver lo que no se tiene que ver? ¿En
tener siempre los ojos abiertos y verlo todo? ¿En seleccionar
aquello que se ve, en hacer hablar aquello que se ve? ¿En
buscar, entre un alud de imágenes vacías, aquello que el ojo
vislumbra como belleza? ¿En buscar vanamente la belleza?
El asesino duerme mientras la víctima lo fotografía. Esta
frase, pronunciada casi en un murmullo por una voz
resignadamente tranquila, me persigue o persigue a mi
sombra desde hace muchos años. El asesino duerme. La
victima le hace fotos. En imágenes: una cama individual,
barata, en una habitación ni soleada ni en penumbras, sobre
la cama un tipo confiado, dormido boca arriba o de lado,
vestido con calzoncillos y camiseta, calcetines oscuros, sin
sabanas que lo cubran, en el estado de abandono propio
de un durmiente, y una sombra, ni hombre ni mujer, solo
sombra, silueta andrógena situada a los pies de la cama,
escorada hacia la izquierda, hacia el centro de la habitación,
que sostiene una pequeña cámara en el aire y que mira por
el objetivo con una concentración similar a la del tipo que
duerme, pero ( y aquí reside uno de los signos del horror
y de la normalidad) de otra naturaleza. La maquina fotográfica
que sostiene con las manos, esto es importante subrayarlo,
da la impresión de estar afianzada en un trípode, un trípode
imaginario en el centro de esa habitación ligeramente
desordenada que puede ser la habitación de un hotel y
puede no serlo. En cualquier caso, parece ser la habitación
del durmiente, es decir del asesino, y no la habitación del
fotógrafo, es decir de la victima, aunque este ultimo se
mueve por ella con una cierta familiaridad, una familiaridad
creciente, en donde se percibe, en dosis iguales, constancia
y dolor, rebeldía y fatalidad, como si la realidad se arqueara
y el tiempo, solo por un instante, mirara hacia atrás.
El que hace la foto vence, pero esa victoria puede conducir
sin apelativos hacia la muerte. El que abre los ojos gana,
pero ¿ a quien le gana?, ¿y que importancia puede tener
ganar cuando uno sabe que en el fondo pierde, que todos
perdemos?
Los niños vagabundos de Santiago y las sombras de Londres.
Lo mojado y lo seco en la obra de Larraín.
Me gustaría decir que en alguna de sus fotos he vivido.
Puede ser. De lo que sí estoy seguro es que por alguna de
sus fotos yo he pasado: he caminado por esas calles
fotografiadas por Larraín, he visto los suelos como espejos
(espejos en donde solo se refleja lo más precario o nada),
me miraron aquellos a quienes Larrain miro.
Parece el fotógrafo accidental. Parece el fotógrafo juguetón.
Parece el niño chileno desencadenado. Parece muchas cosas
que no es.Por momentos creo que busca la armonía o un
sucedáneo de la armonía: el instante en que todo se detiene
y los hombres y las cosas se asemejan. Nadie se mueve. La
lluvia se inmoviliza en el aire. El tipo del paraguas se convierte
en algo similar a la estatua ecuestre del fondo. El ojo se
abre hasta alcanzar el tamaño de una boca.
Tengo la impresión de que Larraín es el turista perfecto, el
turista medusa al que años de sedimentación en el único
país que parece un pasillo y generaciones de vidas chilenas
malgastadas, despilfarradas u olvidadas, concedieron una
mirada que también es una forma de moverse. Rápido, ágil,
joven e inerme, Larraín observa la ciudad que es un laberinto
y al hacerlo también nos observa a nosotros. La mirada de
Larraín: un espejo arborescente.
Larraín fotografía una cola: gente que espera el bus. Esto
sucede en Londres pero se diría que pasa en las afueras del
infierno. Una cola perfectamente ordenada, perfectamente
normal. Cuando llegue el bus se subirán y luego el bus se
marchara y el espacio en donde estaba quedara, por un
instante, vacío. La secuencia puede repetirse hasta el infinito.
La gente que suba al bus no ira, por otra parte, al infierno.
El azar ha decidido que vaguen para siempre en los
extramuros de la foto.
Larraín fotografía a gente paseando por Hyde Park. En
apariencia es una foto inglesa y es una foto normal: la
quebradiza armonía atrapada por la cola. Sin embargo, si la
miro con atención, distingo en el lado derecho a un aldeano
de Santiago de Chile, un empleado de ministerio o de banca,
en cualquier caso un oficinista o un burócrata, un buen
hombre que jamás ha salido de Chile, su sombrerito asi lo
atestigua, sorprendido mientras pasea por Hyde Park con
gesto adusto (un gesto adusto de lo más desvalido, por
otra parte), como si pensara en cosas abstrusas. En el lado
izquierdo de la foto una chica, una canguro, posiblemente,
empuja un carrito de bebe que no se ve: solo aparece en
el objetivo el manillar. Esta chica si que es inglesa: sus ojos
miran el carrito que yo no veo y el niño que yo no veo, pero
por el gesto de su rostro uno comprende fácilmente que
se encuentra en otro lugar; un lugar mucho más calido, el
trópico de las formas geométricas, el trópico de los exilios
geométricos. La foto no acaba con estos dos personajes
que en realidad solo la enmarcan y que enmarcándola le
dan un giro; en medio de la canguro luciferina y del aldeano
de Santiago de Chile, pero más alejados, una pareja tomada
del brazo avanza hacia el ojo del fotógrafo y hacia el primer
plano, que de esta manera se convierte en una promesa
de futuro, como si el destino de esa pareja ideal (y
eminentemente británica) fuera el peripatético chileno y el
bebe que no vemos y su dudosa vigilante. Pero incluso aquí
no se acaba la foto ( pues esta foto y tal vez todas las fotos
tienen un principio y un final, aunque por regla general
nunca sepamos a ciencia cierta cual es el principio y cual es
el final) o no se acaba la puesta en escena de personajes:
Al fondo mínimas, se ven tres siluetas, estas si en el centro
exacto del objetivo, tres siluetas que se equilibran en el
punto en donde el placido camino de Hyde Park se confunde
con el horizonte y que no se si avanzan hacia la cámara de
Larraín o se alejan de ella , probablemente avanzan, tres
siluetas que son como tres agujeros negros y como tres
arañazos mínimos en la fatal placidez (y lucidez) de esta
fotografía.
Larraín fotografía a un tipo que acaba de descender las
escaleras del metro de Baker Street. La composición parece
un comentario a cierta pintura de Delville. En el pintor belga
la gente sube o baja al infierno y sus cuerpos desnudos
relumbran como un torbellino. En la foto de Larraín la gente
sube y baja del metro con la misma pompa y circunstancia,
con el mismo abandono, con el mismo semblante entre
reflexivo y triste.
Bajo esta óptica el London Bridge, con su autobús de dos
pisos y los pilares monstruosos que se hunden en el agua
oscura y fría, asume el papel de puente del infierno: un
puente por el que corren sombras de personas y bajo el
cual el agua fluye ( el agua que casi siempre es inquietante
cuando un artista la fotografía) con la majestuosidad y la
soberanía de la muerte. He dicho monstruoso, infierno,
sombras majestuosidad, muerte, pero ninguna de estas
palabras debe leerse de forma enfática,sino más bien con un tono casual, tal como Larraín las
fotografía.
Una casualidad inquietante, en todo caso, que cruza la foto
en mas de una ocasión, como para permitirnos descubrirla,
ver su rostro compuesto de aire, su sonrisa compuesta de
aire, el manto de soberana que la envuelve y con el que ella,
magnificente y fría, nos envuelve. Como si la casualidad
fuera un sinónimo del infierno. O peor aun: como si la
casualidad fuera la esencia del infierno, su mecánica, sus
paredes, sus agujeros que se hinchan como ojos.
A veces uno tiene la impresión de que él opera en el centro
de la indiferencia, fingiéndose indiferente, con una
predisposición voluntaria, no obstante, a cualquier accidente.
A veces uno tiene la impresión de que su resistencia (una
resistencia juvenil ) esta a punto de romperse. Pero su
resistencia no se rompe nunca porque esta compuesta de
gracilidad.
La gracilidad del azar.
Larraín fotografía a siete tipos que caminan por una acera.
Algunos de ellos llevan bombín. Probablemente trabajan en
la City. El que camina por el centro de la foto se parece o
tiene un vago aire a Winston Churchill. Seis de los tipos están
enfocados. El séptimo, el de la derecha, esta desenfocado
y uno diría que apareció por allí en él ultimo momento. Pero
eso es imposible. Los otros seis caminan a buen paso, por
lo que sí alguien se introdujo en la foto de improviso no
fueron, precisamente, estos. El séptimo, aunque no lo puedo
asegurar, parece un portero o el encargado de sacar la
basura de los edificios. El séptimo parece un ectoplasma
extraviado que contempla la foto de Larraín desde atrás de
la foto. En la acera de enfrente otros tipos (a los que no se
les ve la cabeza) caminan rumbo a sus bancos o sus oficinas.
El séptimo, por lo tanto, es un espejo parcial. Un espejo
sobreviviente (y desocupado) que aparece en cualquier
punto de la historia y que comenta el azar desde el azar
mismo.
Pero los hombres de bombín, e incluso aquellos que no lo
llevan, también saben estar solos. Estar solo es, básicamente,
viajar, y Larraín los muestra en sus viajes urbanos. Seres
temibles que se abren paso entre la niebla, hombres con
abrigo, bombín y paraguas que caminan, majestuosos y
estólidos, por sitios en los que normalmente nadie se
aventura, menos aun un turista, salvo que ese turista sea
Larraín. Y aquí podemos incluso hacer conjeturas
disparatadas: ¿esos hombres tristes, razonablemente
elegantes, encarnaciones milagrosas de la carencia de toda
duda, son personajes accidentales o el joven chileno Larraín
los ha seguido, sigiloso como un espía o importunándolos,
desde las calles populosas hasta las calles solitarias, hasta
los rincones mas apartados y negros del río o de los
suburbios, con la intención de, llegado el momento,
fotografiarlos? ¿Son personas a las que Larraín no conoce?
Tal vez. La mayoría aparece de espaldas. Todos absortos en
la contemplación de un escenario que puede ser el escenario
exterior o el interior: la habitación inmaculada de un yo
abatido. Uno de ellos, sin embargo, creo que mira
directamente a Larraín en el momento en que este hace la
foto: ese hombre con bombín, abrigo y corbata camina con
la solemnidad de un astronauta. Por un instante uno tiene
la sensación de que ha llegado, ya hace años, de un planeta
lejano de nuestro sistema solar, un planeta lejano e intangible.
Es probable que tras sus gafas oscuras se escondan unos
ojos enrojecidos e insomnes. Es probable que ese viajero
espacial haya reconocido en Larraín a un semejante.
En algunas fotografías parece no haber aire. La presión
atmosférica es feroz. Las personas se mueven como
sonámbulos, el corazón y los pulmones van cada uno por
su lado, desbocados. En algunas fotografías puedo imaginar
al joven fotógrafo chileno desplazándose en una silla de
ruedas de aluminio policromado por las calles de un sueño
que parece una ciudad llamada Londres pero que no es,
ciertamente, una ciudad, sino un abanico de velocidades.
Puedo imaginar a Larraín con el rostro lleno de pequeñas
cicatrices, como si se hubiera cortado esa mañana al afeitarse
o como si no supiera afeitarse. En algunas fotografías
Londres parece una pecera. Silenciosa y primordial. En otras
es Larraín el que parece estar dentro de una pecera
fotografiando un planeta vasto y vagamente familiar.
No viene a cuento, pero cuando yo era niño e incluso
adolescente, se decía que Chile era la Inglaterra de
Sudamérica (de la misma manera que Uruguay era la suiza,
Buenos Aires la Chicago, etc.). Quienes afirmaban lo anterior,
por supuesto, eran chilenos. A partir de 1973 esta broma
dejo de causarnos gracia o se convirtió en lo que siempre
había sido: un sarcasmo. Pero los símiles nunca son inocentes
y al cabo de un tiempo regresan o regresa su fantasma:
con otros ropajes, con otros lujos, con otro sentido. Regresan
convertidos en deuda. Regresan convertidos en respuesta.
En octubre de 1998 nuestra desaparecida broma adolescente
y autocomplaciente, nuestra broma pelmaza, se materializo
una vez más. Inglaterra ahora se disfraza, en sus ratos de
ocio, de Chile, y los chilenos buscamos en esas imágenes
inglesas, en esa hospitalidad inglesa, nuestra adolescencia
ideal (es decir nuestra risa, nuestra irresponsabilidad), pero
no vemos nada. O tal vez si vemos algo: sombras adversas
que nos pertenecen, imágenes imposibles de finales de los
50 y mediados de los 60, cuando aun podíamos mirar de
otra manera.
Larraín fotografía un coche detenido y ese coche parece
ir a más de cien kilómetros por hora.
Larraín fotografía calles vacías y esas calles parecen estar
emergiendo del ser o de la nada, sin ruido, como si el
fenómeno sucediera en el espacio exterior.
La velocidad del coche detenido y el silencio de las calles no
son más que metáforas de nuestra propia soledad, una
soledad en movimiento. El espejo de nuestro esfuerzo y de
nuestra resistencia.
Larraín fotografía las piernas, los zapatos de una mujer y
de un hombre. Están detenidos, aguardan, pero quien
observa la foto sabe que seguirán caminando, que se
separaran, que se juntaran, que volverán a separarse en
una sucesión de instantes irremediables que pasado un
tiempo llamaremos vida, azar, nada.
Sé diría que en Londres el joven Larraín no encontró una
ciudad sino un universo.
Roberto Bolaño, Escritor, nació en Santiago de Chile en 1953
y falleció en Barcelona en el 2003.
Sergio Larraín, Fotógrafo, nació en Santiago de Chile en
1931
Falleció en Ovalle 2012

En Busca de La Ermita en Los Andes

 En las altas cumbres de la cordillera de los andes, al interior de Tulahuen , camino a las montañas  Don Sergio, con su fiel mediero Aroldo Villaruel, más que mediero era como un familiar.. En un par de mulares, más víveres, se dirigen a las montañas en busca de un sitio donde construir una Ermita . 
 Para Ejercicios Superiores , Don Sergio tiene todo programado, solo necesita un lugar en las altas cumbres andinas de América del Sur .
 Recorren varios lugares, necesitan vertientes, y además el lugar , debe estar aislado del Pueblo o Villorrios ,  
 Pernoctan en un lugar cercano al Tayan , hacen campamento en medio de grandes rocas, y varios árboles ; higueras, peras de pascua, cerca de una quebrada y una vista majestuosas de la montaña de Tulahuen ..allí los dos , más sus mulares se preparan para el merecido descanso .. Pero esa noche se van a producir hechos sobresalientes o sobrenaturales , que lo van a decidir escoger aquel lugar en su Ermita.






THE CLINIC 
 REPORTAJE A DON SERGIO


Hoy tiene 75 años y vive en Tulahuén, un pueblo enclavado en la montaña, al interior donde medita, pinta y escribe pequeños textos místicos que circulan entre sus conocidos. No habla con nadie, excepto con un grupo de discípulo Ovalle. Allí os a quienes enseña yoga los segundos martes de cada mes. No ve más a sus amigos ni tampoco a buena parte de su familia. Muchos de sus parientes le temen a sus enojos y se negaron a hablar para esta nota. Todavía saca fotos, a las que acceden sólo sus más cercanos. Sus temas hoy son las flores y los paisajes luminosos.

EL PASADO NO EXISTE

Hoy es sábado 6 de mayo y hace cuatros días Sergio Larraín regresó a Ovalle después de pasar dos meses enteros meditando en la montaña. Paz Huneeus, la madre de su hijo Juan, acaba de estar con él. Dice que lo encontró demasiado pesimista, hablando de la guerra y de la miseria de los hombres.
Le dio rabia. Ella quería tocar temas terrenales como los hijos y los nietos, pero él no la escuchó.
La puerta de la casa de Larraín no tiene timbre. Golpeo pero nadie contesta. Un vecino me sugiere que insista. Tiene que estar adentro. No lo han visto salir.
Entonces se abre la puerta y Sergio Larraín Echeñique, el fotógrafo que inmortalizó Valparaíso y que engañó al capo de la mafia siciliana aparece en el dintel, vestido con pijama de franela y un chaleco tejido a mano. Se ve flaco y encorvado. Su pelo es canoso y le faltan dos dientes: uno arriba y otro abajo. Pero su mirada es fuerte, directa.

Sergio es conocido en Ovalle como un hombre místico y tiene un grupo de seguidores que lo llaman ‘el maestro’. El segundo martes de cada mes, se junta con ellos en un gimnasio público donde hace clases de yoga y les explica su filosofía de vida centrada en la búsqueda del presente. Durante estos años ha escrito una decena de pequeños manuales que él llama ‘textos para el kinder planetario’ y donde reseña ideas como ésta:

‘EL UNIVERSO ES UNIDAD, ESTÁ TODO JUNTO, AL MISMO TIEMPO, AHORA. PARA VOLVER A LA REALIDAD ES NECESARIO HACER YOGA’.

En mi mano, tengo el libro donde aparece esa frase. Sergio lo nota y de inmediato me invita a su casa. No me pregunta el nombre ni tampoco me da tiempo para decirle que soy periodista. Simplemente habla, habla y habla. Dice que estoy en el lugar correcto, que hace seis mil años se dedica a la búsqueda espiritual. Luego, saca de una caja de cartón otros libros para regalarme. En el living hay sólo eso: cajas.

Salimos a una galería que da al patio. Los muros están adornados con pequeños cuadros que él pinta al óleo, usando la técnica realista que aprendió de su amigo Adolfo Couve. En una mesa hay una figura del Buda y una foto a color. La imagen retrata a tres personas sentadas en una calle de espaldas.
Sergio continúa hablando acerca de su filosofía mística. Mientras lo hace, cierra los ojos y pone las manos en posición de rezo. Acto seguido, camina hacia el patio y apunta a la luna con el dedo índice. Dice que la luna es la última nota de la escala cósmica, que la primera es Dios y que mejor pasemos a la cocina. Antes de mi visita, se estaba preparando unas espinacas. Cierra la puerta. No quiere que los gatos se coman la mantequilla. Nos sentamos en la mesa. Al lado hay una escalera, que da hacia un altillo donde él medita. Paz me ha dicho que debajo de ese altillo hay un cuarto oscuro donde revela de vez en cuando las fotos que saca ahora. Miro bien y efectivamente ahí está el cuarto.
De pronto Larraín me pide que baje el mentón, que cierre los ojos y que conecte mi centro energético con la tierra. Larraín se calla por primera vez y sólo escuchó el miau de los gatos y unas gotas de agua que caen en el lavadero. Abro un ojo y lo veo concentrado, hasta que golpean a la puerta. Sale disparado y regresa acompañada de un discípulo. Le cuenta que hoy amaneció con mal pulso, que no puede escribir y que sus textos tienen dibujos porque todos nosotros somos niños intentando comprender el caos de este mundo.
De pronto, toma un lápiz y me pide que anote en la primera página de uno de sus libros una frase que acaba de pensar y que podría completar sus teorías: ‘Un planeta y una humanidad sin contradicciones, para incorporar al universo en nuestra mente y no quedarnos fuera de él’. Luego se pone inquieto. Dice que tiene mucho que hacer, que me vaya con los libros y que ‘por favor’ difunda todo lo que he escuchado, que esto es para todos. Me explica, además, que puedo sacar fotocopia y repartir sus textos a toda la gente que quiera un mundo bueno.
Tal como me hizo entrar, me saca de su casa. En el dintel de la puerta me detiene. ‘Párate en el “kath”, dobla un poco las rodillas, baja el cuerpo. Así pesadita. Conéctate con la gravedad, cierra los ojos. Estás aquí y ahora, el pasado no existe y lo que viene tampoco’.

NIÑOS VAGOS Y VALPARAÍSO

Muchos fotógrafos han hecho este mismo viaje a Ovalle para hablar con Larraín de fotografía y han salido de ahí sólo con sus libros de pensamientos metafísicos. Lo cierto es que a partir de 1970 Larraín olvidó todo su trabajo. El mejor ejemplo es el libro “Londres” publicado recién en 1998.
Las fotos fueron sacadas entre 1958 y 1959 cuando Larraín estaba becado por el Consejo Británico para estudiar foto. Pero las imágenes permanecieron 40 años en el archivo de Mágnum hasta que Agnés Sire –actual directora de la Fundación Henri Cartier Bresson- reparó en ellas y quedó impactada. ‘La bruma, la soledad, las aceras, los parques o los bares, el poder del dinero. Esta visión de Londres sin embargo tan íntima, no por ello deja de ser significante; hay quien ha reconocido en ella a los personajes clave de la literatura inglesa’, escribió Siré en la retrospectiva de 1999.

The Clínic entrevista de la Periodista que se menciona en el capítulo TRES Encuentro con Don Sergio.

viernes, 11 de noviembre de 2016

miércoles, 9 de noviembre de 2016

EL AUTO FANTÁSTICO OVALLE


         
           Ovalle  Perla del Norte Chico 


Perla del Norte Chico, enraizada en la Región de Coquimbo, Provincia del Limari, comuna de Ovalle, con sus comunas hermanas, Punitaqui, Río Hurtado, Monte Patria, Combarbala .
 Eres una Joya inscrutada entre cerros y valles, con tus horizontes inmensos que nos hacen disfrutar, de todas las horas del día , al alba se dan las manos con la noche , y cuando comienza el amanecer tus majestuosas montañas, nos dan los buenos días con nuestro Padre Sol, comienza a avanzar el día , y los ovallinos se dirigen a sus labores diarias, luegos nos comienzan a invadir los condimentos mágicos que de cada hogar nos invaden los vapores de las ollas con sus dueñas de casa , aplicandos, sus porciones mágicas orégano , albahaca , comino, ajos, morones, zanahoria, perejil , trigo remolido, arvejones, harina de arvejones , sal, ají color, curry, allí emergen los sofritos, los frijoles con riendas, con zapallos y orégano cada uno con su manera particular de prepararla, salen al caminos el tomate, coliflor, espinacas, cebollas, papas, porotos verdes, brocolis, y donde van a comprar esos productos, a la feria modelo ubicada donde antiguamente era La Maestranza de Ferrocarril, allí esta la feria modelo, que comenzó en la Alameda , luego a calle David Perry, calle Miraflores , para luego llegar a la ex Maestranza , donde es una fiesta llegar y antes nuestros sentidos nos invaden sus olores , colores , y sus formas caprichosa , allí le tienen a sus caseritas mejor de La agricultura , local y nacional e internacional , allí hay de lo que Uds busques, tenemos los buses del área rural que bajan diariamente desde todas las comunas a realizar sus comprar, y hacer algunas diligencias a las oficinas públicas , y venir al hospital y a los supermercados y grandes tiendas que últimamente han invadido a nuestras ciudad de Ovalle. Allí si Uds camina tiene de todo verduras, condimentos, pescadería , queso de cabras, frutos secos, literatura y joyas de la pluma mundial donde Pedro, tienen. Zapatos, ropas , artículos deportivos, lo que Uds quiera allí esta solo camine.
Y en cada Población hay negocios de Barrios, que atiende un vecino con vocación de servicio hacías sus vecinos y amigos.
Así el día va avanzado a través del tiempo, luego al atardecer se producen bellos crepúsculos en nuestros horizontes , se llena nuestros espacio de bellos colores con la paleta divina del Creador del Universo, sobres las ramas de aquellos bellos árboles , que nos aromatizan nuestras calles, y alli las aves del Planeta cantan por un nuevo día vivido y se van a descansar, y nosotros miramos la transformación del día hacia la noche , sobres nuestras cabezas comienzan el bailes de las estrellas que una a una comienzan a mostrar su belleza.
En las noches esta maravillosa Perla Llmarina, su bóvedas celestial se transforma en un Universo Cósmico , allí miles, millones, billones de astros celestiales danzan en rondas eternas sus bailes Universales Cósmicos , de pronto sale ella , con sus rostros esférico aparece tras las alba cordillera de Los Andes , ella nuestras eterna Luna,lunita cascabelera que con su claridad nos ilumina a cada rincón de esta ciudad Ovalle , ella recorre de La Cordillera al Mar iluminando cada rincón de esta Perla Limarina.
Amanece con una lluvia inesperada, con el ultimo terremoto, que nos hizo bailar cueca antes de tiempo, con sus réplicas una tras otro, y toda la Región en estado de vigilia, por sus fuertes réplicas, y en la zona costera pequeñas caletas de la comuna del Limari, y en Coquimbo, y Tongoy el Océano Pacífico no fue pacífico, asoló la costa llevándose los adelantos que creemos contener la inmesidad del mar, y este océano, muestra su fuerza, y quien es la madre naturaleza, y en Canela donde fue el epicentro de 8,4 con 300 seg de zangoloteo nos dejo, con grandes destrucciones de construcciones que en el año 1997 había soportado otro gran cataclismos, pero este no perdonó, y comenzó a destruir, aniquilar, casa a casa, las construcciones de adobes, regresaron de donde eran a la tierra, cementerios donde el descanso es eterno, fueron despertados de sus lechos eternos, y arrojados a tierra, allí su camas eternas salieron a mirar este sol de septiembre, y estos vientos de primaveras hacen volar ésos volantines multicolores que llenos el celeste de nuestros cielos en miles volatines multicolores, hoy nos queda el recuerdo de esos dos grandes cataclismos vividos, y ver la fragilidad de éstos habitantes de La Región de Coquimbo.
En la Precordillera y Cordillera este gran Terremoto ocasionó grandes daños, en construcciones de vivienda, canales de regadíos, en en caminos .
Y pasan los días llegó Diciembre, se engalana de luces multicolores , nuestros y de todo árbol gigantesco que te has mantenido de pies por década y más décadas , te colorearon para que dances con las estrellas y esa luna caprichosa, que se levanta en la cordillera y se se acuesta por la mañana en el Océano Pacífico , bello árbol alegría de todos en tus ramas llegan las aves a ver a pasar los días, plaza un cuadrado perfecto con un trébol de color celeste en cuyas aguas se miran Los Rayos Cósmicos , y por las noches las estrellas danzan con tus aguas saltarinas de mil matices.
Y continúan la región, bailando con aires de villancicos, no se quiere pasar este zambaloteo, de placas teutónicas , Pachamama, sabemos tu poder colosal, y sabemos que no somos nada ,un mono a medio cuajar, en este Paraíso, que os estamos farreando, somos guaranes, tras el queso.
Continuará
Borrador

Sobre rieles brillante de acero templado , durmiendo sobre maderos nobles, viajas nuestros caballo de acero , expulsando humo , liviano y sutiles como copos de algodón, que dibujan figuras trasmutante en los celestes del infinito Universo .
La locomotora arrastrando sus amigos de juegos, y dentro de ellos seres provincianos, nuestros antepasados, nuestros abuelos.
En la estación de Sotaqui, Don Ociel Castillo, recibe al conductor del caballo de acero Nicolás Zepeda, y sus colegas Reynaldo del tránsito, Evaristo Cameros.
Bajan un sin número de Sotaquiños, el oficial del tren toca su silbato y todos arribas y comienza el girar de las ruedas de aceros sobre acero que resplandecen a la luz del sol nortinos regional .
Deja atrás el poblado de Sotaqui, y al niñito Dios, el sonido se trasformar en letanías a la oración , pasa por puntilla, el guardalinea, hace el cambio en aquella pequeña Estación de Puntilla, y se dirige hacia Ovalle pujante urbe donde está la Maestranzas y una bella estación colonial, con sus dos torres de agua una de concreto armado y otra de planchas de aceros galvanizados con pernos con remaches.
Comienza a llegar El Tren de ensueños, los espacios que unen los elementos y las personas se llena del vapor energético, que hacen mover esas ruedas de acero que acarician los rieles paralelos.
Un letrero de color oscuro con letras blancas indican que llegamos a Ovalle.
Un sin números de comerciantes, se arrojándose sobre los que han llegado, en el horizontes unas llamaradas de rojos intensos , indican que el día se está retirando, en el litoral pacífico del océano .
Se baja una bella dama de cabellos claros y un cuerpo perfecto, con su baúl, ella no es de esta zona , se nota su hablar correcto, es una dama letrada, miro sus ojos y me trasladó por una simple mirada a otra época, a ella la conocía no se de donde ni cuando , mi nariz captan en su aura circulante, en que centurias lo conocí, nos conocimos, sus ojos grandes , su mirada es amor.
Quedamos paralizados, congelados, en las altas montañas comienza a mirarnos la coqueta luna , juntos con las estrellas..
Ella pregunta por un hotel o residencial , en la entradas de La Estación , varias victoria, con sus corceles negros, y sus conductores de una elegancia nunca vista.
Llega la oscuridad, la Victoria llevan a cada costado faroles a parafina.
La dama elegante, le ayudó con su baúl , y comienza el transitar hacia el hotel de esta ciudad .
La dama de un aura energética, de centurias, cada palabra, es una reiteración de verbo que estaban dentro de mi adn, esraba en los registros del Universo.
Su aroma, era nuestro aroma., nuevamente miré sus ojos , dentro de cada uno de nosotros protones y neutrones, explotaron en nuestros microcosmos, dialogando de , de épocas del 1700, en un lugar de Portugal, pero estábamos en Ovalle del 1935, era extraño lo que estaba aconteciendo . Me dice su nombre y porque está en esta ciudad, hay ciclos que cerrar, karma pendiente , era de otro océano, de otra categoría era una Reina de una fortaleza.
Me dice que llegó en un barco a vapor , luego cruzó la Amazonía, en cualquier medio de transporte, cruza la cordillera de los Andes y llega a la capital, y es allí donde viaja en ese caballo de hierro negro , hacia esta Perla Limarina Ovalle .
En aquel hotel, nuestros cuerpos se unieron en una sola alma, fue un reencuentro de cientos de años, fue cerrar un ciclo.
Sobre esa cama quedo saldadas, la ausencia de centurias .
Continuará
Campamento Los Mantos de Punitaqui

Entre cerros , con olor a salvia, y mercurio, bloques de casas amarillas cada con una letra, gente cariñosa y unidas. Éramos uno solo todos hermanos, no conocíamos la maldad.
Existían La Pulpería , El Teatro con sus funciones de cine, obras de Teatro, y giras de artistas nacionales.
Existían pequeños negocios para los habitantes de ese Campamento, la Sra Lucila esposa de Don Liborio Rojas, el negocio del villar, la Sra Meneses, y bajaban de Manquehua el Sr Canivilo con sus burros con frutas de la temporada, y aguardiente que le traía a mi Padre Don Tomás Eduardo Gatica Fernández, casado con la Sra Lucila Mercedes Araya Rojas, ella era de Pueblo Nuevo, hija de Don Ramón Alberto Araya, Doña Olga Rojas Alfaro, ellos vivían en Pueblo Nuevo cerca de la llave del agua , cerca de las llaves del agua y al lado de los estanques de petróleo, vivía la Sra. Laura, casado con Don Tomasin, nos fuimos a varios personajes de Pueblo Nuevo, volvimos a las personas que llegaban del campo a vender sus productos Igual la Sra Rosita con sus canastos con huevos de gallina de campo, y frutas de temporadas como las peras de Pascua, pera chancha, brevas con sus hojas lechosas, empanadas de alcayota con betún de clara de huevos y azúcar flor, granadas, y recuerdo un libreta donde anotabas las cuentas y en ella llevaba las tablas de multiplicar, y una pesa de mano de broce reluciente ella llegaba en los buses que venían del campo y su meta era la gran urbe de Ovalle.
Recuerdo a El Señor Alamiro con sus helados de canela que el lo fabricaba , y en su carretón añoso tirado por su fiel burrito recorría el Campamento con sus obras personales, que aún que han pasado miles de décadas aun en mis labios están los sabores de esos ricos barquillos, y si. Comenzamos a caminar, estaban los departamentos de los solteros, y allí había una carnicería que trabajaba Don Rubén Maldonado , se conocía como filete, estaba casa casa de huéspedes , y cruzando la calle el casino, más allá las oficinas de administración , hacia abajo estaba la quebrada, y al frente estaba la planta de mercurio, y las minas de donde sacaban oro, mercurio, y mas minerales.
Si continuamos por la avenidas de moras, llevamos a la casa del administrador, antes había unas canchas de tenis, y al frente una multicancha, donde desde la escuela nos llevaban hacer educación física , estaba la Maestranza , y allí mismo estaba la fundición , y al lado El Retén de Carabinero, y al frente nuestras Escuela en forma de U , y al lado una casonas mas grandes donde vivían Los Goñia, Los Zepeda, Silva, etc.. y hacia el cerro que nos separaba de la Delirio, estaba la Gran Planta, con su grandes relaves de minerales que estaban lleno de oro, más allá exista el Campamento El Alba, con su Gran Casa de Fuerza con el enfriad euro y sus estaque de petróleo , y allí estaba Pueblo Nuevo.
El Campamento era de concreto armado con palos de Robles, y piso de madera en el sector del teatro y pulpería, las casa de los costado tenían su cocina y baño, con ducha y para el excusado sobre había un estanque de fierro fundido y uno tiraba la cadena, y en la cocina eran de 3 x 3 metros con una cocina de fierro fundido que se utilizaban leña, en ese tiempo estaban saliendo las primeras cocinas a gas licuado , esto era por los años 50 a 73 luego este campamento fue arrasado en el gobierno militar. Tenía una sala a la entrada , luego un dormitorio, la cocina el baño y un patio inmenso , en este campamento , tenias luz, agua, alcantarillado , cine , teatro, escuela, pulpería, carnicería, botillería, negocios, y una micro de Don Jorge Roco, en la cuales nos traen , al circo, a la fiesta del niño Dios de Sotaqui, fiesta de La Virgen del Rosario de Andacollo, a la Virgen de Manquehua, que hacen la fiesta el último domingo de octubre, en esta micro nos traían a la Herradura , Tongoy, Guanaquero, y esta micro en ese tiempo venia a Ovalle pero se realizaba una sola vuelta nos traía templando en la mañana y retornaba en la tarde , y salíamos del mercado municipal de Ovalle.
Continuará

EL. ÁNGEL CUSTODIO

En los años 1935 , entre los cerros encajonados de las cuesta de Los Castillo en la piedra de la perdiz, en esa piedra una marca de un par de manos ensangrentadas de Ángel su nombre Custodio, por su entrega por los necesitados un bandolero, con su daga al cinto, y en su corcel negro, con una noche sin luna, con una estrella en su frente.

Ángel Custodio con su galopar , se dirigía hacia Ovalle, pujante ciudad del norte chico, con su Maestranza, y Estación de Ferrocarril, desde allí, el caballo de metal y cual dragón corría sobre las líneas paralelas de acero , que relucían, como la luna de plata.
Ángel cometía sus fechorías a los terratenientes, palos gruesos, los pudientes de la zona, solo con su astucia, y su daga de plata, con incrustaciones de lapislazulis del sector de Tulahuen.
Ángel Custodio Salvatierra, con sus alforja negras , repleta de monedas de plata y oro, volvía a las tierras punitaquinas, y sus villorrios a repartir, lo que había obtenido, con sus astucia.
Ángel Custodio bandolero solitario, que con su astucia, asolaba las moradas de los palos gruesos de este norte chico, los carabineros comenzó a tratar de capturarlo, se unieron varios escuadrones, que recorrían las quebradas de selvas tupidas de arrayanes, colliguay, quillay, boldos , ñipas, acacios , y esos candelabros de gran belleza que se mantenían erguido en esta zona del norte chico, él se escabullía , como el agua entre las manos, en un momento que estaban a punto de atraparlo levanto una mata de mollaca, y se escondió hasta que el peligro se alejó por la quebrada hacia pueblo nuevo.
Era tanta la desesperación de los adinerados señores de la pujante ciudad de Ovalle, que le pusieron precio a la cabeza de Ángel Custodio Salvatierra.
Llevaron caza recompensas, y más carabineros. Que tenían su campamento base en Punitaqui.
Ángel presentía, que en cualquier momento sería atrapado, así que empezó a visualizar su escapes hacia allende de los andes en su corcel negro.
En la piedra de la Perdiz, con sangre de un animal muerto, dejo unas huellas, y sus manos sobre la roca.
Llegaron a esos valles , donde en sus suelos habían Mantos de riquezas.
Ángel subió por la media luna, Manquehua, el Huacho, Agua Amarilla, Pama, Combarbalá, llegando a Tulahuen y de allí a la Argentina.
Su vida e historia fueron contada en forma oral , por los descendientes de aquellos que el tanto ayudo .
Dicen que vivió en Argentina hasta su muerte, y su daga de Plata con su cacha de de ese Azul de los celestes oscuros de Tulahuen.

OVALLE